El incierto futuro de Fulcar
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Todo cambió de blanco a negro en un santiamén. El decreto tiene el poder de ley, a veces más, y de pronto el todopoderoso titular de Educación, Roberto Fulcar, pasó al anodino estatus de ministro sin cartera. Tuvo que ser una decisión difícil para el Presidente Luis Abinader, que quizás lo mantuvo reflexionando durante días. Fulcar fue más que su jefe de campaña, mano derecha que estratégicamente movía las fichas del ajedrez político en la agenda que desarrolló entonces el candidato que, para fortuna del Partido Revolucionario Moderno (PRM), le llevó a las puertas del Palacio Nacional tras haber participado en apenas dos procesos electorales.
La gestión de Fulcar al frente del ministerio que maneja el apetecible e incomparable 4% del presupuesto de la nación, no estuvo exenta de conflictos. Dos años fueron más que suficientes para que desde diferentes flancos atacaran sus decisiones, sobre todo cuando recién asumió la dirección todavía el país estaba bajo los efectos de la pandemia. Pero si hubo o no mal manejo de recursos, es un asunto que se sabrá cuando la Cámara de Cuentas saque sus cuentas: el pasado lunes, el ministro ya sin cartera madrugó en el despacho de su presidente, Janel Andrés Ramírez Sánchez, para solicitarle una auditoría a sus dos años de administración.
Pocos creen que el reinado de Fulcar en el ministerio fuera arrasado por los temibles efectos colaterales de la insoportable levedad de los gritos de las redes sociales. Aullidos a los que el Presidente Abinader y muchos de sus acólitos gubernamentales suelen importantizar con devoción casi religiosa. Para el impredecible futuro a mediano plazo de la actual administración, la destitución de Fulcar pude tener repercusiones más allá de los resultados que arroje la auditoría de los que cuentan el dinero público gastado en Educación. Tiempo tomará ese proceso, y las agujas de ese reloj se moverá a la velocidad de los intereses de quienes mueven los hilos en Palacio.
Para otros pocos –aquellos que suelen leer entre líneas o estudian el lenguaje corporal– les interesó más el semblante de Roberto Fulcar cuando habló a la prensa a su salida de la oficina de Janel Ramírez. Con educación, el ex ministro se limitó a leer la carta en cuestión y como el que promete paz en la tormenta, se limitó a decir: «El tiempo se encargará de poner todo en su lugar» (bis).