Dicen que Láutico García ganó
Comparte Este Artículo
Aquí no hay tradición de debates electorales presidenciales. El más famoso lo escenificaron el maestro Juan Bosch, candidato presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el cura Láutico García, que desde su tribuna criticaba las ideas de reformas del sistema político e institucional del país después de la tiranía.
Dicen que el profesor Juan Bosch perdió ese debate. Que fue un error del líder opositor enfrentarse a un representante del conservadurismo y con sotana.
Para entonces, el escritor y político mostraba cierta cercanía con el bloque socialista de la región, en el especial con la Revolución Cubana.
Los debates electorales representan una piedra angular en el fortalecimiento de la democracia en cualquier país. Son mucho más que simples eventos políticos, constituyen una oportunidad invaluable para el intercambio de ideas, el escrutinio público de los candidatos y la formación de una ciudadanía informada y participativa.
En primer lugar, los debates electorales ofrecen a los candidatos una plataforma para presentar sus propuestas, programas y visiones de gobierno. Esto permite a los votantes conocer en profundidad las diferentes alternativas políticas y evaluar cuál se alinea mejor con sus valores, necesidades y aspiraciones. Asimismo, los debates ponen a prueba la capacidad de los candidatos para articular sus ideas, responder preguntas difíciles y enfrentarse a críticas, lo que revela su idoneidad y preparación para el cargo.
Además, los debates electorales fomentan la transparencia y la rendición de cuentas en el proceso político. Al someterse al escrutinio público, los candidatos se ven obligados a explicar y justificar sus acciones pasadas, sus promesas de campaña y su visión de futuro. Esto ayuda a reducir la opacidad y la corrupción en la política, al tiempo que empodera a los ciudadanos para exigir responsabilidad a sus líderes electos.
Por otro lado, los debates electorales promueven el diálogo y el consenso entre diferentes sectores de la sociedad. Al reunir a representantes de distintas ideologías y corrientes políticas en un mismo escenario, se crea un espacio propicio para el debate civilizado, la confrontación de ideas y la búsqueda de soluciones consensuadas a los problemas del país. Esto contribuye a superar la polarización y el sectarismo, y a construir una cultura política basada en el respeto mutuo y la cooperación.
Es importante destacar que los debates electorales no solo benefician a los candidatos y a los votantes, sino también a la democracia en su conjunto. Al poner a prueba las ideas y los liderazgos, y al involucrar activamente a la ciudadanía en el proceso político, contribuyen a fortalecer las instituciones democráticas y a consolidar la gobernabilidad democrática. En última instancia, los debates electorales son un recordatorio constante de que la democracia no es un fin en sí mismo, sino un proceso continuo de participación, deliberación y construcción colectiva.
La Asociación de Jóvenes Empresarios está convocando a un debate presidencial. Luis Abinader y Leonel Fernández ya confirmaron su participación.
La jovencita Virginia Antares, candidata presidencial de Opción Democrática, critica su exclusión. Tiene razón.
Hoy recuerdo cuando el candidato del Acuerdo de Santo Domingo, José Francisco Peña Gómez, rehusó debatir con el novato candidato del Partido de la Liberación Dominicana, Leonel Fernández.
En conclusión, los debates electorales son una herramienta invaluable para fortalecer la democracia y promover el bienestar de la sociedad. Al ofrecer una plataforma para el intercambio de ideas, fomentar la transparencia y el diálogo, y empoderar a los ciudadanos, contribuyen a construir un sistema político más justo, inclusivo y democrático. Por tanto, es fundamental que los debates electorales sean promovidos y protegidos como parte integral del proceso democrático en cualquier país. ¿Quién ganará?