
Con o sin causa: rebeldes legendarios que desafiaron al Gobierno dominicano
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La lucha por el poder político se manifiesta en la raza humana desde los estadíos más tempranos de la evolución de la especie, y aunque siempre nos ha acompañado, a menudo hay episodios que con el paso del tiempo adquieren categoría de leyenda más que de hechos históticos.
Nuestro país, con una convulsa historia que se inicia en la conquista y dominio de los colonizadores españoles que pisaron tierra en 1492, hasta llegar a nuestros días, ha tenido importantes protagonistas que se alzaron contra la autoridad, la mayoría por razones políticas.
La resistencia y la lucha contra la injusticia siempre será justificada cuando quien detenta el poder actúa por encima del bienestar general y el estado de derecho.
Nuestra historia republicana recoge diversos actos de rebeldía llevados a cabo por hombres y mujeres que enfrentaron gobiernos de fuerza, que desde la Primera República se instalaron y dominaron la escena hasta bien avanzado el siglo XX.
Y es en el siglo XX en el que surgieron figuras rebeldes que, una vez derrotados, fueron convertidas en especie de héroes de ficción más que históricos.
La inestabilidad política que resultó luego del tiranicidio de Ulises Heureaux en 1899, la invasión de las fuerzas imperialistas estadounidenses (1916-1924) y la tiranía que gobernó con su beneplácito durante más de 30 años, así como el gobierno dictatorial de los 12 años de Joaquín Balaguer, también dejaron una secuela de figuras que no tuvieron miedo a encarar violentamente la autoridad establecida.

Vicente Evangelista, Liborio Mateo, Desiderio Arias, Enrique Blanco y Guillermo Rubirosa representan a figuras legendarias que en cada etapa política del convulso siglo XX dominicano mantuvieron en vilo a la ciudadanía, cayendo todos bajo el embate de la violencia de un poder casi absoluto.
Antedecentes
Desde los albores de la conquista española de la isla Quisqueya, nuestra tierra ha sentido el impacto de la rebeldía de hombres que han enfrentado el poder, por lo general por aspectos politicos, otras veces con razones menos ortodoxas.

En 1519 el cacique Enriquillo (Guarocuya) inició en las montañas de Bahoruco una rebelión indígena, apoyado por negros que habían escapado de la esclavitud, contra los colonizadores españoles, que sometían a crueles maltratos y al exterminio a su pueblo. Luego de varios años de enfrentamientos, en 1533 las autoridades españolas firmaron un acuerdo con el bravo cacique, quizás la única vez en que una acción de esta dimension termina con un trado de paz.
A esta rebelión le siguieron otras, encabezadas entonces por negroafricanos que se resistían al dominio de sus amos y a una vida en esclavitud, destacándose entre estos episodios de lucha contra el poder, la rebelión de Lemba, un joven nacido en África que fue capturado durante una batalla tribal, vendido como esclavo y traido a La Española, y que en 1532 se levantó, junto a un grupo de esclavos y huyeron hacia las montañas. Durante más de 15 años, Lemba y su grupo de cimarrones fue azote de los colonizadores, atacando, saqueando y liberando esclavos en diferentes pueblos, convirtiéndose en un gran líder y el fugitivo más buscado de las autoridades españolas.
Lemba Calembo murió durante un enfrentamiento con los españoles en las cercanías de San Juan de la Maguana, el 25 de septiembre de 1548. Su cabeza fue trasladada a Santo Domingo, donde se ordenó colocarla en uno de los muros de la ciudad, para que sirviera de escarmiento.
Ya nacida la República Dominicana, ante el acto de traición a la incipiente nación que significó la anexión a España, Francisco del Rosario Sánchez enfrentó al dictador Pedro Santana, quien lo apresó y le sometió a la farsa de un juicio, siendo fusilado el 4 de julio de 1861.
La tiranía de Rafael Leonidas Trujillo fue implacable con cualquiera que emprendiera acción opositora a su régimen, muriendo cientos de expedicionarios que lucharon por la libertad de esta media isla.
En 1963, luego del golpe de Estado perpetrado contra el gobierno de Juan Bosch, recién surgido de las urnas, la crisis política llegó a un extremo que el 21 de noviembre de 1963 la agrupación política 14 de Junio, liderada por Manolo Tavárez Justo se levantan en armas y van a las montañas para luchar contra el Triunvirato. Manolo y sus compañeros serían asesinados luego de entregarse, el 21 de diciembre, en Las Manaclas, San José de las Matas.
Diez años después, el héroe de la Revolución de Abril de 1965, Francisco Alberto Caamaño Deñó, ingresaba al país con un grupo de guerrilleros para enfrentar con las armas al gobierno dictatorial de Joaquín Balaguer. Igual que Manolo, fue capturado y ejecutado por militares bajo las órdenes de Balaguer y agencias extranjeras.

