Sopa de su propio chocolate
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En los últimos años los partidos políticos dominicanos han vivido situaciones internas que provocaron cambios en el comportamiento de su dirigencia, miembros, siendo común criticar la existencia de una militancia no significativa y que pocas veces presenten propuestas presidenciales propias, una práctica –lamentablemente– vista de forma positiva y como expresión de la diversidad política y filosófico.
Hace unos días se abrió un nuevo capítulo con la proclama de las elecciones presidenciales y congresuales dando comienzo una nueva campaña. En este ir y venir, la oposición sigue estancada en el 18 de febrero, cautiva de unos resultados adversos, prisionera de derivaciones negativas, atrapada en una red de acusaciones infundadas, imputaciones falsas y rechazo de cualquier organismo en el que crea. Mientras el reloj sigue corriendo inexorablemente.
En este futuro por venir, es penoso ver que la oposición se quedó estancada en febrero. Y muchos de sus líderes no están molestos sólo por su derrota electoral pasado, lo que les enfurece en el fondo, lo que más les duele –aunque no quieran admitirlo– es haber sufrido tres derrotas seguidas con las mismas armas que alguna vez ellos usaron.
La política es un juego de estrategias y tácticas. Y en este juego, el PRM aprovechó las debilidades internas de esos partidos para ganar terreno; al margen de su capacidad de movilización, valoración positiva a su ejecutoria y conexión con la ciudadanía. En este contexto, es comprensible que la oposición esté frustrada y busque culpables externos para justificar sus derrotas, en vez de aceptar su responsabilidad y entender su incapacidad para adaptarse a los cambios políticos, sociales y falta de renovación y vínculo electoral.
¡El arte de la guerra recomienda una estrategia habitual en los grupos políticos: «Golpe de enemigo contra enemigo y sé fuerte en todas partes». Esto lo comprendió y aplicó el PRM, poniendo en práctica y atrayendo líderes antagonistas que quieren continuar en puestos públicos, recompensan que no pueden –en este momento– ofrecer los partidos de oposición, ahí también radica su frustración.
Utilizar el conflicto de intereses de una parte para socavar sus propios cimientos y buscar beneficios para su organización no es un delito. Entonces, es entendible la indignación de algunos dirigentes, porque no pueden creer que les den su propia sopa de chocolate. Cabe recordarles cómo entregaban y exhibían como premios al pueblo los partidos atraídas en el pasado para ir carcomiéndolos poco a poco.
Como, por ejemplo, las fiestas celebradas cuando arrebataron el Partido Popular Cristiano de Héctor Peguero Méndez, exdirigente del PRD; la V República del general José Miguel Soto Jiménez, exsecretario de Estado de las Fuerzas Armadas, el general Zorrilla Ozuna y Rafael Calderón, ex secretario administrativo en el gobierno de Hipólito Meja, respetivamente, entre otros líderes. Estas pocas muestras, exponen cómo carcomieron esos partidos. Destruir al Partido Reformista fue una tarea más fácil porque el Dr. Joaquín Balaguer ya había hecho el 50% del trabajo.
Para la oposición es desalentador ver a sus oponentes pintar de blanco y azul un mapa que ayer estaba teñido de morado, es un trago amargo, especialmente cuando para esos resultados contribuyeron algunos de sus antiguos líderes y aliados. El ex senador Julio César Valentín y congresistas Lupe Núñez y Víctor Suárez, en la región del Cibao; Victoria Yeb en María Trinidad Sánchez, Carlos Castillo en San José de Ocoa, Aridio Vásquez en La Vega, Guarocuya Cabral en Moca y Rafael Hidalgo en Azua, etc.
El tiempo no se detiene y el torneo presidencial y congresual del 19 de mayo está cada vez más cerca y tras los malos resultados alcanzados en las elecciones municipales, los partidos de oposición en vez de continuar atrapados en los efectos adversos del pasado y en hacer acusaciones sin fundamentos, deben reflexionar sobre sus errores y buscar nuevas estrategias para recuperar la confianza y credibilidad del elector.