
Autoridades: ¿Llovió?
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«Que el día más claro llueve» es un dicho muy cierto, una realidad palpable. Llueve por momentos y luego resplandece el sol inclemente que nos baña cada día como país tropical que somos. Una cosa es eso y otra que llueva sin parar, de manera intensa por tres horas corrido y de paso nos desnude la dura realidad en la que vivimos, en lo que nos han convertidos las distintas autoridades y por demás, en la nula adecuación de planes urgentes con el tema del cambio climático. Una realidad para todos.
Llovió y nos sorprendió. Nos agarró como ciudad caótica en el caos, desesperación, descuido, desorden descomunal y por si fuera poco, nos quitaron los espejuelos bruscamente para comprobar una vez más lo poco educados que somos como ciudadanos con los desperdicios tirados en las distintas vías y cañadas. Desde la Oficina de Meteorología se informó en su momento de la vaguada, pero no imaginamos que sería tan fuerte, intensa y devastadora su paso por la ciudad de Santo Domingo. Ese «Gran» Santo Domingo que de grande tiene poco. Tampoco tenemos radar para estos casos.
Bastaron tres horas de lluvia torrencial para que las cañadas se desbordaran, para que las calles y avenidas de nuestro «Gran» Santo Domingo quedaran anegadas, para que la gente no pudiera llegar con normalidad a sus casas, el metro también inundado y la desesperación se adueñó de todos en un intento vano por salvar los carros, llegar al destino deseado y por supuesto, por salvar la vida. Esas cañadas eternas que cada gobierno promete sanear y arreglar nuevamente fueron el foco del desastre, un lodazal inmenso en los barrios periféricos de orillas y también en algunos céntricos, más que nada por el agua subió en calles y avenidas más allá de lo normal.
A quienes les pilló este fenómeno natural intenso en las calles, no tuvieron otra opción que sacar el agua de sus vehículos y apagarlos. Otros carros se iban nadando con la corriente del agua. Hubo 3 muertes y desapariciones que hasta ahora no conocemos su paradero. Como ciudadanos de esta isla estamos acostumbrados a amanecer o recorrer grandes charcos de agua desde siempre, pero pocas veces (salvo ciclones) como lo sucedido.
Luego de todo esto, aparecieron las autoridades. Sí, esas autoridades, como por ejemplo, la flamante alcaldesa Carolina Mejía, cual super heroína pero sin capa, en lo mejor que ella sabe hacer: fotos por doquier para colgar en las redes. Llegó a los barrios como siempre hace cada vez que llueve, abrazó a los residentes de cada sector y habló donde quiera que llegó. En el ínterin, se reunión con la otrora flamante senadora Faride Raful y José Paliza, ministro administrativo de la Presidencia para coordinar las labores de asistencia, ordenado por el Presidente Luis Abinader.
Todos ellos saben, al igual que las autoridades pasadas y antepasadas que el asunto no solo está en ir corriendo a los sectores más desfavorecidos a dar auxilio, sino que el Ayuntamiento tiene la responsabilidad de limpiar, dar mantenimiento y adecuar los drenajes pluviales, alcantarillas y demás. Pocos alcaldes se han ocupado de este tema vital para la ciudad. El ayuntamiento, y eso Carolina lo sabe, debe ser insistente con planes de educación ciudadana con relación a no tirar basuras, desperdicios en las calles y por supuesto, a implementar conjuntamente con el Ministerio de Turismo, Medio Ambiente y la misma Presidencia, concientización con los temas del cambio climático que es una realidad para todos y desde hace tiempo lo estamos viviendo.
No es posible que una alcaldesa viva de espaldas a la realidad que nos atañe. No es posible que un ayuntamiento no se ocupe de los drenajes, de construir más drenajes que son necesarios, limpieza y basura de las calles y avenidas de esta ciudad. ¿Cuánto ha invertido Carolina en estos asuntos? NADA. ¿Tiene Carolina capacidad para ser alcaldesa? NO. ¡Hasta cuándo!