
Crisis que cuestan carreras
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En este tiempo en que hay una apuesta de muchos al antivalor, en espacios como la política, el arte y el entretenimiento, podría suponerse que es cierto que no representan problemas para las figuras que incursionan en esa manera de promoverse, pero ¡cuidado! que las crisis de imagen siguen teniendo los mismos detonadores y se pueden llevar consigo la rentabilidad de la marca.
La apuesta respecto del manejo de la reputación que tienen muchos que ahora son tendencia en la industria del entretenimiento, como exponentes en la música no significa que son los parámetros a los se inclina una parte importante de la sociedad o los consumidores, por lo tanto, puede ser una tendencia que convierta en efímera la carrera de esas figuras o de cualquier político que decida comportarse como un ente de la farándula.
La imagen depende del manejo de sus intangibles: credibilidad, confianza, reputación y posicionamiento, si hay algún error en la ejecución de esta fórmula puede venirse al suelo lo tangible de una marca, es decir, el producto que ofrece y los ingresos calculados en votos o dinero.
Empero, muchos no cuentan con el hecho de que, a veces, el comportamiento de los públicos suele ser dinámico y complejo.
Para aterrizar el planteamiento, no es lo mismo que una parte de sus seguidores siga a una Madonna, establecida y con una carrera consumada, rebelde y desenfadada a aquellos que aún no han labrado una trayectoria que le sirva de sostén ante cualquier hecho, tampoco tiene el mismo impacto en otras áreas como la política o el séptimo arte.
El cine o la política les ha cobrado a muchos sus comportamientos políticamente incorrectos, sus devaneos y quebrantamientos de parámetros establecidos, manifestándose en daño reputacional y crisis de imagen personal.
Por un tiempo puede que no tengan contratiempos, pero un día viene el impacto y puede ser contundente como lo han experimentando Bill Clinton, Boris Johnson, el Príncipe Andrés de York, Amber Heard, Bill Murray, un poco más temprano Kevin Spacey o Bill Cosby. Aquí se comprueba que es posible que la sociedad sea permisiva por un tiempo pero cuando decide cobrar los problemas de imagen o reputación lo hace de manera que puede ser letal para las carreras de los involucrados.