Iguales ante la ley
Comparte Este Artículo
El 25 de noviembre tiene una altisima relevancia histórica para la República Dominicana, pues en esa fecha se conmemora el aniversario del asesinato de las hermanas Mirabal que fue, indudablemente, el hecho que marcó el principio del fin de la dictadura de Trujillo. Pero además de crear un punto de inflexión en nuestra historia republicana, esta fecha fue declarada Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer como un homenaje a la memoria de estas heroínas de la democracia y la libertad.
Resulta llamativo el hecho de que nuestro país haya sido epicentro de muchas de las conquistas de las mujeres alrededor del mundo: una dominicana, Minerva Bernardino, fue quien impulsó en las Naciones Unidas la instauración del voto femenino como parte de los derechos humanos y también fuimos el tercero en la región en establecer una ley de cuota de género para puestos electivos.
Como podemos apreciar, políticamente, la República Dominicana ha estado siempre a la vanguardia cuando se trata de crear espacios de poder para las mujeres. Sin embargo, cuando profundizamos en las cifras de inclusión social y de seguridad de nuestras mujeres nos damos cuenta que aún nos queda un largo trecho que recorrer a la hora de lograr el respeto a su dignidad sea la norma en la vinculación social de las mujeres como portadoras de derechos fundamentales.
La pobreza, la exclusión y la desigualdad tienen rostro de mujer. La brecha de género impacta negativamente en la marcha hacia el bienestar y el progreso de la especie humana. Según un informe del Foro Económico Mundial, las mujeres dedican, en promedio, el doble de tiempo que los hombres al trabajo doméstico y otras actividades no remuneradas.
Solo el 50% de las mujeres en edad de trabajar, esto es a partir de los 15 años, consigue empleo, mientras que en los hombres ese porcentaje alcanza el 75%. La brecha salarial de género a nivel mundial es de 24% en favor de los hombres. Apenas el 5% de todos los directivos de empresa en el mundo son mujeres.
En el ámbito educativo, aunque menos considerable, la exclusión de las mujeres sigue condenándolas al atraso: ellas representan el 60% de las personas analfabetas en el mundo. Aunque en la educación primaria la paridad de género es casi un hecho, en la educación secundaria y superior la brecha sigue siendo considerable: por cada 100 alumnos, hay apenas 70 alumnas, según cifras aportadas por ONU Mujeres.
Estas cifras son preocupantes, pero repetirlas como un mantra no es suficiente para resolver este delicado problema, puesto que solo logramos con ello victimizar a las mujeres y escandalizar a una sociedad que lo que requiere es una creación de conciencia como fundamento para la instauración de una cultura de buen trato y respeto a la dignidad de nuestras mujeres.
Como vemos, la mujer sigue estando ausente en el diseño y aplicación de políticas públicas destinadas a erradicar la pobreza y la desigualdad. Ello en parte se debe a que aún prevalece la cultura que nos lleva a mirarlas como un complemento secundario del hombre.
Los políticos debemos construir un nuevo paradigma favorecedor de la igualdad de género que trascienda el otorgamiento de cuotas de discriminación afirmativa que, al final del día, solo contribuyen a acentuar la brecha.
Hombres y mujeres somos iguales ante la ley y como tal debemos reivindicar una sociedad en la que la violencia ejercida contra ellas sea cosa del pasado, porque solamente trabajando juntos podremos hacer prevalecer nuestra especie y proteger el planeta para que la humanidad pueda trascender en el tiempo con una vida digna, próspera y justa para todos y todas.