
Calidad del servicio público impacta imagen del Gobierno
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Una de las estrategias más contundentes de un Gobierno en materia de comunicación institucional es la excelencia en la calidad del servicio público, bien difundida y socializada con los públicos clave, es un instrumento convincente de la persuasión, logrando la famosa técnica del storydoing, consistente en generar realizaciones a partir del relato o promesa, y convertirlo en realización.
Al parecer, diversos funcionarios de la actual administración en la República Dominicana no han logrado entender esta ecuación, ellos, sea por incredulidad, filosofía o por boicot han decidido que los servicios correspondientes a sus dependencias, y que antes eran efectivos, en la actualidad sobresalen por las denuncias de ineficiencia o su total deterioro.
El Presidente Luis Abinader, a quien se le puede visualizar con una activa estrategia de comunicación reeleccionista, marcha contra la corriente cuando toma incluso los fines de semana, para realizar actividades como inauguración, o inicio de remodelaciones de obras solicitadas por los comunitarios, y esto lo comunica como parte de un relato para evidenciar el logro o el cumplimiento de la promesa electoral.
Empero, hay funcionarios que no comprenden la dinámica de cómo dirigir una institución gubernamental, o entienden que su colocación en esa dependencia es el pago por su aporte proselitista, por lo tanto, no tienen que lograr una buena gestión, ni obtener el éxito reconocido por los usuarios durante su administración. Nada más obtuso y demostrador de la falta de visión o de conocimiento gerencial.
El deterioro en el manejo de servicios importantes para la población, y que se convirtieron en símbolos del buen funcionamiento, es una herida cortante al flujo de las banderas de conquistas del gobierno actual en la República Dominicana.
Parece que los funcionarios que han descalabrado servicios dirigidos a los ciudadanos con un alto nivel de impacto en la vida de estos y su cotidianidad, no entienden de compromiso social o político, no tienen percepción de riesgo de que son transitorios en esos puestos, no temen que los votantes les cobren sus actitudes al dirigir o están tan seguros de la reelección, que se dan el lujo de afectarlos y convertirlos en íconos del perjurio de su gestión.
No hay instrumento más convincente de campaña proselitista que las victorias obtenidas frente a la administración de un servicio en las instituciones públicas, es una materia prima contundente para mostrar a la ciudadanía. Es la evidencia de haber pagado la promesa de campaña, y va más allá, con un poco de visión, solo se trataría de dejar ese bien estatal mucho mejor de cómo lo encontraron.
Cuando se puede evidenciar logros tangibles, no los expresados en una narrativa articulada, carente de verdades e inflada para obtener indicadores de relaciones públicas, un político frente a la gestión gubernamental puede implementar sin temores la técnica política del storydoing, que conforme a los autores Rodríguez-Ríos, A. y Lázaro Pernias, P. (2023), en El storydoing como modelo innovador de comunicación publicitaria que favorece una mejora en la sociedad. Revista Latina de Comunicación Social, 81: «Es un modelo de comunicación publicitario que favorece una mejora en la sociedad a través de la educación en valores que atañen a la familia, la escuela, la adolescencia y la juventud, el civismo, la cultura y la política».
Y cuando los funcionarios son eficientes, esto se convierte en el storydoing real, y además al ser comunicado estratégicamente mejora la percepción de estos, de la entidad que dirigen, y se endosa al posicionamiento positivo del Gobierno al cual integran, y cuando es lo contrario, impacta a todos los involucrados, sobre todo, a la imagen del candidato que están tratando de volver a vender al electorado, como es el caso del actual mandatario.
No es favorable la imagen generada por el mal desempeño de servicios como Pasaportes, Servicios del 911, Metro de Santo Domingo, entre otros, mucho menos para quienes son los responsables.