Daño a la imagen del Metro de Santo Domingo
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El Metro de Santo Domingo es una de los medios de transporte que nos hace sentir ser un «país en vía de desarrollo». Desde su puesta en funcionamiento daba servicio con una operativa que nada tenía que envidiarle a las naciones más organizadas.
Era un estandarte de servicio público, de lo que funcionaba bien, al margen de la politiquería partidista, administrado con un criterio de priorizar el nivel de calidad ofrecido a cada pasajero. Con la excelencia en el manejo de las operaciones vino la buena reputación y muchos deseábamos que una nueva línea de El Metro pasara cerca de nuestra casa.
Llegó un nuevo gobierno y una administración. Pero, al parecer los parámetros técnicos y de calidad también cambiaron. Hubo algo que nos dio miedo en los discursos de la nueva gestión, un no sé qué que te anuncia que habrá problemas y que ya no sería igual el servicio.
Y pasó. En el afán de mostrar a los compañeritos que tenían músculos para despedir a empleados veteranos, para gestionarles posiciones, vino una crisis de funcionamiento, porque las competencias técnicas para manejar estos vehículos no son adquiridas en un proceso corto, conllevan tiempo, actitud y horas prácticas acumuladas para desarrollar la habilidad. Esas habilidades implican poder conducirlo en momentos de normalidad o de alguna eventualidad, porque en El Metro se traslada lo más importante de un territorio, su gente.
Los nuevos conductores debían ser entrenados en prevención, abordaje y manejo de una crisis operativa, para evitar que con el tiempo se convierta en crisis de imagen o de comunicación.
Conflictos mal llevados, ausencia de mecanismos efectivos de negociación y mediación, provocó un impasse laboral con parte de los empleados que demandaban reivindicaciones; mientras, desde la Dirección argumentaban que los reclamaban venían de simpatizantes o vinculados con el PLD.
Para generar la crisis de imagen de El Metro todo lo que no debió ser, fue. Hay que recordar que toda situación que atente contra la vida de la gente por falla en servicios o productos de consumo masivo, suelen tener un alto impacto en el daño a la reputación o a la imagen institucional. Esto debió ser previsto por la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret), que canceló 16 conductores en ese momento.
Para que se entienda mejor, los conflictos laborales inician cuando operarios de la OPRET inician una lucha por aumento salarial y beneficios marginales. Respuesta oficial: la confrontación y amenazas de desvinculación de los trabajadores, sin reparar en las consecuencias. Luego comienza la capacitación de nuevos empleados. Poco después se produce el cuasi choque de dos vagones, el 16 de septiembre de 2023.
Al respecto, Diario Libre publicó «Nueve personas resultaron con heridas tras la colisión entre dos trenes del Metro de Santo Domingo, en un accidente ocurrido a las 11:00 de la mañana del sábado, próximo a la estación Mamá Tingó, de la Línea 1». Este hecho deteriora aún más la imagen de El Metro.
De nuevo, empleados de la institución advierten que podría suceder algo peor, debido a la falta de experiencia de los nuevos empleados. A menos de un mes, ocurre otro incidente, para degradar más uno de los intangibles de la reputación, que es la confianza en el servicio. Hace días, uno de los manejadores abre una compuerta contraria a la dirección que debía, y un niño queda expuesto; gente alarmada empieza a divulgar la información en redes sociales. Más adelante, otra avería paraliza sus funciones.