26 de julio, inspirador de revoluciones
Comparte Este Artículo
El 26 de julio de 1953 se produjeron los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el oriente de Cuba, operaciones militares que en su momento resultaron en fracaso, pero al mismo tiempo sirvieron de inspiración, no solo para motorizar el proceso revolucionario en la nación caribeña, sino en toda Latinoamérica.
Nuestro país fue uno de ellos. Bajo la impronta de esta acción subversiva de 1953, y más luego la victoria del Ejército Rebelde, en 1959, liderado siempre por Fidel Castro, grupos de dominicanos, apoyados por combatientes internacionalistas de Cuba, Puerto Rico, Venezuela, España y hasta de Estados Unidos, se echaron al mar a la aventura gloriosa de enfrentar al dictador Rafael Leonidas Trujillo, tocando tierra dominicana por Maimón, Constanza y Estero Hondo el 14 de junio de ese mismo año.
El significado histórico de la temeraria acción ejecutada por Fidel y un reducido grupo de jóvenes sin casi nada o ninguna experiencia militar o guerrillera, radicó en la estrategia del movimiento de reivindicar el proyecto de República enarbolado por José Martí, y en el hecho de que la lucha armada era la única opción que tenía el pueblo cubano para salir de la dictadura.
Diría Fidel en 1983 que con el asalto del 26 de julio «se abrió así otra página en la historia de Cuba: la de la acción armada como forma principal de lucha frente a la sangrienta tiranía de Fulgencio Batista y contra el yugo impuesto por Estados Unidos y sus monopolios explotadores a la nación cubana desde principios del presente siglo».
Como consecuencia de esta gesta revolucionaria, cientos de jóvenes, miles de cubanos se integrarían al Movimiento 26 de Julio, creado luego del fracaso militar –que no político– sufrido por Fidel y sus hombres.
En el exilio, los revolucionarios organizaron una nueva expedición, que salió de México a bordo del yate el Granma, el 2 de diciembre de 1956, desembarcando en el oriente de Cuba e iniciando la guerra que tres años después llevaría a Fidel Castro y los revolucionarios a tomar el poder, al frente del Ejército Rebelde que entró en La Habana el 1 de enero de 1959.
En Latinoamérica, el impacto del asalto resultó en estruendoso, marcando una nueva etapa en la lucha que libraban los pueblos por su libertad y contra los gobiernos de fuerza que dominaban la mayoría de los países de la región.
Es innegable la influencia que marcó en los movimientos revolucionarios de los pueblos latinoamericanos, que vieron en la lucha armada y el proceso cubano un modelo a seguir para desplazar del poder a los gobiernos tiránicos, y construir la revolución en cada rincón de esta región.