Enderezar sus pasos
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El pasado 18 de febrero la ciudadanía acudió a ejercer su voto en las elecciones municipales 2024, luego de un extraordinario trabajo realizado por la Junta Central Electoral, destacando su montaje a tiempo, entrega materiales a Juntas Municipales, el acceso para personas con discapacidad en recintos, libertad de elección que tiene a votar la ciudadanía y conocer los resultados electorales sin «zozobra» y «trauma electoral», me atrevo a comparar la organización y realización del proceso como un «reloj suizo, exacto».
Aunque estas elecciones fueron una verdadera «fiesta de la democracia» el anuncio de sus resultados se constituyó en un «trauma electoral», como ha sido tradición denominarlo desde el año 1994, por varias razones que paso a explicar: a) el ciudadano –como siempre– concurre de manera cívica a ejercer su deber; b) los ganadores califican el corolario como respetuoso de la voluntad popular; y c) los perdedores buscan todos los pretextos para desacreditar al triunfador, el proceso, organizadores, la democracia y siempre ausente autocrítica.
Ese proceso de negación que –normalmente- sufren los perdularios, es llamado popularmente el «derecho al pataleo». Esta vez la crítica se torna nebulosa, usando palabras como «ilegitimidad» y «democracia en peligro» para calificar el resultado electoral municipal 2024, sin presentar –hasta el momento– una prueba que avale esta denuncia. A saber, luego de una semana de concluidos los comicios, no existe una impugnación ante el órgano electoral, el Tribunal Superior Electoral o el fiscal electoral que den validez a los reclamos que hacen en redes sociales y medios de comunicación.
Cuando la oposición no presenta ante los organismos correspondientes los supuestos delitos electorales ocurridos en las elecciones municipales, es un acto de irresponsabilidad, una forma de justificar sus desaciertos estratégicos o para pretender crear una percepción falsa de la legitimidad y legalidad de los resultados electorales, que favorecieron –de forma abrumadora– al Partido Revolucionario Moderno y sus 22 aliados con el 60% de los votos emitidos, ante sus seguidores y la población en general.
El auge de las redes sociales ha democratizado la comunicación, permitiendo a la ciudadanía formarse sus propios criterios, por lo que ya el elector no es tan tonto como consideran algunos políticos cautivos de glorias pasadas, nuestra democracia junto a sus ciudadanos ha madurado, lo que le permite al pueblo actuar en consecuencia ante las circunstancias adversas que se presenten.
El pueblo responde de frente cuando son violados sus derechos, saca el pecho y defiende el honor cuando la circunstancia lo ameriten, una muestra evidente fue lo ocurrido el pasado febrero del año 2020 cuando se asomó alguna amenaza a la democracia, se lanzó a la Plaza de la Bandera a proteger la patria.
Está demostrado que la madurez de la población está por encima de los ruidos de carretas vacías. El mejor termómetro para aseverar, lo constituye el hecho de que, al día siguiente de las elecciones, lunes 19 de febrero, la ciudadanía volvió a sus quehaceres acostumbrados, no hubo ni encontró retenes de militares, no leyó extensos comunicados alertando por la supuesta violencia política y vulnerabilidad de la voluntad popular de organizaciones empresariales, como: CONEP, Asociaciones de Bancos, hoteleras, zonas francas, Industriales de Herrera, el Cibao y Conferencia del Episcopado dominicano.
Sino todo lo contrario, estos sectores fácticos al igual que los observadores nacionales e internacionales elogiaron la organización de las elecciones, denominándola como «la fiesta de la democracia», en la que la ciudadanía acudió a las urnas con tranquilidad para ejercer su voto por el candidato de su preferencia, demostrando con esto el alto nivel de madurez democrática del país.
Esta confianza y la concurrencia responsable es una muestra que la democracia es un instrumento importante para la vida política, democrática y diaria del pueblo, evidenciando –una vez más– su consolidación.
El próximo mes de mayo se avecina otro certamen electoral y es menester que la dirigencia opositora, reenfoque sus estrategias y discursos. El «Cuco» ya no asusta, ni a un niño de 4 años, por consiguiente deben enderezar sus pasos en aras de obtener el favor del electorado, entiendo este debería ser su norte.