Vicente Evangelista, líder de la resistencia contra las fuerzas de ocupación militar de EEUU, en 1916
El poderío militar de Estados Unidos se sintió en tierras dominicanas cuando el 13 de mayo de 1916 el contraalmirante William Banks Caperton dio un ultimátum a Desiderio Arias, secretario de Guerra de la República Dominicana para que abandonara Santo Domingo. Si no lo hacía, iniciaría un bombardeo naval contra la ciudad.
Ante el imponente desplieque militar, a las fuerzas interventoras les resultó fácil hacerse con el país. Pero no todos los dominicanos estuvieron dispuestos a ver su tierra mancillada por la bota extranjera. Focos de resistencia se levantaron en el Este, en Montecristi, Santiago, Puerto Plata y otros puntos del país. Pero entre todos, hubo un guerrillero que destacó sobre los demás, por sus audaces ataques, su capacidad de escabuillirse y por su firmeza ante el enemigo: Vicente Evangelista, un guerrillero que encarnó el símbolo de la resistencia contra el invasor.
«Gavilleros» o «bandits» le llamaron a él y a sus camaradas. El ejército estadounidense ofreció miles de dólares por su captura, vivo o muerto, pero cada vez que las fuerzas militares lo creían cercado y derrotado, él desaparecía, sin dejar rastro. Ningún campesino colaboraba con los militares, por solidaridad o por miedo.
Era tal la dificultad para derrotarlo, que las autoridades estadounidenses le ofrecieron un salvoconducto y miles de dólares para abandonar la lucha e irse a Venezuela. También le ofrecieron la gobernación de El Seibo, rechazando esas ofertas.
Más adelante, la lucha llegó a un punto que lo llevó a negociar. Aceptó la propuesta de gobernación de San Pedro de Macorís, con la condición de que allí no hubiera presencia militar estadounidense. El 6 de julio de 1917 bajó acompañado de un grupo de camaradas para iniciar la negociación. Pero era una trampa. Fue apresado y humillado. A media noche de ese mismo día, fue sacado al patio y fusilado, y desaparecieron su cuerpo, para que no fuera recordado ni emulado su ejemplo.

Liborio Mateo, líder mesiánico, curandero y revolucionario con influencia en San Juan de la Maguana
Papá Liborio o el Dios Liborio fue un carismático personaje nacido en San Juan de la Maguana en 1876. Fue un pequeño agricultor que con el tiempo se convirtió en curandero y guía espiritual de una comunidad que le idolatró al punto de llamarle «Dios Liborio», o «Papá Librorio». Así construyó su cacicazgo en las montañas de San Juan, desconociendo toda autoridad gubernamental o religiosa que intentara controlar sus dominios.
Para los frágiles gobiernos que se sucedían en el país de principios de siglo XX, la existencia de un líder mesiánico, cuya simpatía y adeptos crecía cada vez más, siempre fue una preocupación por resolver, que sin embargo era dejada en el último lugar de la agenda.
A los dominios de Liborio llegaban enviados gubernamentales, con la intención de imponer la autoridad establecida, pero cada uno debía regresar, vencido y frustrado por el desinterés y hasta la falta de hospitalidad que en la comunidad se le dispensaba.
A la comunidad liderada por Liborio llegaban gente de diferentes partes del país, que eran recibidos y ubicados, y se les asignaban tareas productivas. Entre los llegados también habían perseguidos de la ley por diversos crímenes.
El indómito cacique se convirtió en un dolor de cabeza para los gobiernos de Ramón Cáceres y Eladio Victoria.
Entre 1916 y 1922, Liborio se enfrentó a las fuerzas de ocupación en 16 ocasiones, por lo que fue considerado como un guerrillero muy peligroso por las fuerzas de ocupación estadounidense.
En 1922, tras una batalla que dejó decenas de muertos y heridos, Liborio escapó y se refugió, junto a unos 200 hombres, en la Loma Sabrosa, en la frontera. Allí fue muerto a tiros por efectivos el 27 de junio de 1922, al igual que uno de sus hijos. Su cuerpo fue llevado a San Juan de la Maguana y exhibido a la población, y luego sepultado.

Desiderio Arias. Militar, político, senador, funcionario público y empresario tabacalero
Nacido en Montecristi en 1872, Desiderio Arias incursionó en el mundo de los negocios en empresas vinculadas la casa comercial de J.I. Jiménez & CIA, donde adquirió experiencia y prestigio.
Tras la muerte de Ulises Heureaux, Arias forma parte del grupo de insurrectos que había llevado a cabo el tiranicidio, encabezado por Horacio Vásquez y Ramón Cáceres.
Logra su primer puesto en el Estado cuando Juan Isidro Jimenes jura como Presidente de la República el 15 de noviembre de 1899 y lo nombra como «Ayudante de plaza». Desde entonces ocupó diferentes puestos oficiales, mientras su laborantismo político se hacía más activo. En 1904 fue parte de la conspiración que derrotó el gobierno de Alejandro Woss y Gil. En 1905, tras Carlos Morales Languasco ser obligado a renunciar, Ramón Cáceres asume la Presidencia, y Desiderio Arias lo enfrenta, formando parte de la revuelta liderada por el general Demetrio Rodríguez. Las fuerzas del gobierno derrota la insurrección, y Arias sale de país exiliado hacia Puerto Rico y Cuba, para regresar al país en 1912 y luchar para derrocar el gobierno de Eladio Victoria.
Sus luchas lo llevaron a enfrentar al presidente José Bordas Valdez, convirtiéndose en pieza clave en la victoria de Juan Isidro Jimenes, quien lo nombra Ministro de Guerra y Marina, pero pronto lo destituye, al surgir diferencias. Es en estas circunstancias que Estados Unidos, temiendo que Arias planificaba un golpe de Estado contra Jimenes, decide intervenir el país, en 1916.
En 1930, Desiderio forma parte del golpe de Estado contra Horacio Vásquez, tomando el poder Rafael Estrella Ureña. Celebradas las elecciones, Rafael Leonidas Trujillo gana la Presidencia, y Arias sale senador por Montecristi, pero al poco tiempo también se sublevó contra Trujillo. El 20 de junio de 1931, fue asesinado por tropas comandadas por Ludovino Fernández, quien le cercenó la cabeza y se la entregó a Trujillo, en Santiago.

