
Al rojo vivo
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Históricamente, en el sistema de partidos de República Dominicana predominan dos organizaciones que se disputan el electorado y, como sucede en el escenario actual, son tres que compiten seriamente por conseguir el mayor número de regidores, alcaldes, diputados y senadores en las elecciones pautadas para febrero y mayo del 2024. No se recuerda que desde el 1930 hasta la fecha, sucediera algo distinto. Este sistema cuenta hoy con una friolera de 27 partidos, a lo que se suman agrupaciones provinciales de las cuales solo se sabe de su existencia en los tiempos de campaña.
Uno de esos partidos fuera del selecto trío predominante es el Reformista Social Cristiano (PRSC). Siglas legendarias que sirvieron de plataforma a Joaquín Balaguer, quien fuera su único presidente todas las veces que ocupó el Palacio Nacional. Primero desde el 1966 a 1978 y luego desde el 1986 a 1996. En el 1994, cuando el caudillo tenía 88 años, comenzó su indetenible declive. En el 2000, dos años antes de su muerte, volvió al ruedo como candidato presidencial, campaña en la que resultó ganador Hipólito Mejía.
La muerte de Balaguer mató al PRSC. Crónica de un anquilosamiento anunciado donde no se pudo desarrollar un nuevo liderazgo. Los reformistas fracasan intermitentemente en sus intentos de revivir al partiro del gallo colorao. Ha ido de conflicto en conflicto, desgarradoras luchas intestinas que cada vez que debe renovar sus cuadros dirigenciales, como debió ocurrir el pasado domingo, se escenifican enfrentamientos que perjudican los procesos democráticos que rigen en este tipo de organizaciones.
Los rojos vuelven a estar al rojo vivo. Su presidente, Federico –Quique– Antún, rema con gran dificultad tratando de llevar al bote a puerto seguro. Cueste lo que cueste intentará conservar el trono, mientras los reformistas ensimismados por el ingenio de la reelección gubernamental, como es el caso del senador Rogelio Genao o el director de ProConsumidor, Eddy Alcántara, sacan pecho convencidos que esta vez –oportunidad dorada– pueden salir airosos de la Convención Nacional, sea cuando sea que se celebre.
Más se sabe sobre lo que generó el nuevo conflicto entre los rojos. Menos sabe la población de las reglas y los que tienen derecho a participar en el juego democrático que debe anticipar la celebración de la Convención Nacional de Delegados. El padrón vuelve a ser un objeto del deseo, una figura nebulosa donde no están todos los que son ni son todos los que están. Los reformistas van en picada, en un vertiginoso descenso en caída libre que no se ha detenido desde hace veintidós años.