Desgaste político
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Luego de 12 años de gobierno, abandonar el Partido de la Liberación Dominicana, formar tienda aparte bajo el nombre Fuerza del Pueblo pero con la misma esencia del grupo abandonado, con muchos casos oscuros de corrupción y situaciones que debería ser aclaradas, Leonel Fernández pretende regresar al Palacio Nacional bajo cualquier circunstancia, a pesar de su desgaste como figura política y su cerrazón de no dar oportunidad a nadie más que el mismo dentro de su minúscula esfera partidaria.
Ese desgaste político no es reciente, se remonta a su último período presidencial. Un desgaste que no solo lo involucraba a él sino a todos a su alrededor. Una erosión que hizo mella en la conciencia colectiva de la ciudadanía. Fue insistente hasta el último momento con perpetuarse en el poder en base a acuerdos de aposento y a truculentas operaciones para continuar en esa deseada presidencia a pesar de que la Constitución lo prohibía. Él tenía su Congreso y pudo ordenar cambios en ciertos acápites para su beneficio. Un claro rejuego de su ambición política.
Fernández, no enfrentó los innumerables casos de corrupción que se sucedieron desde el año 1996 hasta que finalizó su tercer mandato. Todo lo contrario, aupaba a sus allegados, negociaba con todos y quiso regalar este país por pedazos con nosotros incluidos en las manos de ciertos empresarios. El expresidente Fernández, abogado, ex profesor en el que muchos ciframos esperanzas, allá por el año 1996 y que luego nos dimos cuenta que era la copia de un «balaguerismo» trasnochado bajo otros colores. No hizo absolutamente nada por mejorar los servicios básicos del dominicano: salud, educación, luz eléctrica/agua y pobreza. Sumado todo eso a un Poder Judicial diseñado a su imagen y semejanza y rediseñado por el expresidente Danilo Medina hasta la actualidad.
En ese mismo tenor, muchos «olvidan» el alza continua de los precios de alimentos de primera necesidad sin pandemia, ni guerra en Ucrania y con una inflación «controlada». El colofón de todas estas situaciones fue la implosión de la delincuencia, narcotráfico, ajustes de cuenta y una rampante corrupción gubernamental.
Tampoco supo durante sus años de gobierno ajustarse el cinturón a un presupuesto anual que debió ser de garantías al gobierno y a la población. No hubo freno a la fiesta de aprobación de préstamos en el Congreso, como ocurre con todos. No le importó administrar un país con precariedades económicas sin regalar sus recursos naturales con fines de atraer nuevas y mejores inversiones de capital.
Por demás, sí fue un excelente ejecutor de obras de infraestructuras bajo el típico lema de: «Construye obras para que digan que eso lo hiciste tú» y detrás de cada obra, metro, túnel o elevado, manejo oscuro y sobrevaluación de sus costos finales. Obras importantes y necesarias, pero ¿a qué precio?.
En fin, a veces es bueno recordar la génesis de la figura, aquel circo llamado Frente Patriótico ocurrido en el 1996, justo después de las votaciones en primera vuelta del 16 de Mayo de aquel año, en las que el Dr. Peña Gómez había superado a los demás contrincantes, y que cerró toda posibilidad a Peña de gobernar el país. Esa «genuina» coalición de fuerzas políticas inimaginables tiempo atrás fue posible para que PLD Y PRSC junto a otros pequeños partidos se unieran y votarán por el Leonel Fernández. Con ese acto fue sellado toda oportunidad de que se hiciera «justicia» con el anillo de Joaquín Balaguer y perpetuar de alguna manera la esencia del nefasto balaguerismo. Ese mismo balaguerismo fue lo ejecutó Leonel Fernández por 12 años y luego Danilo Medina.
Y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que un país que dice «avanzar» en materia política, en la solución de los principales problemas básicos que tenemos, pueda votar nuevamente por Leonel Fernández en el 2024?. ¿Cómo es posible que continuemos siendo un país sin memoria, sin criterio ni razón?