Enrique Blanco Sosa. Militar, desertor del Ejército Nacional
Nació en una comunidad de Tamboril, Santiago, el 14 de enero de 1907. Hijo de padres agricultores, apenas aprendió a leer y escribir, y su niñez transcurrió entre el trabajo duro del campo, juego de béisbol y los sueños de marcharse un día de allí.
Así creció, como un rudo campesino, sin formación, lo que le dejaba pocas opciones para insertarse al difícil mundo adulto, por lo que, convencido de su vocación militar, en 1926 ingresa como raso al Ejército Nacional.
Como buen cibaeño, su punto débil eran las fiestas de perico ripiao y la ingesta de ron, lo que lo llevó a provocar un incidente en el que mató accidentalmente a una señora que pasaba por el lugar, por lo que fue castigado con seis meses de arresto.
A principios de la dictadura de Trujillo, Enrique Blanco, en una inexplicable decisión, desertó del Ejército, escapando con su arma de reglamento, un revólver Smith & Wesson 38, razón por la que pronto se convertiría en el hombre más buscado del país.
Aunque le atribuían ser un excepcional tirador, Rafael Chaljub Mejía, cuyo padre fue compañero de Enrique, explica éste no demostró ser un buen tirador, pues en las prácticas de infantería reprobó.
En un momento de su periplo, Enrique decidió entregar su arma a las autoridades, bajo el entendido de que así cesaría la persecución. Durante dos años no fue perseguido e hizo vida normal. Pero debido a muchas muertes que se le atribuían a él, se radicalizó y empezó a cometer diferentes delitos. Se hizo de la fama de que estaba protegido por un ensalmo contra balas y cuchillos. Los soldados temían encontrarse con el fugitivo, y según se le adjudicaban crímenes que no cometía, también crecía su fama, se hacía leyenda. Cansado, acorralado y atribulado por el asesinato de su padre y dos hermanos, el 24 de noviembre de 1936, Enrique Blanco se suicidó pegándose un tiro en la cabeza. Su cadáver fue paseado por las calles de Santiago, y luego sepultado en un camino, sin mortaja ni funeral.

Guillermo Rubirosa. Dirigente izquierdista, líder de Los Trinitarios
En el marco del ambiente político generado en el país luego de la guerra de abril de 1965, se destaca la figura de Guillermo Rubirosa Fermín, un ferviente revolucionario, que por su compromiso y habilidades caló rápidamente en el seno de la izquierda.
En 1969, recién electo secretario general de Voz Proletaria, un desprendimiento del Movimiento Popular Dominicano, renunció de la secretaria general y de la militancia de esa organización, para luego formar el Movimiento Los Trinitarios. Las razones para su decisión nunca quedaron del todo claras, pero algunos ex camaradas suyos coinciden en que tenía contradiciones en el método de trabajo y la línea política aprobada por Voz Proleteria en su Conferencia Baldemiro Castro, el 12 de septiembre de 1969.
Acompañado de un grupo de disidentes, Rubirosa desarrolló una línea política militarista y de guerrilla urbana, que lo llevó a expropiar armas y recursos para financiar su lucha armada contra el gobierno de Joaquín Balaguer.
Rubirosa llevó a cabo, en 1974, en un lapso de dos meses, el asalto a la colecturía de Rentas Internas de La Romana, y a la sucursal del Banco de Reservas de la prolongación Bolívar, acciones que lo convirtieron en el hombre más buscado durante el gobierno de los 12 años de Balaguer.
Por más de 4 años burló la tenaz persecución de la Policía y la inteligencia del Estado que «le pisaron los talones», que siempre se las ingeniaba para escapar, llegando a surgir la leyenda de que estaba protegido por «resguardos» mágicos. Delatado por un infiltrado, el 26 de marzo de 1978 un comando policial rodeó la casa donde se escondía, en San Pedro de Macorís. Para evitar que las personas inocentes que estaban en la casa murieran, se entregó a la Policía. Una vez salió con las manos en alto, recibió decenas de disparos en su anatomía, ninguno en el rostro, que se presentó a la prensa como si de un trofeo de guerra se tratase. Dos jóvenes que dormían en la casa, ajenos a Rubirosa, también fueron asesinados por agentes de la Policía.