
Marruecos/Libia
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Un terremoto de magnitud 6.8 enterró más de 3,000 vidas en la región del Alto Atlas al sur de Marruecos, donde muchas aldeas quedaron destruidas en el terremoto más mortífero en toda la historia del país. Todos pudimos ver a través de los medios de comunicación y redes sociales el caos acontecido en esta zona del país, los miles de víctimas, hospitales llenos y las operaciones de rescate que no cesaban con la esperanza de encontrar más sobrevivientes. Sucedió de noche, mientras todos dormían. La ayuda internacional llegó, pero siempre es necesario más.
Como si esto no fuera ya suficiente drama humano, específicamente en la ciudad de Derna, Libia, donde las inundaciones provocadas por la tormenta Daniel. Sumado al derrumbe de las dos presas que causó la inundación de la ciudad portuaria de Derna y sepultó miles y miles de vidas en medio de la citada tormenta. Se habla, según medios locales, de 11,300 muertos, unos 10,000 desaparecidos y 30,000 evacuados. Aún se buscan cadáveres bajo el lodo cadáveres con ayuda de cuerpos de rescate internacionales. La OMS y otras organizaciones han instado a las autoridades libias que a no enterrar los cuerpos en fosas comunes para evitar que se propaguen enfermedades.
Por su parte, el gobierno libio abrió investigación sobre el colapso de las dos presas que provocó ese enorme muro de agua que arrasó la ciudad de Derna, destruyó barrios enteros y se tragó en sus fauces miles y miles de vidas. Según varios estudios las dos presas tenían grietas desde 1998 que nunca se había reparado. Los residentes también inspeccionan daños causados por el ciclón Daniel. Poco a poco la «normalidad» gana terreno a pesar de que ahora el lodo es el peor enemigo que tienen las autoridades y rescatistas, porque el barro aun llega hasta las rodillas y dificulta las labores de rescate de fallecidos.
Ambas tragedias sucedieron con horas de diferencia. Dos países enmarcados en la zona norte de África. En Marruecos la concentración del poder en el monarca Mohamed VI retrasó la respuesta oficial para auxiliar a las víctimas del seísmo. Criticado a raíz de lo sucedido porque el rey tardó en visitar a los miles de heridos, cuando apareció en escena se dejó ver en visita a los heridos del terremoto y agradeció vía misiva la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias, de España, por su labor activa y eficaz en las labores de rescate.
Por cierto, el gobierno de Rabat solo ha aceptado ayuda de España, Reino Unidos, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Otros países han mostrado sus deseos de colaborar, pero han sido rechazados, lo que muestra el complejo manejo de las relaciones exteriores de Marruecos con ciertos países, como por ejemplo Francia. Todo lo que sucede, acepta o se lleva a cabo debe estar aprobado por el Palacio Real, de Mohamed VI. Todo centralizado.
Por su parte, Libia con más de una década de la muerte de Muamar Gadafi, linchado por fuerzas opositoras, es un estado fragmentado por las luchas internas. El este del país está controlado por el mariscal Hafter y su particular ejército. Hafter es reconocido por Egipto, país que está presente en las ayudas humanitarias. En cambio, los países como Argelia, que reconocen el gobierno de Trípoli, como gobierno legítimo de Libia, también envío ayuda. Libia es un terreno de violencia continúa.
Los enfrentamientos no son ideológicos, sino una multiplicidad de alzamientos locales. El especialista Álvaro Arguelles, de la web «El Orden Mundial», dijo que «Libia es un caso único en el panorama geopolítico internacional. Si la comunidad internacional, a la hora de dar la ayuda humanitaria, exige que existan canales de distribución claros y transparentes, podría ser positivo para el país a largo plazo. Pero incluso este escenario es probable que dé lugar a una nueva lucha de corrupción y clientelismo para ver quién se hace con la ayuda y la usa para su propio beneficio».