
En RD: oposición olvida cuál es su papel
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El politólogo alemán Jan-Werner Müller subrayó que mientras el populismo necesita enemigos, la democracia requiere oposición. «La democracia requiere pluralismo y el reconocimiento de que es necesario encontrar términos justos para convivir como ciudadanos libres e iguales, pero también irreductiblemente distintos». Por lo que la falta de una voz desde la oposición contribuye a que el poder se concentre en una sola figura.
Los especialistas de las ciencias políticas establecen que en un sistema democrático una de las tareas fundamentales de los partidos de oposición es «poner límites al gobierno en turno para mantener el equilibrio entre las intenciones de la autoridad y el apego a la legalidad…».
Esto me confirma que para construir la democracia se necesita de una oposición que juegue el papel de contrapeso, cooperando, vigilando y siendo contestatario, tal y como lo afirma el jurisconsulto argentino Ricardo Haro; una oposición consistente no se construye a partir de oponerse a los planteamientos del gobierno central y su organización política, sino también en las discusiones contributivas con sus contrarios que pretenden buscar mecanismos que solucionen los problemas de un país. El pluralismo y la convivencia en el desacuerdo son conjeturados apremiantes de la democracia, como bien dijo Haro.
En este sentido, entiendo que los partidos de oposición en República Dominicana deben buscar representar el sentir de la colectividad desde una posición de colaboración y asumir la responsabilidad de disentir y de apoyar buscando soluciones a los males que afectan a la población y no vivir oponiéndose a todo sin importar si es favorable o no, siempre actuando de forma politiquera; olvidando su tarea de control, contrapeso para limitar al gobierno de turno y anteponiendo sus intereses a los de la ciudadanía. Porque, aunque esta oposición necesita hacerse oír, nunca deben olvidar que sus intervenciones deben ser para orientar a la opinión pública, evitar que las decisiones no respondan a los intereses de un sólo grupo político y lograr transformarse en mayoría para así conquistar el poder político.
El hacer críticas por criticar no debe ser la única función de la oposición, la crítica no puede confundirse con desprestigio, el insulto, la especulación o queja como plantea Haro, para aplaudir los objetivos a lograr la oposición debe ofrecer propuestas concretas a los desafíos que se presentan; porque el país alcanzará un correcto ejercicio del poder político cuando esta se convierta en vigilante y aliada de quienes administran el Estado y además, de dirigirle críticas, se revise y se observe hacia sí misma, de lo contrario será incapaz de ver las depravaciones que estiman en los otros.
Si bien es cierto que el ejercicio del poder debe estar rodeado de experiencia y conocimiento de quien lo ostente, no menos cierto es que deberá contar, también, con valores como la sensatez, vergüenza y la honestidad. Condiciones éstas que algunos partidos adversarios le resultan insuficientes porque han perdido el respeto y credibilidad de la ciudadanía.
Para poder refutar a quien está en el poder se necesita de una oposición fuerte, creíble y bien organizada, aspectos necesarios para que una democracia funcione bien.