El caprichoso voto silente
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En el vaivén político de décadas pasadas, las conversaciones entre mi tío militar y yo se volvían un juego entre mi fervor izquierdista y su certeza en las victorias predestinadas de Balaguer. Recuerdo sus palabras desafiantes sobre el «voto silente» que, según él, garantizaba el éxito del candidato en los comicios de aquellos años.
Mi abuela, María Hernández, siempre recuerda con cariño el tiempo en que su hijo Juan Tavares Hernández, se sumergió en la disciplina del Ejército Nacional. Se perdieron seis largos meses, una ausencia que marcó su vida. Pero aquel hombre militar, mi tío, se convertiría en una figura recurrente en mis conversaciones políticas, desafiando mi convicción en los candidatos de izquierda.
Mi fe inquebrantable en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) me llevaba a afirmar, con ímpetu periodístico, la victoria de mi partido en las elecciones venideras. Mi tío, con su tono burlón, siempre anticipaba la victoria de Balaguer con el enigmático «voto silente». Sus palabras resonaban, desafiando mi certeza.
En la historia política, Juan Esteban Olivero Félix, un arquitecto de victorias para el líder reformista, reveló antes de partir que Balaguer nunca ganó de manera limpia. Esto me lleva a reflexionar: ¿jugará el «voto silente» un papel crucial en futuras elecciones?
La incógnita persiste. ¿Qué fuerza oculta se esconde tras este enigmático «voto silente»? ¿Será un factor determinante en los destinos políticos por venir? Las palabras de mi tío, en aquel tono desafiante, parecen resonar aún en el panorama político actual. La historia nos enseña que la certeza no siempre reside en los números o en las encuestas, sino en la misteriosa voluntad colectiva que se expresa en el silencio de las urnas.
Mientras se avecinan nuevos procesos electorales, es crucial reflexionar sobre el peso y la influencia de este voto misterioso y callado en la construcción del destino político de una nación.