«Terror», una obra que juzga el peso de la ética
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A Beba Rojas la veíamos cada día en «Bienvenidos», entonces uno de los mejores programas de humor de América Latina que se producía en Venezuela. Una actriz con un cuerpo esculpido, siempre agradable a la vista a la que se le agradecían sus pícaras apariciones en los sketch de verano, en la playa; o en las comedias de marido y mujer, en los que hacía gala de sus medidas físicas. De correcto hablar, virtud de los venezolanos, que con naturalidad y dominio va de la comedia al drama y viceversa. Virtud de las buenas actrices.
Terror, producida y dirigida por Ramón Santana, nos permitió verle actuar por primera vez, en una de sus últimas funciones, tras su reposición que posibilitó la agradable acogida del montaje por parte del público. No es la Beba de «Bienvenidos», pero sí es la misma actriz con capacidad de desdoblarse y meterse en la piel de la Sra. Müller, la abogada que defiende al acusado Lars Koch (Irving Alberti).
La obra es drama potente del dramaturgo alemán Ferdinand von Schirach que se estrenó en el 2015 y desde entonces inició un convincente recorrido por los principales teatros del mundo. Un texto denso, sobre el juicio a un militar piloto que tomó una decisión vital –y polémica– que cambiará el curso de su vida y la de más de un centenar de personas, víctimas del fatídico juego del terrorismo.
En Terror, Ferdinand –escritor que ganó reconocimiento fuera de Alemania gracias al éxito de Crimen (2009) o Culpa (2010)– apela a la representación de la justicia para poner a prueba la capacidad de discernimiento del espectador. ¿Qué vida es más importante? Preguntan directamente al público cada una de las abogadas en el momento de sus debates. Y en ese momento, recordamos la película What is Life Worth (que en español se pudiera traducir más o menos Cuánto vale una vida), en la que un abogado interpretado por Michael Keaton enfrenta la burocracia de Washington en defensa de los sobrevivientes de las víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre.
Paralelismo válido, con marcadas diferencias entre obra y película, pero con un mensaje de fondo muy parecido en el que predomina el juicio individual de cada quien, para sacar conclusiones que pueden chocar de frente con la ética… o la justicia. Todo dependerá del cristal con que se mire.
La obra, con casi dos horas de duración y un final que invita a la participación de la audiencia, se desarrolla en la sala de una corte, representación ideal para un intérprete con posibilidades de destacarse de cara al resto de sus compañeros en escena. Es lo que consiguen la Beba Rojas y Luvil González (que encarna a la Sra. Nielsen, la fiscal), indudablemente las dos actrices que memorizaron –como todo profesional de la actuación– sus diálogos, quienes no desperdician precisamente lo que el texto pone en boca de sus respectivos personajes.
Plausible la breve intervención de Yanela Hernández, como la querellante, que logra en su momento,muy bien logrado, mover las fibras de la compasión y la resignación; menos creíble estuvo el veterano Orestes Amador, como el juez, a quien hemos tenido la oportunidad de disfrutarlo con mayor satisfacción en otras ocasiones. Desde la butaca 5 de la fila N de la sala, no sé porqué el acusado que interpretó Irving Alberti se nos pareció tanto al cabo Harold W. Dawson que interpreta el actor Wolfgang Bodison en el drama A Few Good Men del 1992 que protagonizan Tom Cruise, Demi Moore y Jack Nicholson.
Sucede tanto en el cine como en el teatro, los argumentos judiciales –en el menor de los casos, a Dios gracias– suelen suponer un desafío para mantener el interés en alta. La obra Terror, la puesta en escena de Santana en la sala Ravelo del Teatro Nacional, indudablemente enriquece el portafolio del director Ramón Santana, un montaje que invita a la reflexión, en su conjunto artísticamente satisfactorio, con interpretaciones sobresalientes como las que destacamos más arriba.
Ficha técnica
Producción y dirección: Ramón Santana
Dramaturgia: Ferdinand von Schirach
Elenco: Beba Rojas, Orestes Amador, Luvil González, Irving Alberti, Yanela Hernández, Richard Douglas. Participación especial: Madeline Bare, Xavier Ortiz y Nathalia Rodríguez.
Escenografía: Fidel López.