
El PLD no estaba muerto…
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Aunque faltan dos años para las elecciones presidenciales, la coyuntura ha empujado al PLD a adelantar los plazos. Eso explica por qué definieron el 16 de octubre como la jornada en la que elegirán a su próximo candidato presidencial, aunque no de forma «oficial», de manera que no cruce los límites de la ley, los cuales ya la Junta Central Electoral ha delineado públicamente, a manera de advertencia, sobre todo considerando que los otros dos partidos grandes –Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Fuerza del Pueblo (FP)– tienen a sus aspirantes prácticamente definidos.
En el proceso interno del PLD ya son oficiales las aspiraciones de Margarita Cedeño, Francisco Domínguez Brito, Maritza Hernández, Luis de León, Abel Martínez y Karen Ricardo. Todos se comprometieron a respetar los resultados de la consulta de octubre próximo, cita en la cual los inscritos del partido morado tendrán la oportunidad de votar mediante un sistema de sufragio electrónico.
Aunque restan cuatro meses y retos para la cita presidencial interna, los números arrojan que la boleta quedará en manos de Margarita Cedeño o de Abel Martínez. Corre con menos posibilidades Francisco Domínguez Brito.
Entre Martínez y Cedeño hay diferencias numéricas pero las señales de la cúpula también son un indicativo. Por el momento, corre con ventaja la exvicepresidenta, quien estuvo en la primera línea de poder durante 16 años, ocho como primera dama y luego como vicepresidenta al asumir Danilo Medina. Su gestión, enfocada en la protección social, le valió el reconocimiento y nivel de conocimiento de millones de dominicanos. Por lo demás, el danilismo da señales, aunque tibias por ahora, de que su candidata es ella.
Abel Martínez no se queda atrás. Diputado, presidente de la Cámara, miembro del Comité Político, leal a su partido –no se fue a Fuerza del Pueblo como muchos esperaban– y dos veces alcalde de Santiago, considerado incluso como el mejor edil del país, muestra músculo a nivel nacional con sendos apoyos del nivel municipal y del Congreso, y todo indica que echará el pleito hasta el final. Para Martínez nada está dicho aún.
En una perspectiva histórica, aunque con la Línea de Pizarro que es la actual ley de Partidos y el régimen electoral, el PLD hace lo correcto con designar a su candidato presidencial antes del 2023. Por varias razones.

En primer lugar, Fuerza del Pueblo ya tiene su aspirante: Leonel Fernández, mientras que el Partido Revolucionario Moderno, aunque evitan el tema, la misma lógica del poder lo evidencia, y es que el poder sencillamente no se cede. Luis Abinader, actual Presidente de la República y habilitado constitucionalmente, aunque atravesando un período turbulento desde la gobernabilidad, optaría por buscar un segundo período.
Lo anterior ha permitido que los partidos cierren filas con su principal aspirante para mayo del 2024, dejando al PLD en evidente desventaja, toda vez que su máximo líder y actual presidente, Danilo Medina, no puede aspirar a la presidencia.
En segundo lugar, el PLD ha sido el blanco principal de ataque del actual gobierno, incluyendo la persecución por supuesta corrupción por parte del llamado «Ministerio Público independiente». Es llamativo el cerco judicial que se ha instalado en el entorno del expresidente Medina, con dos de sus hermanos procesados, varios funcionarios cercanos e incluso su jefe de seguridad. Esto ha llevado al actual presidente del PLD a salir sistemáticamente al paso de las acusaciones.
En tercer lugar, el crecimiento de Fuerza del Pueblo es una alerta, aupado por la renuncia de diversas figuras, desde dirigentes de base hasta legisladores, lo que ha dado la impresión de que el PLD se está quedando sin militantes y que la colectividad que encabeza Fernández no hace otra cosa que crecer. La «hemorragia» de forma y fondo solo se enfrenta con un relanzamiento del partido, y es lo que ha intentado hacer el PLD, juramentando a nuevos ciudadanos y lanzando ataques al gobierno en voz del propio Danilo Medina.
Si esta estrategia le alcanzará para ser competitivo en el 2024 está por verse. Lo que sí queda claro es que el PLD no ha muerto y está lejos de ser enterrado.
El pronóstico de su salud partidaria y su vigencia en el mediano plazo era a lo menos pesimista. Hoy, el panorama sigue siendo adverso, pero la recuperación no puede descartarse del todo, dado que son una colectividad que estuvo 20 años en el poder, su estructura es de carácter nacional y su disciplina interna se mantiene a pesar de todo.