11-M
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Esta semana se cumple el vigésimo aniversario del peor ataque terrorista en la historia de España. Un país que ya conocía, por desgracia, estos asuntos a manos de la temible banda terrorista ETA que duró 40 años llenando de muertes y sangre este país. El 11 de marzo quien golpeó de manera monstruosa fue el terrorismo yihadista. Aquel mismo terrorismo del 11 de septiembre en Nueva York, y años antes ejecutaron atentados en varios países de Oriente Medio y África.
Recuerdo perfectamente ese día. Nunca había estado en una ciudad en la que se cometía tal masacre a primera hora de la mañana. Estaba recién llegada a Madrid y los recuerdos se agolpan en mi memoria en forma de sonidos: las ambulancias, bomberos, policías no cesaban, el ruido ensordecedor de sus sirenas era algo nunca visto por lo menos por mí.
Tenía que ir al trabajo y el corre-corre de los transeúntes por la zona cercana a la estación de tren de Atocha que me quedaba más cerca era impresionante. Antes de salir de la casa ya se había difundido la noticia en los distintos canales informativos y comprobar el movimiento en la calle fue tremendo. Los ataques fueron en cuatro distintas estaciones de trenes de cercanía que colapsó las avenidas y calles circundantes para darle paso preferencial a ambulancias y bomberos que no daban abasto frente a tal bestialidad.
Al minuto uno de darse a conocer esta terrible tragedia que destrozó la vida de 200 familias, el gobierno español de turno dirigido por José María Aznar, líder en ese momento del Partido Popular, adjudicaron sin ton ni son, sin investigar sin tomarse ni siquiera el tiempo para indagar, acusaron de inmediato a los terroristas vascos. Dijeron el ex presidente y su ex ministro de Defensa de turno, Ángel Acebes, textualmente «no hay duda de que el responsable de estos atentados es la banda terrorista ETA y estamos ante un proceso de intoxicación por parte de Otegui (líder de la banda) para desviar la atención», Aznar por su parte «no hay negociación posible con estos asesinos que han sembrado de muerte toda la geografía de España».
Por supuesto, que se «equivocaron» y mintieron una y otra vez descaradamente, incluso con el apoyo de ciertos medios de comunicación que insistían en que la autoría de los atentados fue ETA y no el terrorismo yihadista. Obviamente, esta mentira sumada a otras situaciones les costó el poder al Partido Popular, tres días después en que la ciudadanía echada a la calle votó masivamente por el Partido Socialista Obrero Español y convirtió a José Luis Rodríguez Zapatero en Jefe de Gobierno. Las mentiras se pagan.
A las 8:00 de la noche de ese aciago día aún el gobierno de Aznar endilgaba la culpa a ETA a pesar de que su responsable de Defensa dijo en rueda de prensa que «se había encontrado un minibus abandonado con versículos del Corán en el municipio de Alcalá de Henares», con todo esto aún seguía culpando a ETA del atentado. A partir de entonces, las sospechas por la falta de transparencia del Gobierno de Aznar comenzaba a hacer metástasis. Las protestas frente a la sede del partido y en las calles de todo el país exigiendo la verdad iniciaron su camino. La ciudadanía indignada por el tratamiento y la poca fiabilidad del gobierno popular votó en contra y el PSOE inició su andadura. Fue un voto de castigo.
No obstante, algunos medios de comunicación publicaron de manera valiente al día siguiente o los pocos días del atentado, que los responsables de esa masacre era el terrorismo yihadista. De hecho, luego se supo que ciertos organismos de inteligencia ya habían advertido de que España era un punto de ataque del islamismo radical a raíz del apoyo de militares españoles bajo la orden del expresidente Aznar en la mentira creada por el expresidente norteamericano George Bush sobre las armas nucleares en Irak.