La izquierda, atomizada por su histórica vocación de división
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La izquierda criolla surgió con fuerza esperanzadora a finales de la dictadura de la satrapía trujillista. Las primeras organizaciones de izquierda dominicana, surgidas en el exilio, en Cuba, fueron el Partido Democrático Revolucionario Dominicano (PDRD), en 1943, y el Partido Socialista Popular (PSP), en 1946, así como el Movimiento Popular Dominicano, que nació en 1956, también en La Habana.
Manolo Tavárez Justo y Minerva encarnaron un liderazgo carismático, con vocación de poder, desde la Agrupación Política 14 de Junio, fundada en 1960, basados en el Programa y el ejemplo de los expedicionarios de junio de 1959.
Sin embargo, desde el mismo primer intento de organizarse como fuerza de izquierda de los opositores al régimen de Rafael Leonidas Trujillo, el germen de la división hizo nido permanente allí. Del PDRD surgió el PSP, del que a su vez procede el Partido Comunista Dominicano (PCD), y de allí varios desprendimientos; de la Agrupación Política 1J4, una vez asesinado su líder Manolo Tavárez Justo, hizo fuerte el virus divisionista, y ya para 1968 había desaparecido, dando paso a nuevas organizaciones políticas, como la Línea Roja del 1J4, que a su vez, continuaron subdividiéndose, aunque en 1980 fundaron el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), que a su vez sufrió una primera escisión en 1984, y finalmente se dividió en 1986.
El MPD sufrió estragos, con varias divisiones. De las más importantes surgió el Núcleo Comunista de los Trabajadores, encabezado por Fafa Tavéras, y en 1977 el grupo que en 1980 fundaría el Partido Comunista del Trabajo, encabezado por Rafael Chaljub Mejía.
Los intentos de construir proyectos unitarios terminaron siempre en fracaso, como el de la Izquierda Unida y el Frente de Izquierda Dominicana, a mediados de los años 80, seguidos por nuevos esfuerzos, menos trascendentes. Como común denominador, el vanguardismo, el criterio de que todos los máximos dirigentes de las organizaciones participantes tienen que liderar, y los que no, terminan rompiendo la alianza.
Con renovadas expectativas, en 2011 surge Alianza País, con la visión de aglutinar a la mayor cantidad de grupos de izquierda, liquidando sus viejas estructuras y pasando a formar parte de AlPaís.
Una nueva organización sin el pesado fardo de los errores de la vieja izquierda, proclamaba Alianza País y su líder Guillermo Moreno, una estrategia que no solo buscaba reunir la militancia atomizada, sino conquistar nuevos simpatizantes, sobre todo jóvenes y sectores democráticos que ya no confían en los residuos de la otrora influyente izquierda de los años 60 y 70.
Moreno recorrió todo el país, se reunió con innumerables líderes, y su nueva propuesta caló en varias organizaciones, que cerraron sus puertas para marchar bajo la bandera verde y amarilla. En las elecciones de 2016 obtenían su primer diputado, el prestigioso revolucionario Fidelio Despradel.
En agosto de 2019 se anunció la fusión de los aliancistas con Opción Democrática, de Minou Tavárez Mirabal, que no solo le sumó importantes recursos humanos al proyecto, sino prestigio. Menos de un año después, en las elecciones de julio de 2020, los aliancistas conquistaban dos escaños en la Cámara de Diputados, José Horacio Rodríguez y Pedro Martínez, ambos destacándose en el Congreso por su postura ética y defensa de derechos de las mujeres y minorías.
Sin embargo, como una maldición, tras las elecciones surgieron quejas y divergencias a lo interno de AlPaís, y en febrero pasado un grupo de militantes anunciaban su separación de la organización, alegando «atropellos, falta de respeto, negación de derechos, persecuciones, marginación y violaciones a la Normas Estatutarias y Principios».
A ello le siguió, en abril, una carta pública del diputado José Horacio Rodríguez, en la que criticaba a Guillermo Moreno su «falta de transparencia» y conducta autoritaria.
El 8 de mayo pasado, Opción Democrática y Alianza País acordaban poner fin a su frustrado intento de fusión.