
Cine y canción en dos tiempos
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Una vez más, la música hace su papel. En medio de ocho episodios bien logrados, basados en un hecho real, el magnetismo está presente. Sin ánimo de que estas líneas sean un spoiler, debo referirme a la buena selección de temas, complemento en el que se enmarcan situaciones, acentuación de momentos cruciales de una historia.
Quiero referirme a la canción involucrada al cine, en primera instancia, resaltar las seleccionadas en El cuerpo en llamas, serie española de este año, disponible Netflix, protagonizada por Úrsula Corberó. La misma tiene muchas razones para ser señalada como una magnífica realización. Una de ella es esa banda sonora, muy conocida y que esta producción te lleva a redescubrirla. Son canciones que han sido populares, dentro y fuera de España, que, en contraste con un guion no lineal, se acomodan de manera regular al final de cada capítulo, ajustando la trama, llevándola al drama perfecto y contribuyendo a una estética que mueve las fibras del espectador.
Es el reciclaje perfecto que se muestra con ¡Ay pena, penita, pena!, la canción andaluza compuesta por Rafael León, Manuel López-Quiroga y Antonio Quintero, que en 1953 apareció en la película del mismo nombre, protagonizada por Lola Flores, que no solo la cantó, sino que fue el sello más identitario de su carrera.
También están Payaso, el bolero ranchero que de este lado popularizó Javier Solís y que en la serie aparece en una versión bulería de 1967, interpretada por el cantaor sevillano Miguel Vargas Jiménez, conocido como Bambino. Destaca El amor –que…«hipnotiza/ te hace soñar/ y sueñas y cedes y te dejas llevar…»– balada de la autoría de Rafael Pérez Botija, cantada por Massiel en 1981 y que en República Dominicana y Puerto Rico se dio a conocer en voz de Yolandita Monge a partir de 1985.
Otras piezas que aparecen son Yo no soy esa, grabación de 1971 de la cantautora española Mari Trini y Se nos rompió el amor, antológica creación de Manuel Alejandro, posiblemente la canción más trascendental de Rocío Jurado (1986) que en la referida serie enfatiza una de las escenas más impactantes.
Utilizar temas populares y de alta difusión, es muy recurrente en producciones cinematográficas. Pero no siempre se logra un resultado contundente como el de El hombre en llamas, sobre todo cuando se parte de una atmósfera que involucra lo pasional. Ha pasado con las películas de Pedro Almodóvar en la que el director ha enmudecido interpretaciones musicales para sobre poner otros temas, jugando con las sensaciones, o con el tratamiento artístico de ciertas escenas de Roma, el drama del mexicano Alfonso Cuarón de 2018, en las que tienen vital importancia temas como Te he prometido de Leo Dan, La nave del olvido de José José, Cuando me enamoro de Angélica María y I don’t know how to love him de Yvonne Elliman, tema que forma parte del musical Jesucristo Superstar.
De la gran pantalla a la historia
Desde su llegada, el cine sonoro se constituyó en aliado por excelencia de la industria de la música. Por décadas, las casas discográficas diseñaban estrategias para proyectar con éxito a sus cantantes, de ahí que muchos hayan desarrollado destreza de actores y actrices o, por el contrario, las productoras exigían a las figuras del plató que, entre sus competencias debería estar el canto. De esa manera en el cine norteamericano trascendieron grandes figuras como Frank Sinatra, Deam Martin y Sammy Davis Jr., y una de las artistas más integral en cuanto a cine música se refiere: Judy Garland.

Si de ejemplos hispanoamericanos se trata, hay muchos. Por citar algunos, está la trayectoria cinematográfica de Carlos Gardel, corta, pero necesaria para su proyección. Otro es el caso de Rocío Dúrcal, cuya filmografía, entre 1962 y 1977, contribuyó grandemente a su éxito. De igual manera, no se podría entender la carrera de la argentina Libertad Lamarque sin su paso por la pantalla gigante. Y ni hablar de México, país cuyo cine fue el trampolín que dio a conocer su cultura en todo el mundo y con ella proyectó grandes voces, como las de Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Antonio Aguilar y Vicente Fernández, entre otras. También está José Alfredo Jiménez que, aunque construyó una importante lista de largometrajes que protagonizó, su mayor legado en el cine radica en la trascendencia de sus composiciones como parte de bandas sonoras de películas en el mundo hispanoparlante y más allá, interpretadas por él mismo o por otros.
Retomando el cine de los Estados Unidos, vale resaltar que la fortaleza de sus mercados discográfico y cinematográficos ayudó a la popularidad y altas ventas de canciones realizadas para el cine.
Para la segunda mitad del siglo XX, las ventas de álbumes de bandas sonoras se incrementaban en la medida que las canciones adquirían importancia en las producciones, de ahí que los distintos listados de América y Europa señalen a I will always love youde Witney Houston, tema principal de la película El guardaespaldas de 1992, protagonizada por la cantante y Kevin Costner, como la canción de película más famosa de todos los tiempos. El tema, compuesto y grabado originalmente por Dolly Parton en 1974, hoy es considerado esencial en el repertorio de Houston. En total, esta banda sonora incluye 6 temas con la magistral voz de esta intérprete, de los cuales también destacan I have nothing y I’m Every Woman que, al igual que el mencionado, integraron listas de éxitos en diferentes países.
No se pueden obviar las canciones de la película Fiebre del sábado por la noche, lanzada en 1977 y protagonizada por John Travolta y Karen Lynn Gorney. Todos los temas llegaron a tener éxitos, indiscutible y moderado, en todo el mundo. Estos impulsaron el movimiento de la música disco que moldeó a los jóvenes de finales de los 70, a partir del Hustle, nombre genérico con el que se denominaron las expresiones musicales que se bailaban en los night clubs de la época.