¿Se compra? Sí, por haber quien se venda
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“El traidor no es confiable en ninguno de los bandos; la lealtad es admirada hasta por el enemigo”, dijo Simón Bolívar. Y no puedo mejor describir tal intercambio, refiriéndonos a los tránsfugas, personas que abandonan una organización política, empresarial o de otro género, para pasarse a otra, generalmente contraria.
Se alude con frecuencia al dicho: “El que se vende no sirve ni donde estaba ni a donde va”. ¿Será verdad que se confía algún día en el tránsfuga?
¡Señores! Pero vale resaltar que en el mercado hay productos y quienes compran y venden, por tanto, y sin pensar que “se cae de la mata”, donde se compra es porque algo (en estos casos, alguien) se vende.
Tantas veces se ataca al partido que conquista al dirigente, obviando que si este no “se vendiera” el transfuguismo no se ejecutara. Es preciso irnos a la raíz del mal; definitivamente los valores se van de paseo y el verdadero fin de servir es ausente en la mesa de negociaciones.
Se habla de compra por la percepción, y hasta los indicios, de que el movimiento de filas está respaldado por cifras que pasan siempre los siete dígitos, como beneficio personal, sumando lo que se exige y da para los equipos de trabajo.
A varios líderes de opinión hemos escuchado decir que no habían visto tanto transfuguismo como el ocurrido en los últimos meses. La supuesta compra de dirigentes de diferentes partidos por parte del oficialismo se ha incrementado.
El egocentrismo es rampante, y la necesidad de sentirse empoderado, hace que ese dirigente traicione a sus compañeros de batalla, y abandone a la organización política que en la mayoría de los casos lo formó y dio la oportunidad y el soporte para ocupar importantes posiciones. Eso de que los ideales iniciales que le sustentaban ya no están en la actualidad y por eso se van del viejo partido, no se lo cree nadie. Es rarísimo que el movimiento sea a una organización que esté como el mofle.
Aquí, ya la compraventa se había captado bien para las elecciones municipales de febrero pasado. Ha trascendido que el Partido Revolucionario Moderno de cara a esos comicios ya había juramentado a 35 alcaldes de la oposición, 45 directores de distrito y 15 diputados, provenientes la mayoría del Partido de la Liberación Dominicana y de la Fuerza del Pueblo.
Claro está que lo que caracteriza este transfuguismo es que el cambio es hacia el partido de gobierno, al que está en el poder y que, dicho sea de paso, ofertó un cambio y que seguro, cuando les pase este momento, condenarán a los tránsfugas.
La política se ha convertido en un mercado electoral, en el que cada dirigente negocia con las organizaciones políticas lo que entiende le es más favorable a él y a su grupo, incluso a partir de lo que invirtió; si le va mal, entonces encuentran una salida en esta negociación o transacción para poder “cuadrar”, se les oye decir. Si el presente se vive vergonzoso, el futuro se vislumbra peor. Ojalá que la generación actual de nuevos políticos enarbole la bandera de la decencia y la dignidad. Parece utópico, pero es vital para que incluso lo mejor de la sociedad se entusiasme más por participar en la política y no que lo peor de la ciudadanía sea lo que represente a tanta gente buena.