Cuando la tele pierde, gana el teatro y también Irving Alberti
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Un día cualquiera Irving Alberti despertó sobrecogido por la idea de incursionar en el arte. La comedia, género difícil que consagra y sepulta carreras, posibilitó por la vía fácil que suponen los programas humorísticos de televisión para un talento en ciernes, le permitió abrirse camino cuando esa inigualable generación a la que pertenecieron Freddy Beras Goico, Cuquín Victoria, Roberto Salcedo y Felipe Polanco –Boruga– iba por razones eminentemente biológicas dando paso a una nueva troupe de comediantes.
Después de un largo trecho de una carrera en la que tanto la televisión, los shows humorísticos y el teatro han tenido su espacio, un día no tan común, Alberti despertó que tenía que hacer lo que se necesita para entrar al libro de la historia en el que solo aparecen quienes con sudor y lágrimas –a cuentagotas– procura forjar un legado para escribir su propia página. Desde el mismo vientre (Mellizos), obra de su autoría que se estrenó anoche en la sala Ravelo del Teatro Nacional, pudieran ser las primeras líneas de esa página.
Sobre las tablas, cuando es el dramaturgo representado, protagonista de una historia con la que artísticamente se identifica, Alberti se sabe con posibilidades para desdoblarse, ir de la comedia al drama con un dominio convincente que hace desternillar a muchos –como uno ubicado justo detrás de la butaca tres de la fila J– y a reflexionar a otros tanto cuando la dramatización así lo provoca. Mellizos inicia con un mensaje de voz de una de las dos esposas de los protagonistas. El principio funciona como un punchline de Dave Chappelle, que eleva bien alto un final impredecible como solo es posible con un argumento redondo.
En sus palabras en el programa de mano, Irving Alberti reflexiona sobre su trayectoria y el ideal artístico a que aspiraba con la representación de esta obra: «Después de hacerlos reír por tantos años, entendí que aparte de hacerlos reír debía devolverles el favor de su apoyo, entregándoles trabajos que no solo los diviertan… sino también que les sean útil». Mellizos parte del todo, presentando un problema con manifestaciones distintas pero que afecta en igualdad psicológica a ambos hermanos. Y el relato se va revelando con audacia, con un trabajo interpretativo portentoso para cada cual. En Pepe Sierra descansa la columna vertebral de esta comedia dramática y viceversa.
El texto de Alberti saca lo mejor de dos actores que pasan sin enlodarse por el fango del simplismo y la falta de calidad que usualmente predomina en el teatro producido, escrito y protagonizado por figuras de la tele. Y esto debo enfantizarlo, porque Desde el mismo vientre es una obra que funciona como teatro, no como una comedia insufrible, larguísima, adaptada a un arte que deja de ser bello para ser cualquier cosa menos arte. No pasa eso en este caso, y es suficiente para aplaudir con sinceridad el aporte narrativo de una pieza que viene a enriquecer la escasa lista de representaciones contemporáneas, de autores dominicanos.
El matiz melodrámatico que subyase como parte del trauma psicológico que afecta a cada uno de los hermanos, refleja la intención social que Irving Alberti pretende sembrar en la mente del público. Entrar en estos ámbitos pondría al descubierto información que restaría efectividad e impacto a quien luego asista a las funciones reservadas para este fin de semana, pero es otro punto a favor de este montaje, muy bien dirigido por Ramón Santana, quien viene pisando en terreno firme gracias al éxito de sus últimas obras presentadas en el 2023.
Todo apunta a que hoy fue un día en que Irving Alberti despertó convencido que puede seguir escribiendo. Desde el mismo vientre (Mellizos) tiene poco espacio para mejorar –quizás el actor pudiera reducir la insistente pronunciación de la palabra Mello, que llega a ser una (mala) suerte de muletilla– porque funciona como una cosa y como la otra. Un drama que apela a la comedia, una historia convincente con actuaciones sobresalientes. Es el rumbo por el que debe transitar el teatro, nuestro teatro.
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia y producción general: Irving Alberti
Dirección: Ramón Santana
Asistente de producción: Nicole Houellemont
Escenografía: Fidel López
Regiduría: Gina Marte
Elenco: Irving Alberti, Pepe Sierra, con la participación de Luvil González Peña y Yanela Hernández.