Ghetto SPM: «No me importa lo económico, lo que importa es el legado»
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Ghetto SPM es el apodo de Axel Rafael Quezada Fulgencio, famoso desde sus inicios en la música al lado de Vakeró y que además de lograr grandes éxitos del género urbano, se ha convertido en un referente internacional colaborando con Farruko, con quien ha puesto a bailar al mundo con éxitos de reproducciones apreciables en las plataformas streaming, con nominaciones y premiaciones internacionales. De hecho, ya vive en Miami con contrato y repunte como productor musical. Repasamos su historia y nos ayudó a pintar el panorama de la música urbana actual.
¿Cómo recuerdas cuando iniciaste en la música?
Un niño con muchos sueños, igual que hoy. Durmiendo en el piso, en la sala donde su mamá… Con el sueño de que su música entrara al gusto popular. No por lo económico, sino por decir: ‘sí, esa la hice yo y a la gente le gusta…’.
Siempre dijiste: me gusta el arte. Empezaste pintando, luego te fuiste para la música, dos lenguajes completamente diferentes.
Al final es arte, porque recuerda que pintando tu plasmas una idea igual en la música, plasmas tus ideas. Lo que pasa es que se perciben de manera diferente. Una la escuchas y otra que ves.
Tú sabes que cuando se habla de arte, siempre estamos buscando un trasfondo, ¿qué quieres que la gente perciba de ti? En tu caso, ¿qué es lo que hay detrás de Ghetto en tu emocionalidad?
Realmente es una pregunta muy confusa para muchos, porque cuando pensamos en estos momentos de alguien querer entrar en el negocio de la música lo que te va a decir es: ‘Yo lo que quiero es hacerme de dinero’. Me entiende, pero la finalidad no debería ser esa. Debería ser, ‘¿qué mensaje tú quieres que la gente lleve de ti?’.
Mira al rey del pop Michael Jackson, su música y el legado que dejó por el tiempo que dedicó a hacer buena música, pero ¿de dónde él se fijó? Era que él conectaba una cosa de aquí con otra de allí, otra de allá y creaba algo nuevo y eso lo volvió una persona de la que hay que hablar a través de los años, porque dejó un sello en el libro de historia de la música. Una página bien grande solamente de él y eso es lo que realmente vale. No es ni lo económico ni lo material, es el hecho de que dejaste un legado. Es algo a lo que se le puede dar continuidad y se puede hablar de ti. Ese es mi principio como productor. Yo voy a hacer algo que quede para la posteridad y cada grabación yo la trato como si fuera a ser el éxito número uno en el mundo con quien sea.
En sentido general, ¿cuál es la emoción que más te mueve?
A mí me gusta la alegría, me gusta la música bailable, la comercial, dentro del negocio sería aquella que se puede escuchar en el momento de la fiesta, de pasar un buen rato. Esa es la que me mueve.
Cuando pienso en esa mezcla que haces entre lo comercial, lo tradicional y lo nuevo, me pregunto: ¿de qué te alimentas para armar todo eso?
Bueno, de nuestra propia cultura musical, de nuestros merengues, escuchamos piezas del merengue que, aunque hayan sido canciones compuestas en otros géneros de otros artistas, de otros países, son piezas traídas a nuestra música que marcaron un antes y un después, pues yo me alimento de la bachata vieja, merengue, salsa, también de nuestra cultura.
Háblame de Marino Pérez, ¿tú lo conociste?
No, no, no. No lo conocí, pero consumí mucho su música, porque en mi casa ponían cosas de él.
¿Qué más tomaste de tu barrio, de tu ambiente en San Pedro de Macorís?
De los Guloyas, de todo lo que tiene que ver con la música folclórica de San Pedro de Macorís directamente. Siempre he tomado algo específico. Al escuchar cinco músicos en una pieza, me concentro en uno solo y lo que ese hace: ‘yo quiero eso, para esta canción que estoy haciendo’.
Pero antes de que tu supieras que ibas a hacer canciones. ¿bailabas música folclórica?
Mira yo tengo dos pies izquierdos, no bailo, te puedo poner como hacer la música, pero nada que ver con el baile.
Ja, ja, ja. Pones el mundo a bailar y tu no bailas.
Nada que ver. De verdad, de verdad…
Disfrutas del éxito, sientes que lo hecho ha valido la pena, ¿cuál ha sido la clave?
