
El contraataque de los pobres y los ricos
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CONTRAATAQUE.- El pasado domingo la oposición política asestó un golpe que más que golpe fue contragolpe. Durante el día, el presidente Luis Abinader dijo en La Romana, refiriéndose obviamente a los dirigentes de la Fuerza del Pueblo y del Partido de la Liberación Dominicana, que «si Juan Bosch estuviera vivo, estaría del lado de la transparencia». Poco tiempo después, y en lo que parecería ser una de las pocas movidas formalmente calculadas de la oposición, Leonel Fernández manifestó que «si Peña Gómez estuviera vivo, estaría del lado de los pobres».
Digo cálculos, al menos en la forma, porque sus declaraciones fueron respaldadas por el eco escalonado –en algunos casos hasta con anotaciones– de algunos de sus generales, seguido por el de ciertos tenientes y sargentos de redes. Al contragolpe le salió al frente Vinicio Castillo Semán, con su estilo directo y aguerrido, y Homero Figueroa, speaker del gobierno, con lenguaje más diplomático y técnico. Tampoco faltó el influjo de sargentos y tenientes de ese lado. Habría que ver si Paliza tuvo razón: al unirse la manada el león tembló de miedo. ¿Será que, acorralado, blandió una garra? Lo que hay que ver ahora es el fondo, si realmente es afilada, y cortante…
CEGUERA.– Desde el pacto de Leonel Fernández con Juan Hubieres advertí por X algo que venía observando: un cambio en el discurso del expresidente y líder de la oposición. En su dilatada carrera, siempre se enfocó en las clases medias y altas, ilustradas, sobre todo de áreas urbanas. Hoy, repentinamente, apela al poder popular tipo zurdo caudillo de la pos modernidad y de la pos verdad. ¿Qué pasó? Las clases medias y altas ya no le compran la superioridad de su excelsa sabiduría mesiánica.

Se sienten desencantadas de su imagen –y de lo que representa–, así como de su permisividad hacia la imputada corrupción, de los suyos, y de la que se le suma por su enlace directo con el grupo morado de Danilo Medina. Leonel sabe que ese nicho electoral se encuentra apoyando lo nuevo, y no lo viejo, y por eso apela a otra narrativa: Luis defiende a los ricos, Leonel defiende a los pobres, cosa errada. Dice el psicólogo Gardner: en materia de liderazgo, para que una historia surta efectos, el autor debe encarnarla. En el caso de Fernández, la narrativa, aparte de ser peligrosa para el país, tiene debilidades en la aplicación…
POBRES Y RICOS.– Puede ser sin intención de daño, pura demagogia, pero hablar de división entre pobres y ricos no convendría. El enfoque debe ser muy cauto porque queriéndolo o sin querer daría lugar a creación de focos –por más mínimos que sean– de odio o de lucha de clases, lo que podría hacer estallar escaramuzas –por más nimias que sean– a la estabilidad social, política y económica del país, y que contribuye a que sea uno de los principales destinos turísticos del mundo. Con eso no se juega. La paz es patrimonio nacional.
También es un error estratégico: en la política de República Dominicana no existe la segmentación ricos-pobres. Los partidos mayoritarios son policlasistas, especialmente el PRM. En una lucha de maquinarias, nunca podrás monopolizar el voto de los «pobres», porque las pasiones son transversales, y a quiénes les falten, se les moviliza. También está lo moral: Leonel no puede encarnar lo de pobres y ricos, porque en sus gobiernos hubo familias tradicionales muy favorecidas; hubo empresas estatales entregadas al sector privado; hubo participación directa en la enajenación hasta de un muelle; planes de crear una isla artificial –¿para quiénes?–; se incorporó una fundación con el aporte de ricos y contratistas –hay otro tema ahí–, a quienes anualmente se les celebra un torneo de golf, y ahora hay alianzas con la clase rica-política de Danilo y su grupo, mezcla verdemorada que une fortunas de muchos ricos…