Entre los líderes del ‘94 y los del ‘24…
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MAYORÍA.- En la República Dominicana del ‘94 se armó una mayoría que debutó en sociedad en el ‘96. Políticamente, la transición democrática pasó a ser democracia formal, con la guía visible de Joaquín Balaguer y Juan Bosch. Sin embargo, las mentes operativas y articuladoras fueron otras; quienes realmente cosecharon el triunfo y, con altas y bajas normales, retuvieron el poder hasta el 2020. De varios colores, ideológicamente variopinta, dicha alianza, en sus inicios, contó con el apoyo de sectores liberales, pero principalmente conservadores, productivos, clases media, prensa y eclesiásticos. Se efectuó en un clima de incertidumbre nacionalista, por lo que apeló y se vio engrosada por los núcleos patrióticos. Luego cobró independencia y la historia es conocida. Hoy, el oficialismo encabezado por Luis Abinader y el PRM cuentan con el respaldo de la gran mayoría de los mismos sectores que otrora dieron origen a un régimen de más de 20 años. Las circunstancias generales son parecidas, en casos más sencillas, en otros más intrincadas, pero lo cierto es que el apoyo electoral y social dado a la nueva mayoría sustenta la tesis de la reorganización sistémica de fuerzas, cuyos actores favorecidos deben saber aprovechar y consolidar, especialmente con el concurso de todos sus simpatizantes y compromisarios. Obvio, si está en su haber el deseo de constituirse en los administradores de una nueva etapa histórica…
RELEVO.- Hay mucho de ciencia y de sistémico en el debate de las estrategias. Para que lo mejor llegue debe afianzarse el cambio. No todo se dice, pero es importante que el PRM, en primer orden, siga realizando un buen gobierno: eficiente, decente y transparente… y no solo la cabeza enérgica y amueblada. Después, preservar sobre todo el ánimo racional y espíritu de cuerpo, con los desprendimientos que sean necesarios. Eso hicieron los de ayer hasta que no… Luego, es imprescindible que se mantengan aliados a todos los sectores ideológicos y fáctico-conservadores una vez afines al pacto 94-96, principalmente a los que nunca han suscrito lealtad a dicho orden y excepto a los que emergen del quiebre y sin oposición por naturaleza. Deben preservarse las alianzas con los valiosos partidos minoritarios, en tanto base democrática y representativa del sistema de amplias mayorías. Continuar el énfasis nacionalista y el respaldo a los sectores productivos y a la clase media, quienes se han visto identificados en el proyecto de Nación de un PRM multiclase. Esto a la par de políticas públicas y sociales que garanticen el ascenso progresivo de la calidad de vida de los denominados sectores populares. Aunque ha estado bien, debe acentuarse las relaciones de representación política con las iglesias y comunidades de creyentes. Sobre todo, unirse un proyecto que sea capaz de canalizar, articular, mediar y administrar todo lo antes dicho -y lo no dicho-, cuya aspiración sea mejorar lo iniciado, con una doble porción del ánimo de Elías y con el apoyo irrestricto de los cincuenta profetas que los acompañaban…
REFORMA.- Las reformas institucionales sirven para promover cambios en la sociedad, pero también para sentar improntas políticas. Las de 1994 y 2010 no escapan a esa afirmación. Aportaron en lo político y jurídico, pero también sentaron órdenes… La del presidente Abinader no sería la excepción: Ministerio Público independiente y candados a su modificación alegre en clave reelección o beneficios políticos. Temas trascendentes en tiempos de relevo generacional: pro-transparencia, pro-no persecución, pro-no prolongación antidemocrática. Cimentaría el nuevo inicio sistémico… Posiblemente -y con el debido respeto que me merecen-, por eso exponentes de la oposición alzan discurso de que «no se toca». Sin ir a lo temático. La cosa es que Luis no selle su impronta como líder. Pero es error. Decía un pensador que los actos políticos tienen tres fines: ganar, mantener o demostrar poder. Ante el respaldo confirmado de los sectores nacionales al oficialismo, ¿cuál de los tres lograría la oposición?… Es preferible no cumplir los objetivos con apariencia de victoria consensuada, a no hacerlo con otros tintes…