
El dilema político de la municipalidad
Comparte Este Artículo
Las autoridades municipales juramentadas el 24 de abril del 2020 presentaron simultáneamente en todas las alcaldías del país, sus respectivas rendiciones de cuenta de lo que han sido sus gestiones en estos tres años recién cumplidos. Los ayuntamientos funcionan como gobiernos locales. Aun cuando por ley se establecen los recursos que deben recibir del presupuesto nacional, operan con una precariedad cada vez más insostenible debido al incumplimiento de la ciudadanía, en gran mayoría, del pago de los servicios esenciales como el pago de la factura por la recogida de la basura.
Cumplir con las obligaciones que competen a los cabildos es una tarea titánica en esas demarcaciones donde la máxima representativa es diferente a la del partido de Gobierno, situación que se agudiza por la cultura de la gratuidad arraigada en la ciudadanía. En unos más que en otros, pero pasa en este y en todos los gobiernos. Ley política. Políticos de éxito, no se aferran a un proyecto reeleccionista que pueda poner en peligro sus aspiraciones a posiciones de mayor calado. Estar a merced del apoyo caprichoso del Poder Ejecutivo y de la Liga Municipal Dominicana –a su vez, bajo el dominio operativo del mandatario de turno– es un riesgo que una figura descarta en primera instancia, aunque haya ejecutado una gestión con números satisfactorios frente a una alcaldía.
Paradójicamente, en el Distrito Nacional en el período que comprende desde el 2002 hasta el 2024 que se aproxima, un caso que contradice esta afirmación y otros dos que la confirman. El caso de Roberto Salcedo, quien sobre la antigua estructura del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) selló el récord de catorce años al frente de la alcaldía, y logró forjar un perfil presidenciable con apreciables posibilidades. El éxito de Salcedo como gerente municipal generó celos en una buena parte de la cúpula peledeísta que sucedió a Leonel Fernández en el Palacio Nacional, que obraron para contrarrestar su meteórico ascenso en la simpatía de la población.
Contrario a ese ejemplo, quien precisamente sucedió en la alcaldía del DN, David Collado, llegó en el 2016 bajo la premisa de ejercer un solo término. Desde el día uno como síndico, Collado dejó claro a su equipo y estructura política que cuatro años serían suficientes para él en esta institución. Y así fue. Gobernó con un Presidente de la República de un partido diferente al suyo, que sintonizó con su administración, lo que en parte posibilitó una administración que –sustentada en el criterio de la buena gerencia del político– transcurrió sin mayores contratiempos. Ni político ni económico.
En esas turbulentas aguas navega con el salvavidas que representa el soporte de un expresidente de la República, la actual alcaldesa Carolina Mejía. En su caso, la municipalidad no forma parte de un interés particular reeleccionista. Ya Papá, uno de los políticos más agudos en ejercicio, reiteró públicamente –para que se escuche mejor– que Carolina no acepte la candidatura en el 2024. Él sabe que la municipalidad en exceso puede ser perjudicial para la salud política.