
Coronel Caamaño: Presidente ejemplar, líder revolucionario y héroe nacional
Comparte Este Artículo
El 2 de de febrero del 1973 el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, acompañado de tan solo 8 hombres, desembarcó por Playa Caracoles, en las costas de Ocoa, para internarse en las montañas del sur del país y propiciar un alzamiento guerrillero que pudiera desarrollarse y derrocara el gobierno represivo que encabezaba en ese momento el doctor Joaquín Balager.
Ese movimiento culminó en un total fracaso militar y político. El glorioso coronel Caamaño de abril de 1965 fue apresado vivo el día 16 de febrero y fusilado de forma sumaria. Cinco de los guerrilleros que le acompañaron murieron también en combate, fusilados o por hambre. Solo tres lograron sobrevivir: Toribio Peña Jaquez, que se perdió al inicio del desembarco y llegó a la capital dominicana, Hamelt Hermann, que fue apresado y se le garantizó la vida, y Claudio Caamaño, que nunca pudo ser capturado y luego se asiló en la embajada de México.
Este 16 de febrero se cumplen cincuenta años de la captura y asesinato del coronel de abril y presidente constitucional de la República Dominicana, Francisco Alberto Caamaño Deño. En este momento histórico existen algunos sectores nacionales que quieren reducir la dimensión patriótica de Caamaño por su fracaso guerrillero, queriendo de esa forma desconocer su gran papel como defensor de la sobernía nacional en abril de 1965 y su condición de presidente de la nación dominicana en armas contra la segunda intervención militar de Estados Unidos.
En el documental“Presidentes dominicanos en la historia (1844-1966) -Retos e ironías del poder-”, destacamos ampliamente el papel del Coronel Caamaño como el presidente constitucional y héroe nacional. En las próxima semanas publicaremos un libro con el mismo nombre del documental y en esta ocasión queremos adelantar a los lectores de País Político, algunas de las ideas que allí desarrollamos sobre la dimensión histórica del presidente ejemplar, lider revolucionario y héroe nacional que fue el coronel Caamaño.
Aspectos relevantes del coronel Caamaño
Francisco Alberto Caamaño Deñó fue el presidente número 45 de la nación. Gobernó durante el desarrollo de la Revolución de Abril desde el 4 de mayo al 3 de septiembre de 1965. Con Caamaño se producen muchas cosas relevantes que merecen ser resaltadas.
Lo primero es que su padre, el general Fausto Caamaño Medina, fue parte de la estructura militar del régimen del dictador Rafael Leonidas Trujillo, alcanzado incluso la función de ministro de Guerra y Marina desde 1952 a 1955. Lo segundo es que el coronel Caamaño, años antes de ser uno de los actores principales de la lucha popular y militar de Abril de 1965, en búsqueda del restablecimiento de la democracia, había sido el jefe del Departamento Anti-motines de la Policía Nacional, los famosos «cascos blancos», quienes habían reprimido muchas manifestaciones del pueblo en contra de los abusos de los gobiernos de esa época.

El tercer aspecto a resaltar es que el coronel Caamaño Deñó, llegó a ser presidente de la nación dominicana durante una guerra civil y en la vorágine de la segunda intervención militar a nuestra nación en 1965. En abril de ese año se produjo la llamada Revolución de Abril, la cual surge como respuesta al golpe militar que había derrocado el gobierno del profesor Juan Bosch en septiembre de 1963. Ese movimiento se fue gestando durante más de un año, teniendo al frente al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, quien convence al coronel Caamaño de integrarse al movimiento conspirativo para derrocar el triunvirato que había usurpado el poder, y así luchar juntos para reponer el Gobierno constitucional de Juan Bosch.
Caamaño responde al llamado de la historia
Fue una reunión de militares y políticos dominicanos con el embajador norteamericano, la que determinó que Caamaño asumiera la defensa del pueblo dominicano. Esa reunión se realizó el 27 de abril de 1965 en la sede de la Embajada estadounidense de Santo Domingo. El embajador de Estados Unidos, William Tapley Bennet, llamó a los militares constitucionalistas que desde hacía tres días estaban en las calles, enfrentando el Ejército dominicano golpista y pidiendo el retorno del Gobierno de Juan Bosch.
El embajador Tapley Bennet trató de chantajear a los militares dominicanos diciéndole que ellos eran los culpables de haber creado una crisis política y militar, y tenían que rendirse en ese mismo momento. Ante las bravuconadas del embajador estadounidense, Caamaño intentó manifestar su parecer, pero el embajador no dejaba hablar a los dominicanos, y con prepotencia los conminaba a rendirse y entregar las armas para frenar la situación.
De repente, lleno de indignación, Caamaño paró en seco al embajador estadounidense, se levantó del asiento, se dirigió a la puerta y dijo con voz firme:
«Yo no me rindo, yo sé lo que tengo que hacer. Lo que estén dispuestos a morir con dignidad que me sigan».
De la Embajada de Estados Unidos el coronel Caamaño se dirigió al puente Duarte, y de inmediato se puso al frente de las fuerzas constitucionalistas que libraban la famosa “batalla del puente”. Esa actitud firme y patriótica ante el embajador y el baño popular de la batalla del puente ese 27 de abril de 1965, fueron dos factores claves para que el coronel Caamaño asumiera la decisión de dirigir al pueblo dominicano en ese difícil momento de la historia.
