
Franklin Ramos: «Soy el único güirero que tuvo Eladio Romero Santos»
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Lejos de la vieja diatriba sobre el güirero que encendió Juan Bosch con su afirmación de que el «güirero no es músico», la música dominicana ha demostrado que su alegría está relacionada con el repique del alambre con el aluminio.
De ese roce ríspido, constante y acompasado surge tal vez esa alegría única de nuestra población. Tanto el merengue, el típico (cibaeño), orquestal o de guitarra y la bachata tienen en la güira un instrumento que le da un calor y un color diferente a nuestra música.
Se podría decir que ese guayo, que no deja caer la vitalidad y energía que nos caracteriza, es una de las claves para que el dominicano, a pesar de todas las circunstancias que se le presenten, siga siendo optimista, alegre y bailarín.
El destacado periodista e investigador del merengue, Huchi Lora, quien a través de sus lecturas, observación y reflexión ha desarrollado toda una teoría acerca de la alegría en el merengue, la cual dice descansa en dos instrumentos, el acordeón y la güira.
En este caso, en el que nos referimos al merengue de guitarra, nos decantamos por la última, de la cual afirma: «La güira tiene un sonido retozón que le pone más chispa al ritmo de la tambora».
Huchi dice que antes el merengue se tocaba con maracas, pero que ese es un sonido «disperso y regado», sin embargo el de la güira, gancho de metal sobre el guayo de aluminio produce un sonido más organizado: «Yo diría que la güira de metal es la risa del merengue».
No podemos pensar en Franklyn como el güirero de Eladio Romero Santos sin pensar en el papel que juega este instrumento en nuestra forma de sentir y de vivir nuestros géneros más populares: no hay merengue sin güira y tampoco hay bachata sin güira.
Para no cansarlos con el cuento, lo que queremos es presentar y conversar con Franklin, el güirero de Eladio Romero Santos y actual director de La Herencia de Eladio, una agrupación que, por iniciativa del hijo del artista, Sergio Romero, mantiene vivo y disponible a los oídos de los fans, el gran repertorio de éxitos del Conjunto San Francisco.
¿Cómo llegas a la agrupación de Eladio?
Yo tenía un tío que tocaba con él (1979), era segunda guitarra y ellos hacían una reunión todos los 21 de enero (Día de la Virgen de la Altagracia) y el tío mío le dijo ‘te tengo un sobrinito que toca bien la güira…’. Y él le dijo ‘pues tráigamelo’… Y él tuvo que ir donde mi papá y mi mamá a sacar el permiso, porque todavía a mi no me dejaban salir de la casa. Y mis padres le dijeron ‘nosotros se lo vamos a entregar a usted… ese muchacho es suyo’. Eladio Romero, ese fue como mi padre, yo fui el único güirero que tuvo…
¿Antes de usted entrar como güirero cómo era que sonaba la música de Eladio?
Con maracas. O sea yo fui la primera persona que grabó güira en bachata porque antes lo que se usaba era maracas. Nos pusimos a probar y vimos que se sentía bien y de ahí para acá todo el mundo graba su bachata con güira. Y eso de maracas, eso no existe ya en la bachata.
Como músico, ¿cómo define a Eladio, cómo lo recuerdas?
Como músico es algo increíble, porque imagínate. Eladio tiene 20 años que murió y todavía su música perdura y la gente lo siente como si él estuviese vivo.
¿Cómo han logrado mantener su esencia en la agrupación?
La escuela de Eladio Romero Santos, porque el que no pasó por ahí, ya tu sabes. Es que de ahí salían los músicos formados musicalmente, porque Eladio era un hombre delicado y había que tocarle ahí, por la derecha. Eso no era que yo me estoy embullando mirando ahí por la derecha a fulano…. no, no, no. Había que tocarle ahí, por eso nosotros tuvimos la suerte de tocar en vivo casi como en la grabación, o igual que en la grabación porque él no aceptaba que entrara ningún músico a su sonido, no buscaba otros músicos para grabar, siempre fue muy delicado. En cuanto a la disciplina, había que tener una disciplina de verdad para estar en ese grupo, porque Eladio siempre nos llevó por el mejor camino, buenos consejos, como padre. O sea, yo nunca lo vi como director ni dueño de grupo, sino como un padre, igual que todos los músicos.
De los éxitos de Eladio a partir de que usted entró, ¿cuáles son sus mayores éxitos, los que la Herencia de Eladio no puede dejar de tocar?
En una fiesta donde no se hace La muñeca, La muerte de mi hermano y esos temas Angelina porque a veces nosotros la hemos terminado de tocar y viene la gente: ‘quiero La Muñeca otra vez’ y fueron los temas que llevaron la bachata a los salones, porque tu sabes que la bachata era algo degradante antes, al que le decían bachatero se sentía como si le hubiesen mencionado su «mai». Pero, nosotros tuvimos la suerte de que Eladio grabó esos merengues y eso hizo que la bachata entrara a los salones de la clase media.
¿Cómo fue la evolución de ese merengue de guitarra?
Ese fue el merengue que catapultó la música del Conjunto San Francisco como se llamaba. Porque de ahí de una vez vino un empresario de los Estados Unidos cuando surgió La muerte de mi hermano, que fue un éxito allá. Y cuando nosotros llegábamos no dábamos a basto, tenían que devolver gente, porque los clubes y los nigth club donde nosotros tocábamos fueron siempre a casa llena.
¿Qué es lo que tiene la música de Eladio que no pasa?
Lo que tiene la música de Eladio que no pasa, son sus letras. Que ahí no hay letras de doble sentido y siempre cada tema tiene contenido, a veces contenido hasta social. Y, hay muchos temas como La verdad y hay unos cuantos temas que no se han oído que tienen contenido social. Entre ellos No hablemos de la vida y Dios nunca muere”. Hay muchos que no me vienen a la mente, imagínate. Son cientos de temas que yo grabé con Eladio.