La irrelevancia de ser de izquierda hoy
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Hace unos días conversaba con un amigo sobre por qué me considero de izquierda, una afirmación que parece absurda y de poca relevancia en estos días de inmediatez atropellada y de hegemonía neoliberal. Vivimos un momento en que se afianza en nuestras mentes la imagen de que las ideas no son tan importantes y que la política es un espacio ajeno a «las buenas personas», porque aquellas que quieren ser buenos no pueden ni deben meterse en política, y mucho menos ser de izquierda.
Mi respuesta es que lo primero es reconocer que la izquierda es un mundo político lleno de disputas, eso es parte de nuestro ADN político, hacemos de la contradicciones una batalla permanente. Sí les quiero dejar aquí algunas de las que les plantea a amigo, ideas que pienso esencialmente importantes para una agenda política con vocación transformadora:
Lo primero es el medio ambiente, toda propuesta de organización social que quiera ser verdaderamente de avance hacia la construcción del bien común debe poner un relieve importante a cómo gestionamos en la actualidad los recursos naturales de la isla, que supere la lógica de la ganancia frente lo finito de esos recursos, que haga frente al pasivo ambiental acumulado y que permita generar riqueza sin el desolador horizonte que ha sido hasta el momento la práctica de la minería en el país. Y esto sin hablar de la necesidad de iniciar con mucha seriedad la transición de la matriz energética hacia una más verde, limpia y ecológica.
Lo segundo es el feminismo como motor en la concretización de la igualdad de género real en todas las dimensiones de la vida en sociedad, sin querer sonar a cliché, no creo que podamos encontrar otro movimiento con la capacidad de transformación radical de las relaciones humanas como las que provoca las reflexiones y prácticas que nos plantea el feminismo. Incorporarlo más allá del discurso nos pone ante un momento verdaderamente revolucionario.
Lo tercero es el papel que asignamos a la cultura como eje de la construcción social. Es necesario superar el dilema o la división que solemos hacer entre espectáculos, estéticas, educación y entretenimiento, estos no tienen que ser contradictorios y el papel que juegue el Estado como espacio de lo común es fundamental para convertir la cultura en una herramienta de transformación: sigo soñando con librerías públicas en todos los barrios del país y la toma de los espacios públicos por la música y el teatro.
Cuarto, creo que es vital recuperar el sentido del Estado como instrumento en favor de las personas. El Estado tiene que hacer sentir ahí donde la desigualdad destruye la fibra de la esperanza de la gente en un futuro mejor, por eso la educación y la salud no pueden seguir siendo mercancías en nuestro país.
Innumerables autores pueden definir lo que en la actualidad puede o es ser de izquierda o de izquierdas, dejo aquí estas primeras ideas en el aire. Creo que sí, que podemos aprender mucho con las reflexiones del boliviano Álvaro García Linera, mirar a Chile en la ruta que ha planteado la nueva generación que integran fuerzas políticas como Convergencia Social y Revolución Democrática, o analizar la labor del PT en Brasil, entre otros ejemplos.