La intervención militar de Estados Unidos y dos gobiernos

Al día siguiente, 28 de abril de 1965, y como había dicho el embajador Tapley Bennet, el presidente norteamericano Lindon B. Jhonson ordenó invadir militarmente por segunda vez nuestra nación, al enviar 42 mil marines norteamericanos que vinieron a frenar el avance y el triunfo de los militares constitucionalistas.
Ante esta situación, los líderes del movimiento constitucionalista se comunicaron con el profesor Juan Bosch, quien se encontraba exiliado en Puerto Rico, y este orientó para que se reuniera el Congreso y nombrara a Caamaño como presidente.
Es así como el lunes 3 de mayo de 1965, el Congreso Nacional elige y designa presidente constitucional al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. En ese momento tenía solo 32 años de edad. La toma de posesión se realizó al día siguiente, martes 4 de mayo, ante el Altar de la Patria, en el Parque Independencia.
Como presidente de la República y líder militar del movimiento constitucionalista, el coronel Caamaño dirigió al pueblo dominicano en un proceso de lucha que comenzó como una guerra civil, pero con la intervención militar estadoinidense se transformó en una guerra patria, en una revolución antiimperialista, la cual es considerada por muchos historiadores como el acontecimiento más importante de la historia dominicana del siglo XX.
Es necesario plantear que, durante el conflicto bélico del año 1965, la nación dominicana tuvo dos gobiernos. Esto así porque los Estados Unidos y las tropas de intervención, para legitimar su ilegal presencia, auspiciaron la creación de un llamado “Gobierno de Reconstrucción Nacional”, que tenía su sede en la Base militar de San Isidro, y era una correa de transmisión de las órdenes del presidente y el Gobierno estadounidense.
Las tropas invasoras usaron dos altos oficiales, que habían sido parte del golpe de Estado contra el Gobierno constitucional de Juan Bosch. Primero utilizaron al coronel Pedro Bartolomé Benoit y luego, tratando de lograr una supuesta legitimación formal de la invasión, usaron como presidente títere al general Antonio Imbert Barreras, un militar que había participado en el ajusticiamiento del dictador Trujillo en 1961. Con esa intervención, el Gobierno de Estados Unidos creyó que podría derrotar con facilidad a los militares y al pueblo dominicano que exigían respeto a su Constitución. Pero no fue así.
Desde abril hasta septiembre de 1965, cuando se le puso fin a la guerra, se libraron duras jornadas de combate entre las tropas constitucionalistas y el pueblo dominicano en contra de los invasores. La Revolución de Abril de 1965 y la lucha del pueblo dominicano contra la intervención militar de Estados Unidos, dejó una estela de más de 5 mil muertos entre civiles y militares. Las tropas invasoras no pudieron vencer a los militares y al pueblo encabezado por el coronel Caamaño. Por más que intentaron, no lograron tomar el control de la zona constitucionalista.
Pero tampoco los combatientes constitucionalistas pudieron vencer a los marines invasores, por lo que se inició un proceso de negociación internacional encabezado por la Organización de Estados Americanos (OEA). El 31 de agosto se logró un acuerdo de cese de la guerra y los bandos en pugna firmaron el Acta Institucional, comprometiéndose a apoyar la celebración de elecciones en un plazo no menor de seis, ni mayor de nueve meses. Asimismo, ambas partes aceptaron la instalación de un Gobierno provisional encabezado por Héctor García Godoy, quien se juramentó el 3 de septiembre.
Caamaño: «Luchamos con bravura de leyenda»
El viernes 3 de septiembre de 1965, el presidente constitucional coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó anunció su renuncia ante una concurrida manifestación popular celebrada en la Fortaleza Ozama, ubicada en la zona constitucionalista.
El discurso que pronunció Caamaño ese día fue una pieza antológica, llena de decoro, patriotismo y dignidad. A continuación, presentamos los principales párrafos de ese histórico discurso:
«Pueblo Dominicano:
«Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. Ningún poder es legítimo si no es otorgado por el pueblo, cuya voluntad soberana es fuente de todo mandato público. El 3 de mayo de 1965, el Congreso Nacional me honró eligiéndome presidente constitucional de la República Dominicana. Solamente así podía aceptar tan alto cargo, porque siempre he creído que el derecho a gobernar no puede emanar de nadie más que no sea del pueblo mismo.
«…Heróicamente, con más fe que armas, y con enorme caudal de dignidad, el pueblo dominicano abría de par en par las puertas de la historia para construir su futuro. Hondas, muy profundas eran las raíces de esa lucha.
«…Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la historia.
«…No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. La verdad auspiciada por nuestra causa fue la mayor fuerza y el mayor aliento para resistir. ¡Y resistimos! Ese es nuestro triunfo porque sin la tenaz resistencia que opusimos, hoy no pudiéramos ufanarnos de los objetivos logrados.
«…Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el honorable Congreso Nacional, renuncio como presidente constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras. Yo tengo fe en que así será».