¿A quién le importa Haití?
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Haití es territorio olvidado. El devenir del país más pobre de América Latina importa poco o nada. Las organizaciones internacionales giran la cabeza a un lado para no tomar en cuenta esa dura realidad que es Haití: caótico y mísero. Actualmente, este pequeño país se hunde en la violencia y el caos, sumado a una gravísima situación sanitaria y bandas criminales que operan en todo el país. La anarquía incrementó desde el magnicidio del expresidente Jovenel Moise en el año 2021. Calificado de «Estado fallido», Haití no ha tenido estabilidad social y económica desde hace largas décadas. Basta recordar las barbaridades cometidas durante los casi 30 años de dictadura duvalierista para comprender la actualidad.
A raíz del asesinato de Moise, el país estuvo dirigido por un gobierno transitorio comandado por el médico Ariel Henry, que resultó ser un fiasco de autoridad. La población haitiana no solo lucha contra la falta de autoridad institucional sino también contra las bandas que azotan y asesinan a cualquiera sin distinción y que no les interesa el orden. Un país que comparte territorio con República Dominicana, quienes no puede hacer más por los haitianos y desde el gobierno del presidente Luis Abinader, a través de distintos cónclaves de mandatarios de la región han exigido una y otra vez, más ayuda al pueblo haitiano y la necesidad urgente de intervención militar.
Precisamente y luego varias peticiones del mandatario dominicano y otros presidentes del hemisferio en las reuniones de la ONU incluido el mismo Ariel Henry, la organización dictaminó que llegaría al país caribeño un ejército de Kenia para ayudar a paliar la situación de inestabilidad. Sin embargo, la salida de esos militares kenianos está detenida porque no hay presupuestos para semejante desplazamiento según el gobierno keniano. Entre tanto, Ariel Henry ya no es presidente interino de Haití y se encuentra en Estados Unidos sin pretensiones de regresar a su país.
En la última reunión del Caricom (Comunidad del Caribe) hace unos meses, los responsables decidieron instaurar una especie de Consejo Presidencial para la Transición con el apoyo de Estados Unidos, Canadá, Brasil y México. Estados Unidos, por cierto, prometió una ayuda económica que aún no llega. En realidad, el gobierno norteamericano está muy ocupado con otros menesteres en este difícil año electoral y el dinero ya fue destinado a Ucrania.
En esos días, también se informó que el coordinador de ayuda de emergencias de Naciones Unidas, Martín Griffiths, asignó 12 millones de dólares del fondo central de ayudas a emergencias para los miles de desplazados por la violencia en Haití. Entre tanto y bajo esta situación de inestabilidad, el nuevo embajador español Marco Peñín Toledano, entregó sus cartas credenciales o de gabinetes, al ministro de asuntos exteriores haitiano, Jean Víctor Généus.
No obstante, la población haitiana, exasperada, espera con ansias que ese Consejo Presidencial sea positivo e instaurare el orden en un país sumido en la violencia y el caos desenfrenado. Los sectores representados dentro de esa conformación gubernamental firmaron los documentos necesarios que fueron enviados al Caricom para dar forma al decreto que designó el Consejo Presidencial en Haití. El consejo eligió a Edgar Leblanc Fils como presidente de ese consejo y a Fritz Bélizaire, ex ministro de deporte, como primer ministro. Ambos se encargarán del destino de ese país hasta el 7 de febrero de 2026, fecha prevista para la investidura de un nuevo presidente tras las elecciones legislativas.
El Consejo Presidencial tomó las riendas del país bajo la amenaza de boicot de las bandas armadas y a la espera de que la ONU cumpla con su promesa de enviar fuerza internacional que ayude al orden en las calles. Mientras la oligarquía haitiana muy cuestionada sigue impávida.
A fin de cuentas, con la complicadísima situación geopolítica actual, ¿a quién le importa Haití cuando los intereses están puestos en Rusia y Ucrania, Gaza, Israel y todo Oriente Medio?