
La tregua navideña «da pa’tó»
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Aunque en las últimas décadas se ha impuesto la «tregua navideña», en los hechos el activismo político no cesa del todo, pues si bien los mítines y actos masivos desaparecen de escena desde mediados de diciembre, el liderazgo político cambia de agenda, y entra en «plan de responsabilidad social».
Entrega de cajas y fundas con productos comestibles, pollos y teleras, dinero en efectivo y «romo» son parte de las actividades políticas en que se trueca la «tregua navideña».
No faltan las «cenas populares», en que algunos políticos hacen su acto cumbre de humildad, yendo a «cenar con los pobres» en determinadas barriadas. Tampoco los posados mensajes, fotos o videos de Navidad junto a motivos propios de la época.
La práctica no es condenable del todo. Se critica la manera, y yo diría que el trasfondo de los gestos. Entregar fundas y cajitas siempre conlleva una carga de humillación y de desprecio a la condición de pobreza material, y hasta de espíritu, de esa parte de la población a la que las oportunidades de vivir mejor les han sido negadas, precisamente por muchos de esos políticos, que con sus posturas e influencia en las tomas de decisiones desde el Estado, han perpetuado esa condición, escenas montadas para hacerles creer una supuesta generosidad y empatía casi siempre inexistentes.
En la memoria colectiva anidan imágenes de largas filas amaneciendo a la intemperie para que políticos les entreguen dádivas; también escenas de policías y personeros empujando o golpeando a gente desesperada por obtener una fundita en medio del caos provocado. Otras imágenes nos refieren a insultos, vejámenes o discriminación ejercidas por políticos en los momentos en que entregan dichas «ayudas solidarias». Y no se quedan las de saqueos de vehículos cargados de cajas destinadas a actividades de «responsabilidad social» de partidos o del Gobierno de turno.
Hay que reconocer que en la presente gestión, el Presidente Luis Abinader dispuso que las raciones en fundas o cajas no llevaran impresa la imagen suya, como pasaba desde los tiempos de la Cruzada del Amor de Emma Balaguer, y que los siguientes gobiernos perfeccionaron.
De hecho, se eliminó la práctica nociva de congregar a la gente en multitudes para entregarle las ayudas. Hay un intento en institucionalizar dichas ayudas oficiales, usando tarjetas que contienen determinada cantidad de dinero para que el beneficiario compre lo que desea consumir. Y eso está bien. Claro, existen quejas de que ahora la entrega de dichas tarjetas se quedan en manos de políticos oficialistas que discriminan a quién entregarlas. Abinader tendrá que tomar en cuenta ese tipo de anomalías y perfeccionar el modelo que se ha estado implementando, porque definitivamente, es un paso adelante frente a la humillante entrega de cajas con la imagen del Presidente impresa, y alimentos de bajísima calidad en su interior.
La solidaridad, la empatía y la auténtica causa de responsabilidad social son valores resaltables en toda sociedad. Siempre habrá quien necesite de ayuda. Sin embargo, lo conveniente debía ser crear las condiciones para que mayoría no necesite de dádivas ni de ayudas para poder poner alimentos en su mesa el día de Nochebuena.
Pero para muchos políticos eso sería perder la oportunidad de presentarse como entes a quienes les importa demasiado las carencias de los más necesitados, aunque a la hora de legislar o tomar decisiones de Estado primen otros intereses, y no los de la mayoría de la población.