
Cristian Mateo, caimanes, gatos y palos de fósforos por esas calles de Santo Domingo
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La imaginación y la creatividad son cualidades que todos los seres humanos pueden activar para convertirla en arte, en negocios o en ideas que motorizan cambios fundamentales para la humanidad.
De hecho se dice que la exposición a cualquier manifestación artística es capaz de moldear, poco a poco el temperamento de alguien y de hacerle crecer espiritualmente.
Solo con pasar y mirar cada día un mural, una escultura o una estructura arquitectónica llamativa en el entorno cotidiano somos impactados desde la corteza cerebral y cambia nuestra percepción del mundo.
A estos hallazgos científicos sobre nuestro cerebro y cómo el arte nos influye, que fueron maravillosamente documentados desde la neurociencia e interpretados por John Berger en Modos de ver, se le suma la experiencia personal de cada quien.
La ciudad de Santo Domingo y Santiago, principalmente, han asimilado los procesos de muralización desde proyectos colectivos privados como Transitando Art o institucionales como el de la Alcaldía de Santiago. Iniciativas que han sido ampliamente aplaudidas y valorados por el público y los medios.

Nos llamó poderosamente la atención ver cómo el artista visual dominicano egresado de Altos de Chavón, Cristian Mateo (San Juan de la Maguana, 1973) con exposiciones individuales y collectivas, nacionales e internacionales, está tomando espacios de la capital para compartir imágenes imponentes de ciertos animales, entre los que destaca el caimán y los palos de fósforo.
¿En que tú crees que ayuda a la sociedad este tipo de murales?
Mira ayuda un poco a crecer, a pensar que el arte tiene una gran importancia para la humanidad. Te comento que realizando un mural –ahí en el malecón–, se desmonta una señora con su niña y se me acercan, me hacen preguntas y me dice la madre que a su hija le gusta la pintura, que ella ralla las paredes y todos los cuadernos y le dije fantástico, entonces apóyela. Y le di una recomendación, incluso le regalé unos lápices y unos pinceles y me puse a su orden. O sea, a mí me ayudó el encuentro con esa señora y con esa niña. Ahí tuve un gran aprendizaje, y entonces pensé y me dije a mí mismo ‘creo que este proyecto va a ser infinito’. Y creo que así es.
O sea que tú vas a llenar de caimanes la República Dominicana…
[Risas] No, no tanto eso…
Pero te encantaría.
Bueno, si aparece una multinacional o un gran inversionista este proyecto se podría convertir en un sello personal de la República Dominicana, porque aquí la imagen del caimán en el Lago Enriquillo todavía no se ha explotado amplianente. Y, recuerda que es una especie muy noble y única en el mundo. Porque los caimanes son de agua dulce. Ese es un caimán de agua salada o sea único en el mundo. Que tiene una magia ancestral y yo creo que ese caimán de el lago Enriquillo es el ADN de los dominicanos, lo que nos identifica ahí es que yo quiero llegar.

¿Y lo de los fósforos?
¡Oh bueno! Lo de los fósforos es una historia muy bonita.
Será que tú eres un pirómano.
[Risas] Yo soy un pirómano natural. Te cuento que yo fui criado por mi abuela.Y, mi abuela era fumadora de tabaco de andullo. Yo era quien le compraba los tabacos en el mercado. Ella tenía en la casa una lata y en esa lata guardaba tabaco, papel de envolver, menta y muchos cerillos de fósforos Y en cada rincón de la casa me encontraba con cerillos de fósforos.
Cuenta que también se encontraba con episodios en los que la vecina la llamaba y le decía: «Doña Marina me puedes regalar dos palos de fósforos». Esas cosas ya no se ven, o sea, eso es algo muy muy interesante y que forma parte de todas esas reminiscencias étnicas, que yo creo que hay que rescatarlas y quiero que eso no muera nunca, porque esa es la verdadera esencia de los seres humanos o sea ese sello y que todo continúe.
Ahora recuerdo también a las hormigas, ¿ por qué las hormigas?
Las hormigas representan mi estancia en Europa, la época en que nació mi hijo Nicolás, a quien llevaba frecuentemente al Parque Güell, en Barcelona. Este es el parque temático creado por el gran y famoso arquitecto catalán Antonio Gaudí. Entonces yo vivía cerca de la Catedral Sagrada Familia, su creación más emblemática. O sea, con un discurso, una biblia abierta, vamos a decirlo así y la visitaba o sea estuve dentro en más de siete oportunidades. Creo que tuve mucha influencia, yo creo que ese es uno de los monumentos que más me ha impresionado, más que tener de frente a la Monalisa, una obra de Picasso o de Dalí, porque he tenido la experiencia, pero esa conexión de tocar las piedras, esa experiencia y verás si esas hormigas, esos insectos me dejaron marcado. Entonces, qué pasa las hormigas cuando tu comes algo o dejas caer algo, por ejemplo, en mi casa mi abuela me hacía mucho arroz con leche. Y, esa azúcar que quedaba en la mesa entonces ahí venían las hormigas en búsqueda de lo suyo…me dejaron marcado.

Para Cristian cada cosa que ve y cada momento que vive está relacionado con su aprendizaje personal y con la conformación de su obra, por lo cual asevera: «Cuando hay hormiga en la casa ellas te están enviando el mensaje de que tú tines que organizarte, de que por ahí hay algo de alimento que está por ahí tirado y la necesidad retomar el control de tu espacio».
Mientras regala estos espacios para la conservación del planeta y la sanación colectiva, Cristian combate el viejo dilema del arte y las formalidades excesivas de las instituciones públicas o privadas en relación a las exposiciones.
El consejo es que mientras cruzan la ciudad, por el 30 de Mayo, la Independencia o en cualquier sector y se encuentran con una de las figuras del caimán no dejen de hacerse un selfie y etiqueten a Cristian Mateo, quien te contará la leyenda de la caimana Haina.