Prejuicio racial impide manifestación cultural
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La Constitución dominicana establece claramente el derecho a la cultura en su artículo 64, donde reza que «Toda persona tiene derecho a participar y actuar con libertad y sin censura en la vida cultural de la Nación, al pleno acceso y disfrute de los bienes y servicios culturales, de los avances científicos y de la producción artística y literaria».
Expresa en el numeral 2 que el Estado «garantizará la libertad de expresión y la creación cultural, así como el acceso a la cultura en igualdad de oportunidades y promoverá la diversidad cultural, la cooperación y el intercambio entre naciones; y 3) Reconoce el valor de la identidad cultural, individual y colectiva, su importancia para el desarrollo integral y sostenible, el crecimiento económico, la innovación y el bienestar humano, mediante el apoyo y difusión de la investigación científica y la producción cultural. Protegerá la dignidad e integridad de los trabajadores de la cultura».
Pese a lo dictado en nuestra Carta Magna, no se explica, lo que ocurrió en esta Semana Santa 2023; cuando autoridades del Ayuntamiento Municipal Santa Cruz de El Seibo, con el apoyo de las iglesias católica y evangélica, prohibieron la celebración del Gagá, manifestación que suele desarrollarse en las calles, avenidas, barrios y bateyes de esa localidad.
Estas autoridades desconocen que el gagá es una composición de catolicismo y vudú, históricamente practicada en zonas fronterizas e inició su propagación en la República Dominicana a finales del siglo XIX y principio del XX en los ingenios azucareros.
Y aunque esta tradición no es vista positivamente por algunos sectores de la sociedad dominicana, pese a ser una expresión auténtica en los bateyes del país. Ese colorido que envuelve el gagá, con su mezcla de sonidos pegajosos y un estilo único de bailarlo, hace de esta actividad cultural que miles de ciudadanos disfruten, durante la Semana Santa en bateyes de algunas partes del país.
No obstante, el prejuicio racial hacia el pueblo haitiano, impide que esta tradición cultural no sea aceptada por una parte de la sociedad dominicana. Entiendo que esta obsesión es y ha sido planeada históricamente como parte de la conciencia nacional, distorsionando todo lo que tiene que ver con el país de Haití, envolviendo al gagá, ese grupo en su lucha por la defensa a la nacionalidad, tiene como blanco principal la oposición a la negritud dominicana, constituyéndose esto en una –verdadera– negación a nuestra descendencia africana.
El folclorista, investigador, sociólogo y escritor dominicano, Dagoberto Tejada, se ha quejado al respecto en varias oportunidades. Lamenta la «falta de apoyo para su investigación y revalorización como manifestación en la redefinición de nuestra identidad y nuestra dominicanidad debido a la presencia de prejuicios clasistas-racistas-religiosos y una exclusión radical, debido a la ideología dominante antihaitiana, antiafricana».
Y es precisamente, ese prejuicio racial que impidió que las personas del Seibo disfrutaran su manifestación cultural, acción esta que generó reacciones adversas de personas ligadas a la cultura, por considerar la medida violatoria a la Constitución.
Mal por las autoridades municipales y muy mal por los religiosos, por desconocer y sobrepasar sus competencias ante el pueblo y por tratar de imponer creencias; Abusando de atribuciones constitucionales y principios cristianos.