
Un viaje musical que revela la identidad investigada por Xiomara Fortuna
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La República Dominicana tiene en Xiomara Fortuna una condensación interesante de la creación artística de estas tierras caribeñas y los mares que la circundan.
Ella es nativa de Monte Cristi y como Fernando Villalona, desde distintas músicas, forma parte esencial de las figuras de su región con extendida presencia en las artes.
Xiomara desde niña ha dedicado su arte al folclor, la tradición y el rescate de las herencias ancestrales en nuestro acervo cultural y musical. Desde su primera producción, titulada De la tierra al llano (1987), la artista ha mezclado mangulina, atabales, salves, cantos de hacha, gagá, jazz, congos, pri pri, rock, pop y sonidos y recursos de la música popular en sus casi 20 discos destacados en R.D. y el mundo hasta convertirse en «la reina de la fusión».
Es que la fusión forma parte de esa amalgama de talentos que tiene y de las corrientes ideológicas que la han motivado e influenciado desde sus estudios en la UASD de los doce años, época en que la música era un arma con alma para defender la justicia y las ideas.
A las mencionadas raíces de nuestra música hay que agregarle otras provenientes del Caribe y de África. Como Silvio y Pablo, Xiomara se dejó influir por la denominada nueva trova, para componer. De hecho su guitarra es una compañía asidua en cada paso de su inventiva y puesta escénica de sus creaciones.

Como buena hija del pueblo, siempre ha estado del lado de las luchas sociales y cerca de los organismos defensores de los derechos humanos, de los derechos de los campesinos, de las mujeres, de los niños. Probablemente Xiomara ha cantado más a favor de las luchas sociales que cualquier otro artista en el país, y de hecho esto le ha valido la inclusión en proyectos culturales y humanitarios que la han llevado a varios continentes.
Xiomara ha motorizado, sin necesidad de tomarlo como bandera de promoción, una labor social y solidaria que aún con más recursos, a muchos les costaría emular. Y lo ha hecho como un compromiso de vida.
Lo único que ha gritado a los cuatro vientos es aquello que para ella es verdad, respetando a los otros y recalcando aún cantando aquello de que «vivir de la mentira no va conmigo / merezco respeto así como soy».
Dentro de la evolución artística de Xiomara, la muchacha del sonido sublime. La que ha sido alumna de Toné Vicioso y maestra de tantos músicos como Yasser Tejada, ha entregado durante sus ya más de 40 años de carrera, producciones musicales que han cortado el aliento, que nos han puesto a llorar, a reír a cantar, a bailar, a saborear la poesía musicalizada, y sobre todo, a recordar quiénes somos y de dónde venimos.
Sin embargo, la que se presenta en su nuevo EP (de tres a seis sencillos que no pasen de 30 minutos y que no puedan llamarse un LP) es un viaje maravilloso a las raíces a través de su cuerpo y a través de sus convicciones.
#etaquetuves
Una frase recurrente en la voz de la actriz y comunicadora Carolina Féliz es aquella que dice: «Lo que ves es lo que hay». Expresión que se nos antoja la más adecuada para reafirmar el verso que da título a una de las canciones principales de esta nueva apuesta discográfica de Xiomara Fortuna:
Eta que tu ves, esta soy yo
con pelo o sin pelo soy yo
hermosa mi piel, bello mi color
que mi mamá me lo dio.
Y precisamente de eso se trata. De verse, encontrarse, aceptarse y asumirse. Tras más de cuatro décadas componiendo, cantando, estudiando y trabajando con las tradiciones musicales, pero también al amor romántico como demostró con Entre luna y Babia (2022), Xiomara Fortuna decide rendir su más contundente homenaje a la herencia africana, en ella y en la música dominicana.
Porque esta vez, Xiomara ha fundido en este EP (extended play) de seis 6 canciones, toda la sonoridad de los aportes de las distintas etnias africanas que fueron traídas a la isla, logrando un sonido tan estilizado, unas interpretaciones tan profundamente personales, emotivas y conmovedoras…
Ver a Xiomara con ese lenguaje tan dominicano que corta las palabras, tan abierto y tan real que no teme llamar las partes de su cuerpo por su nombre, no evade sinuosidades, sino que donde otro pone vulgaridad, ella pone poesía:
Soy negrita come coco
con la nariz de frononó
mis nalgas son como tambora
así me quiero así soy yo.
Pero además de la poesía pone en evidencia carencias ancestrales de nuestra identidad. Nos invita a un viaje de 6 paradas musicales, tan distintas, pero que a la vez se encuentran en ese caudal de músicas que distingue a África, quien ha aguzado el oído, sabe que no solo estamos hablando de tambores.
Hay en la voz de Xiomara que le canta a la madre de las aguas (Kalunga) la sutileza del azul en sus olas y la tristeza de los barcos que trasladaban a los esclavos a América. Una melancolía de siglos en las cuerdas de la guitarra de Rafa Payán.
África vive en mí y Alma negra son otras estaciones de ese viaje a los ancestros de seis días a través de los cuales el orgullo nos hace sacar aquello del poeta Alix de detrás de la oreja.
Con mi greña no hay quien pueda
tate quiero, tate quieta
conmigo ya no te metas
ya lo sé soy una prieta.
Cuando uno regresa a casa, sabe quién es y levanta la cara, como nos enseña Xiomara Fortuna. Ya cualquiera no nos puede golpear.
(Disponible en Youtube y Spotify)