
Juventud fácil de convencer y engañar por políticos
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Para el fortalecimiento de la democracia y el sistema de partidos, la participación de los jóvenes en la política y procesos electorales es importante. Estos pueden aportar ideas transformadoras, objetivas y generar actividades enfocadas a constituir un país justo, igualitario y equitativo, donde exista la justicia social y no tenga espacio la inseguridad política, social, animadversión, el rencor y la corrupción.
Sin embargo, esta participación política de los jóvenes requiere de la voluntad, cuidado y oportunidades dadas por quienes dirigen los partidos y la sociedad en sentido general, ofreciéndoles espacios donde expresen sus opiniones, participen en tomas de decisiones y puedan ser escuchados. Cuando los jovenes perciben que sus voces y demandas son atendidas, tienen mayores probabilidades de involucrarse en la vida política.
Esta alta dirigencia política debe entender que la juventud representa una fuerza importante para el desarrollo del país, y su intervención activa en la vida política es primordial en los procesos de cambios sociales, tecnológicos, económicos y políticos del país, pero para que esto suceda –estos– deben involucrarse activamente en la articulación de los procesos políticos electorales, ya sea como candidatos, activistas o apoyando en la formación o creación de las estrategias de trabajo que permita construir una democracia consistente, transparente, igualitaria y equitativa.
Asimismo, se requiere que desde las instancias de poder y la dirección de los partidos se fomente, además de la participación política de los jóvenes, una práctica transparente y la cultura de rendición de cuentas. Al margen de brindarles las herramientas para ejercer su derecho a participar en la toma de decisiones que afectan su vida y futuro.
La política no es sólo una carrera, es una vocación para servir a los demás y construir un futuro mejor. Conforme a los resultados de la primera edición del estudio «El votante joven dominicano y su impacto en la consolidación de la democracia», realizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), un 27.5 % de los encuestados considera que las campañas electorales no tienen nada positivo. Mientras, un 20 % valora como positivo poder escuchar las propuestas de los postulantes, un 11.7 % apoya los debates y un 9.3 % aboga por una cercanía a los candidatos.
La investigación aplicada a 1,333 encuestados vía telefónicas y en línea a jóvenes de 18 a 35 años residentes en Santo Domingo, Santiago y el Distrito Nacional, también arrojó que para las próximas elecciones 2024 un 71.2% de los encuestados pretende acudir a las urnas.
Estos datos que muestran a los partidos y la clase política la relevancia de los jóvenes, se suma el padrón de electores de la Junta Central Electoral (JCE) al contar con el 37.1% con un toral de 2,993,916 de 8,073,589 votantes que registra, en edades comprendidas entre los 18 a 35 años; distribuidos: menos de 25 años 1,210,669 (15%) jóvenes y entre 26 y 35 años 1,783,247 (22.1%).
Esta cifra revela que tan importante es la participación de jóvenes en las elecciones generales presidenciales, congresuales y municipales del año 2024, por lo que los aspirantes a cargos electivos deben dirigir su campaña a este grupo de ciudadanos económicamente activos.
Y aunque los adultos conforme estadísticas de la JCE entre 36 a 75 años representan una población de 4,648,256 de personas, denominado como el «voto duro», en el panorama político electoral actual se puede colegir que es conveniente que los candidatos y sus partidos concentren su campaña en esta población nueva, en virtud de que no sólo son menos interesados por los temas políticos, sino que son más fáciles de convencer y de engañar, tal y como lo confirmó un politólogo de nuestro país.
Esa falta de compromiso político que adolece la juventud dominicana, permite a clase política ser aceptada por estos, dejarse manipular, engañar, pese a que el estudio de ANJE revelo que estos se interesan en conocer los programas de trabajos de los candidatos y partidos; no hacen un voto por consciencia, ni por creencias ideologías; sino que esa fragilidad permite a los políticos lograr su voluntad en base al clientelismo, dádivas, engaños y promesas vacías, y no con los programas de gobiernos que deben presentar durante sus campañas.