Franklin Almeyda
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Franklin Almeyda Rancier deja tras su muerte un legado que le permitirá mantener viva su memoria en la posteridad. Roble del Partido de la Liberación Dominicana, abogado, académico, político curtido en los círculos de estudio concebidos por Juan Bosch, el líder incuestionable del peledeísmo que gobernó la República Dominicana en el 1996 y que se instaló en el Palacio Nacional por 16 años consecutivos del 2004 al 2020.
Leonel Fernández, que gozó de su lealtad mientras estuvo en el PLD y en el 2019 luego que fundó la Fuerza del Pueblo, no se equivoca cuando describe sus aportes y su personalidad: «Almeyda Rancier nunca estaba pensando en cargos o en puestos. Las cosas más insignificantes, él se dedicaba a trabajarlas apasionadamente y, eso que parecía insignificante, él lo convertía en algo muy importante. Fue un gran dirigente político, un organizador, un hombre de ideas. Entendía el poder de las ideas».
Uno de los hombres clave en los influyentes círculos del viejo peledeísmo y la nueva formación que forjó el presidente Leonel Fernández. Quienes no coincidían con sus opiniones, sus posturas públicas de cara al ejercicio político, sí pudieran entender que fue un dirigente caracterizado por la integridad, que defendió los valores de la sociedad, de la ciudadanía, y abrazó la defensa de los mejores intereses del país. Durante muchos años de su vida, participó en las luchas estudiantiles en los entornos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la que fue profesor de historia y también su rector del 1987 a 1990.
Sus años en los círculos académicos en la UASD más aguerrida y convulsa, le permitió forjarse políticamente. Tras la conclusión de la era de Trujillo, viajó a San José, Costa Rica, para participar en el segundo curso de formación política, formando «parte de una generación que, tan pronto se produce la muerte del dictador se integra a la actividad política» desde muy joven, y se preparó para llegar a ser lo que logró, citando palabras del expresidente Fernández: «Una figura de excepción en la vida política contemporánea».
Como intelectual, Almeyda Rancier fue un referente como mente ilustrada. Las generaciones políticas que le sucedieron en el Partido de la Liberación Dominicana se alimentaron de su conocimiento, de sus experiencias, que hoy más que nunca pueden valorar en su justa dimensión el significado de la lealtad, tan puesta en cuestionamiento en estos tiempos en que la política se ejerce anteponiendo los intereses particulares por encima de los de la mayoría. Esa trayectoria de este protagonista político, a su salida del PLD, lo ubicó en el epicentro de la Fuerza del Pueblo como secretario de formación política.
En sus nuevas funciones, asumiendo el reto de la conformación y organización de la FP, participó y coordinó su congreso constitutivo, junto a otros profesionales y connotados políticos liderados por el expresidente Leonel Fernández. Deja una obra significativa como escritor, pero también como catedrático, abogado y funcionario público. Fue secretario de prensa y propaganda, también de asuntos profesionales del Partido de la Liberación Dominicana, comisionado para la reforma de la justicia (1996) y ministro de Interior y Policía. En el 1998 fue candidato a senador. Murió como miembro de la Dirección Política de la FP, esposo de Josefina Pérez Gaviño. Hombre culto, con una visión clara sobre el debate intelectual para defender los ideales de las personas, la familia, la sociedad, el país y el mundo.