Balaguer, el tramposo y supersticioso
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Genoveva Pérez era una vecina muy querida por mi madre en su casita amarilla de San Carlos. En su hermosa juventud, doña Beba, como era conocida en el barrio, cuenta que llegó a trabajar en el Correo o Instituto Postal Dominicano. Allí conoció a un joven muy discreto que luego se convertiría en presidente de la República.
Ese joven era el doctor Joaquín Balaguer, que para entonces se conocía como poeta. Decía que era un empleado muy correcto y que todo el tiempo estaba muy solo y que siempre iba vestido muy formal: sombrero, «saco» y corbata.
Doña Genoveva Pérez solo tuvo un hijo, el ingeniero José Miguel Leyba. Un buen ingeniero que trabajo en grandes obras aquí y en exterior.
En su juventud, José Miguel, hizo causa común con los ideales del movimiento clandestino conocido como 14 de Junio, que buscaba derrocar al tirano Trujillo.
Un día cualquiera, en la postrimería de la dictadura, el joven estudiante de ingeniería de la Universidad de Santo Domingo, fue apresado por los servicios de seguridad de la tiranía por sus vínculos políticos con el movimiento clandestino.
Una Genoveva desesperada, siempre nos contaba ella en esas noches de remembranzas en San Carlos, escribió una carta al entonces influyente ministro de Educación, Joaquín Balaguer, su ex compañero en el Correo, para que intercediera y no le pasara nada a su único y adorado hijo. Ella dijo que a José Miguel se lo llevaron para la temible cárcel de represión política llamada La 40, donde muy pocos presos sobrevivían a las torturas de los esbirros del trujillismo.
Genoveva Pérez cuenta que después de enviar la carta, un buen día, el joven José Miguel Leyba regresó a la casa y jamás fue apresado.
Esa situación convirtió a Genoveva Pérez en una balaguerista hasta los últimos días de su vida.
Genoveva Pérez, como muchos dominicanos, no aceptaba que Balaguer era un político misterioso, tramposo y que creía en brujerías.
El simpático cirujano Humberto Salazar reveló recientemente que Balaguer le nombró a su «bruja preferida» dos hijos en el gabinete gubernamental después del triunfo electoral de 1990. El mayor fue designado en Salud Pública y el menor en la poderosa Secretaría de Obras Públicas. Se dice que Balaguer escogía los 21 de enero, día de Nuestra Señora de la Altagracia, para anunciar su reelección presidencial, «buscando su bendición», porque el chamán de la política dominicana además de «supersticioso» era tramposo.