Bukele
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Sin pensarlo dos veces, el presidente de El Salvador Nayib Bukele se autoproclamó ganador de los recientes comicios electorales antes que fueran difundidos los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral con un 85% de votos y con la garantía de haber «acabado» con las pandillas en su país, que a la sazón vive bajo un régimen de excepción desde hace tiempo. Además, de su partido Nuevas Ideas arrasó también en la Asamblea Legislativa donde contará con 58 de los 60 diputados, según los datos del presidente.
Así las cosas, Bukele continuará al mando de este pequeño país cinco años más y quedó constatado la presencia de una inexistente oposición. El país continuará bajo el mismo régimen de excepción que él impuso y que le ha permitido desarticular a las temibles pandillas y ha enviado a prisión a más de 70,000 personas.
No hay forma de negar su popularidad por haber bajado a mínimos los índices de criminalidad en un país que tenía largas décadas de sangre, violencia, homicidios y extorsiones. De esa manera, con mano «dura», El Salvador ha dejado de ser uno de los países más peligrosos del mundo. Las Maras, esa banda de asesinos despiadados que según algunos datos, se originaron durante el conflicto armado entre los años 1980 y 1992, han sido desarticuladas según expertos en seguridad. Sin embargo, las organizaciones de «derechos humanos» denuncian que esa política de mano dura se ha llevado a cabo vulnerando alguno de los derechos fundamentales de los ciudadanos. De alguna manera había que desterrar a esos criminales y poder salir a la calle con cierta seguridad.
En ese sentido, Bukele tiene muy identificados a quienes critican su proceder, sus manera y formas de hacer las cosas. A esos los cataloga de las «élites», alguien que viene precisamente de una familia rica de El Salvador. Los salvadoreños están al tanto de todas las quejas con el régimen de excepción pero anteponen todo eso a los evidentes resultados en materia de protección ciudadana. Es importante señalar que el Presidente gobierna rodeado de un grupo cercano de personas conformado por sus hermanos, todos hijos de Armando Bukele, empresario de origen palestino polígamo, ya fallecido, que tenía un programa de televisión en el que abordaba temas culturales y políticos.
En la noche del pasado domingo, el ganador Bukele apareció en el balcón del Palacio Presidencial cuando aún estaba el escrutinio en las mesas electorales y dijo: «Este día, Salvador ha rotó todos los récords de todas las democracias en todas las historias del mundo, ustedes han visto cómo El Salvador pasó de ser el país más inseguro al más seguro. Ahora en estos próximos cinco años esperen a ver lo que vamos hacer», dijo en su alocución frente a miles de fieles votantes.
Horas antes de todo este discurso en el balcón, Bukele ofreció una rueda de prensa y dijo con tono enfático: «Nosotros no estamos sustituyendo la democracia porque El Salvador jamás tuvo democracia. Esta es la primera vez en la historia que El Salvador tiene democracia. La definición de democracia, la real, no la inventada por las élites, es demos y kratos, el poder del pueblo. No dice la élite o la ONG o el periódico El País. El pueblo, demos, que tiene el poder, kratos, [dice] queremos un régimen de excepción. Queremos la política de seguridad del presidente».
Así mismo insistió de que no gobierna con autoritarismo, «la gente está votando en democracia. El pueblo dice: no estoy oprimido, estoy feliz», arguyó un Bukele eufórico que también aprovechó para responder y criticar a medios de comunicación como The New York Times y El País por no contar la realidad de su país bajo su gobierno.
De esta manera, inician cinco años más para este joven presidente, muy activo en Twitter, en el que usted puede o no estar de acuerdo pero el cambio para bien es palpable.