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Hace unos años una amiga curadora de arte que tiene una vocación profunda por la estética y la poesía, me decía que quienes terminamos formando parte de la clase política dominicana vamos lentamente perdiendo la habilidad de imaginar el futuro, yo le agregaría que también terminamos reproduciendo una serie de hábitos y lugares comunes que han hecho de ejercicio político un espacio sin mucho sentido para la gente.
Es lo primero que viene a la mente cuando leo los periódicos de los días posteriores a las elecciones generales, mucho ruido, pero muy poca melodía para conectar y motivar a las personas a hacer parte de una actividad tan necesaria y vital para la vida en sociedad. El mejor ejemplo de ello es ahora la propuesta que promueve algunos sectores de hacer del ejercicio del voto una obligación mediante mecanismos coercitivos.
La abstención electoral no se resuelve a largo plazo de esta manera, solo basta estudiar lo que ha pasado en América Latina, la región del mundo donde están ubicados la mayor cantidad de países en los cuales el voto es de carácter obligatorio. Pareciera como que la clase política está en guerra con las personas, no buscamos entusiasmar o representar genuinamente, sino mantener congelado el mundo que hemos heredado.
Para superar la desafección que la política produce en las personas no podemos buscar soluciones fáciles, pues los caminos autoritarios solo van a profundizar aún más este sentimiento que crece cada día a una velocidad vertiginosa que va poniendo la salud de nuestra débil democracia en un lugar todavía más crítico.
En vez de obligar a la gente a ir a votar, pensaría que tal vez debemos de preguntarnos o preguntarle a las personas primero ¿Por qué no han ido a votar? ¿Es el modelo de organización política que tenemos representativo o participativo? ¿Es nuestro modelo de participación política asequible? ¿Está la política discutiendo los temas que afecta a las personas o clase política?
Tal vez sí, tal vez mi amiga tenía razón y la imaginación ha muerto para los políticos dominicanos que no somos capaces de hacernos las preguntas correctas.
