
Mata, que Dios perdona
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La frase «en político no se puede creer» tiene razones que a través de la historia se repiten. Normal es que entre políticos se lancen virulentas acusaciones, para luego levantarse los brazos, proclamándose las mayores cualidades.
Incluso hasta sangre ha habido en el medio de sectores que luego comparten trincheras.
Recientemente, Leonel Fernández, líder del partido Fuerza del Pueblo, aparecía en los medios de comunicación mientras firmaba un acuerdo electoral con Elías Wessin Chávez, hijo de Elías Wessin y Wessin, el general que en 1965 defendió militarmente el golpe de Estado contra el presidente Juan Bosch, fundador del partido por el que Fernández fue presidente de la República en tres ocasiones.
Nada nuevo, porque precisamente, el ahora líder de la FP fue presidente en 1996 sostenido de las manos de quienes seis años atrás fueron acusados de haberle «robado las elecciones a Juan Bosch y al PLD». Y así hay muchas alianzas que a veces el pueblo llama de «macos con cacata», sin mencionar nunca quién el maco o quién la cacata.
El pasado jueves, alrededor de las 4:00 pm, transitando por la avenida Máximo Gómez en dirección norte-sur, me crucé con un grupo de militantes del grupo Movimiento Rebelde, que lidera el empresario del transporte Juan Hubieres. Se veían más banderas que gente, pero hacían ruido y agravaban el acostumbrado caos de esa vía.
De fondo se oía el contagioso tema del fenecido Johnny Ventura «¡Se van!», lo cual más o menos indicaba a qué iba el grupo al Hotel Barceló a esa hora.
Juan Hubieres aparecería poco más tarde en los medios tradicionales de comunicación firmando junto a Leonel, ambos mirándose casi enamorados, y luego de un abrazo fraterno, levantando sus puños en señal de victoria y unidad.
Casi al mismo tiempo, en la memoria y en las redes sociales aparecieron imágenes de tiempos en que el particular dirigente y empresario choferil profería con vehemencia expresiones altisonantes contra el ahora asumido líder Leonel Fernández.
Y yo no pude evitar preguntarme ¿qué habrá cambiado tanto en Leonel Fernández? —¿o en Juan Hubieres?— para que de pronto haya tanta admiración y reconocimiento entre ambos, tanto que Hubieres se mostró convencido de que ya «no hay marcha atrás».
Y uno pensando sobre el contraste entre las críticas-insultos del pasado y los actuales amoríos entre ambas figuras, también le llega la popular frase «mata, que Dios perdona».