Siempre dar la milla extra. Nunca dar las cosas por sentado, ni por hecho. Dentro de mi catálogo musical se puede decir que tengo canciones que obvio han sido éxitos nacional e internacional, pero aun así siempre tengo el okey ¿y qué sigue? ¿Qué es lo siguiente? Quiero hacer esto, quiero hacer lo otro, quiero unir a tal artista con tal artista, tal compositor, con tal productor y colaborar porque es un asunto de engranaje, nadie sube solo, nadie crece solo hay que colaborar.
Esto último los artistas urbanos lo han tenido muy claro…
Si me preguntan a mí, al comienzo es algo que en cierto punto deterioró parte de nuestra historia musical, de nuestro merengue, lamentablemente…
El ego…
Exactamente, y no te creas, ha estado presente en la música urbana, lo que pasa es que como el negocio está más claro, pues hay quienes agarran y dicen: ‘Bueno, pues hago una canción pa’ ti y una para mi’ y el negocio ahí se aclara entonces en esos tiempos eso no estaba claro, pues había una guerra de egos.
En el ámbito de la música y su historia ¿quiénes fueron tus influencias?
Realmente, en mi casa a la hora de limpiar los sábados ponían canciones de Luis Miguel, José José, Ángela Carrasco, Jackeline Estévez… se me van los nombres, son muchos los artistas que han tenido una influencia en mí. En cuanto me ayuda para el proceso creativo te menciono esos, pero son muchos, Marcos Caminero también. Artistas que de los que escucho algo específico y digo: ‘wao, me gusta eso’.
¿Y cómo inició tu andadura con Vakeró, fue a él al primero que le produjiste?
Fue el primer artista de la palestra con el que trabajé e hicimos muy buena relación musical y personal y ahí están los resultados. Hicimos canciones que desde entonces al día de hoy son clásicos: Voy a beber, Deja tu envidia, Ay, mami, Amarilys échale agua. Sabes un montón de canciones como Los zapatos que fueron y son para mí igual que cualquier otra canción especial de este tiempo.
También trabajaste con la artista Mely Mel.
Sí, de hecho, está componiendo canciones para el nuevo álbum de Farruko. En estos días estuvimos enviándonos esas canciones y ella me decía: ‘ay, verdad, esa canción nunca la sacamos’, pues bueno.
Se ha vendido la idea de que un rapero, tiene que escribir sus letras, pero en el proceso que estamos ahora de producción no necesariamente tienen que cantar lo que escriben…
Lamentablemente, a veces queremos abarcar más de lo que debemos. Hay que entender cuál es tu espacio y reconocer cuando necesitas a otra persona que está capacitada para cumplir esa tarea. Debe ser un engranaje, un equipo para que la cuestión funcione.
Otra de las grandes diatribas con relación a los artistas urbanos es que no se ponen en manos de profesionales, sino que se nutren de solamente de gente de su entorno para funcionar y eso no creo que sea bueno.
Sí, pero yo creo que para el crecimiento es necesario salir y tocar puertas. Cuando tienes fundamentos y estás claro, porque si te pregunto qué es lo que quieres que hagamos con esa canción y me dices: ‘nada, quiero que se pegue’, no hay nada ahí. O sea, ok, pero qué necesitamos para que sea un éxito que sea bailable y que tú vas a decir. Son muchas cosas, muchos factores para lo cual hay que saber tocar las puertas indicadas.
Todo en la vida tiene sus complejidades, hacer un merengue tiene sus complejidades, un orquestador, un arreglista, qué se yo cuántos músicos. ¿La música urbana sigue siendo música electrónica?
No, tiene músicos de por medio, muchos músicos. De hecho, actualmente estoy trabajando una canción con uno de los artistas número uno de Venezuela, se llama Zisto Ren y es un merengue urbano. Merengue urbano porque yo le grabé al trompetista y las percusiones con músicos de San Pedro y le da un toque muy chulo, porque al final también hay naturalidad lo cual me gusta bastante. El percusionista graba sonriendo y le preguntó: por qué grabas sonriendo y me dice: ‘Es que yo transmito eso en mis instrumentos y eso le da una cosita’, y uno dice oye tiene razón. Le da alegría.
Claro, no se siente frío.
Exacto. Eso cambia mucho la cosa, claro que sí.
