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Antonio González se resiste al merengue y se revela en «bossa nova»
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La figura de Antonio González se manifiesta como un holograma en las presentaciones en directo de aquellos artistas contemporáneos –otros no tanto, como Milly Quezada– cuando interpretan canciones masterizadas, producidas o con arreglos de este talentoso músico que desde hace unos años viene acumulando nominaciones al Grammy Latino y estatuillas del Premio Soberano. Antonio se fue colando entre los oídos de artistas del buen gusto musical, y su impronta va enriqueciéndose aunque con la discografía de otros.
Era tiempo de dar un paso al frente, poner la imaginación a volar por cuenta propia. Es lo que toca, y el resultado de su álbum de debut como protagonista en la escena apela a un cancionero clásico para versionarlo en ese bossa nova «moderno» que cuenta con una base de aficionados apreciable. En este nuevo rol, el grupo se identifica como Dominican Bossa & Antonio González, y el disco lleva por título Dominican Bossa. Ocho canciones publicadas y popularizadas originalmente en merengue, todos por célebres artistas de épocas distintas.
¿Por qué bossa nova? González cuenta que antes de enero del 2023, cuando inició la grabación del disco, experimentaba con sonidos brasileños para mezclarlos con el ritmo nacional, y pudo comprobar que la mezcla, las fusiones, dieron como resultado una idea que le gustó lo suficiente como para darle riendas sueltas a esta producción. La alianza artística incluye colaboraciones con cantantes con los que ha trabajado eventualmente, eso abrió posibilidades de duetos que funcionan a la maravilla. Para darte mi vida, composición original de Víctor Víctor y grabado previamente por Milly Quezada, es el pistoletazo de salida de este vigoroso cancionero, con Manny Cruz y Lorainne Garrido en las vocalizaciones.
Pavel Núñez y Amanda Sánchez complementan sus estilos en la adaptación del hit Todo me gusta de ti, composición de Cuto Estévez, que inicia con el sonido vibrante del acordeón (Leo Pimentel), haciendo justicia a este merengue inolvidable que ahora revitaliza su maravillosa grabación original. Es sin exageración una de las canciones más interesantes y auténticas de todas. Dame vida, que grabó antes The New York Band (composición de José Jiménez) reúne a Daniel Santacruz y Adalgisa Pantelón; sigue la fiesta con el clásico francés de Francis Christian Cabrel y Luis Gómez Escolar, La quiero a morir –inmortalizada en el país por Sergio Vargas–, interpretada a trío por Laura Rivera, León Yamiol y el propio Antonio González.
Montones de recuerdos se manifiestan de golpe con esa bellísima composición de Alberto –Tico– Mercado, Si tú estuvieras, en esta nueva versión interpretada por Diego Jarr, Eli & Emil, canción que antes había grabado en tiempo de bachata Héctor Acosta, El Torito. El resultado es una canción muy cercana a lo que logró en términos artísticos el artista de Bonao. La calidad barre de un solo escobazo la banalidad y simplicidad musical que impera en estos tiempos.
Dominican Bossa completa su apuesta con otras tres canciones de referencia, dos de ellas composiciones e interpretaciones de do artistas imprescindibles de la música popular dominicana. Martha Heredia y Miguel Ángel Soul cantan el tema Te amo demasiado, composición de Félix Ceballos que grabó en los años 80 Fernandito Villalona, El Mayimbe. Frank Ceara y Paloma Rodríguez se crecen con Bailando, de Ramón Orlando, de quien Antonio González disponía de otros merengues que quizás pudieron funcionar mucho mejor y, para cerrar, de Juan Luis Guerra se incluye De tu boca, con la participación de Luis Armando y Pirou.
Antonio González muestra y demuestra que es un músico con experiencia, con buen gusto artístico. Dominican Bossa es un álbum de debut elegante, que marca distancia de ese bossa nova acartonado y monótono que difiere de los convincentes resultados de las canciones que sirven de referencia a este tipo de recurso tan en voga en los últimos años. No aplica en este caso «la ley del menor esfuerzo», porque este talentoso músico y productor reinventa el sonido de ocho merengues clásicos, logrando un producto fiel a la autenticidad que esperamos de una obra nueva sustentada en pieza antigua.