
Si permanece el pleno de la Cámara de Cuentas, la imagen lo aniquilará
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En tiempos de la relativización de todo, donde se da otro enfoque a lo denominado como malo, antiético y lo inadecuado, todavía provoca rechazo en la mayoría de la sociedad la crisis de imagen de la Cámara de Cuentas. A pesar de los cambios, todavía es fundamental que una institución como el órgano que tiene la finalidad auditar a otras instituciones del Estado y tener la credibilidad o reputación suficientes para que los entes auditados asuman como válidos los cuestionamientos y observaciones que emiten en sus informes.
En la República Dominicana la Cámara de Cuentas, por el manejo de sus integrantes, ha estado en cuestionamiento permanente; no por falta de competencias técnicas duras, que son esenciales en la posición, no. Es por carencia de cohesión, integración y de buen relacionamiento entre el equipo, lo que ha traído como resultado la ventilación y exposición de las diferencias desde los inicios de su conformación en el año 2020.
La génesis de los conflictos y de las diferencias de criterios, el rumor público los atribuye a los hilos que entretejen la política en el país; el boca a boca atribuye a vínculos políticos, las desavenencias y malos procedimientos en la gestión de este organismo, lo cual fue ratificado por la Comisión Especial de la Cámara de Diputados, que evalúa la crisis generada entre los integrantes, determinando luego de las entrevistas a estos que «hay faltas graves para acusar ante el Senado de la República el inicio del juicio político», publica el periódico Listín Diario.
En más de una ocasión, miembros de la entidad han ido a los medios de comunicación a exponer situaciones que se generan a lo interno, cada uno revela aspectos más delicados de la actuación del otro. Han dado entrevistas exclusivas solo para acusarse entre sí. La polémica generada por los miembros del Pleno lo ha llevado a la casi determinación de un juicio político en su contra.
Con una imagen tan afectada, que va de acusaciones de manejo antiético de procedimientos hasta manipulación de resultados de auditorías de instituciones gubernamentales, cómo esta organización va a recobrar los intangibles más importantes para su sostenibilidad que son la credibilidad, confianza y reputación. Son sus activos fundamentales los que han sido derribados, y sin estos no hay manera de que puedan emanar críticas y cuestionamientos al accionar de las que están bajo su fiscalización.
Luego del proceso de evaluación y de los resultados emitidos de parte de la comisión que investiga los escándalos denunciados por sus directivos, que se ha afectado la reputación de los líderes del órgano auditor, y que los resultados del trabajo no han sido logrados, es muy difícil que la funcionalidad no resulte mutilada por la percepción que se ha generado en torno a la dependencia estatal fiscalizadora. Sobra decir que si dejan las mismas cabezas dirigiendo la Cámara de Cuentas, la imagen negativa aniquilará la gestión.