Tú has hablado del tema de Farruko, pensaba mientras hablabas de eso también el caso de Daddy Yanqui y de otros artistas redimidos que están haciendo música cristiana desde el reguetón.
Claro. Bastante hay muchos que nacieron en los banquitos de la iglesia y hacen música urbana religiosa.
Me decías que estabas trabajando con alguien en esa línea.
¿Eh? Sí, Kairo Worship. También artistas como Alex Linares, un cantante radicado en Puerto Rico que por muchos años se dedicó aquí a su música cristiana y de verdad hay muchos proyectos es un sector enorme de la industria. Me siento muy contento porque artistas que están en el top de las listas de reproducciones han tomado esos caminos, ahora los enfoques se están poniendo para ahí. Eso para mí vale mucho y no porque sean canciones para alabar a Dios solamente sino porque hay un mensaje positivo detrás de: saber qué es lo principal después de todo, porque al final hay quienes hacen canciones de adoración para Dios, pero también quien te da una canción para bailar que no necesariamente te incita a lo malo.
Por qué la música, no solo la urbana, la mayoría de los artistas latinos, entienden que para ellos pegarse ellos tienen que ser bautizados por los dominicanos ¿Por qué?
Nosotros tenemos que cruzar en cualquier proyecto que haya en el mundo. No me gusta decir esto, pero es una realidad dentro de cada proyecto exitoso hay un dominicano, lo he visto, lo estoy viviendo y la verdad me sorprende mucho. Nosotros tenemos algo que es totalmente auténtico, podemos tener una conversación normal en una acera y sale una palabrita que en el movimiento dicen: ‘ey, pero eso es un código’.
Una palabrita sencilla que utilizamos: ‘ey, no bulto’, o por ejemplo, Kiko el Crazy con ‘la pámpara’ o sea son palabras que salen desde nuestro propio dialecto. Nosotros para ser internacionales no tenemos que buscar y siempre he dicho esto desde hace años: no tenemos que buscar o utilizar lo que utilizan los venezolanos porque a ellos le funcionó para que sea internacional. Nosotros con nuestra jerga, con nuestra música somos internacionales lo que pasa es que hay que salir para comprobar que nuestra música se escucha en lugares que nosotros ni nos imaginamos.
Con tu gira internacional tuviste la oportunidad de ver el alcance que ha tenido el dembow dominicano.
Si, sí. Nuestra música realmente está bien posicionada y entiendo que hay que sumarle más. Colaborar, conectar, salir, conocer, tocar puertas porque el negocio es muy grande y muy amplio.
Crees que solo el Alfa o hay otros nombres que estén sonando.
Si, claro que sí. Chimbala, Kiko el Krazy, la misma nueva generación a la que pertenecen Ángel Diol, Flow 28 esos son artistas que están consagrados en el terreno internacional, que su música se escucha normal como si fuera algo de ese país X. Un Lírico en la Casa que, para el movimiento urbano aquí local, no ha vuelto a sacar una canción, pues en Italia quiere que se escuche su música mientras él está allá comiendo pasta y tocando allá. O sea, son cosas que sorprenden… Nuestra música ha llegado lejos, en verdad la actual sin quitarle mérito a la anterior, pero sabes son otros tiempos, es otro tipo de negocio y hay que aprovechar eso para seguir poniéndole no conformarnos con que: ‘Ah no, ya nuestra música funcionó no vamos a pasar de ahí’. Hay que crecer, no conformarnos.
¿Qué le dirías a la gente que todavía tiene prejuicios alrededor de la música urbana?
Que se dé la oportunidad, porque al final todo es puro tabú. Desde pequeño en mi casa juzgaban a los que tenían tatuajes y me decían: ‘Ten cuidado, ese es un delincuente, te puede robar’. O sea, es un tabú que con el tiempo hemos ido superando. Ya está normalizado. La razón de un tatuaje es un gusto personal por un significado de lo que sea y no tengo tatuajes, no me gusta, no tomo alcohol, no fumo, no hago nada. O sea, trabajo en la música urbana, pero no hago nada de lo que la gente le llama ‘normal’ dentro de la música urbana. Tengo mi esposa, la respeto muchísimo, siempre estamos juntos para todos los lados… Lo digo, porque se ponen cosas al lado del negocio de la música, que no tienen nada que ver con eso. Son tabúes que con el tiempo ya gracias a Dios se han ido superando y se van a seguir superando para bien.
Amén.