
Ramón Tolentino: «El rap inspiró mi estilo desenfrenado en la televisión»
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Ramón Tolentino debe su celebridad a las redes y a los programas nativos de plataformas digitales. Empezó a hacer carrera en el oficio como redactor en el diario dajabondigital.com y poco después es contratado como reportero en la televisión en el Canal 16. Gracias a su gracia, requerimiento imprescindible para el estilo que impone la viralidad aspiracional que se busca en el streaming, Selina Suriel y Robert William del Orbe le asignan un segmento de cinco minutos en la pantalla chica. El experimento tuvo éxito y así nace «Transparencia informativa», su primer programa que «era un toque de queda».
En su adolescencia, el periodismo no estaba en su agenda. Lo suyo era el rap y el baile. Ramón era un bailarín consumado, dominaba breakdance como el que más. Su filosofía de vida e influencias ideológicas provenían de líderes y activistas afroamericanos que defendían los derechos civiles en los Estados Unidos: Malcolm X, Martin Luther King o Rosa Parks. Fue profesor de inglés durante casi veinte años, autor de dos libros y fuera de las cámaras, se despoja del personaje que nada tiene que ver con su personalidad.
La conversación telefónica con Tolentino transcurre a un ritmo pausado, como si reflexionara sobre cada palabra, muy diferente al estilo desenfrenado, deshinibido e irreverente cuando está frente al micrófono. Un hombre del barrio, que nació en Villas Agrícola y creció en Villa Juana y aún –cuando vive en un penthouse en Bella Vista– mantiene el contacto con la gente «de a pie», de quienes se nutre para alimentar su acervo y producir contenidos. En «Hilando fino» alcanzó a medias una popularidad que años después amplificó tras su entrada a «Esto no es radio», buque insignia de Alofoke Media Group, que preside Santiago Matías. A Santiago debe su estabilidad y progreso económico, también «A la clara con Ramón Tolentino», el nuevo programa que inició ayer lunes y que se transmitirá de lunes a viernes a las 7:00 de la noche.
¿Quién es tu padrino en la comunicación?
Salvador Holguín es mi mentor y mi padre de la comunicación. Lo conozco a través de Vargas Vila, me ayuda a concluir mis estudios en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP) y luego ingreso a la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Cuando termino la universidad, a través de Vargas Vila Riberón, que era redactor del periódico digital dajabondigital.com que era el medio de Salvador y así entro en contacto con él hace alrededor de diez años. Después comienzo a trabajar en la posproducción de su programa, «Hilando fino», antes de convertirse en un canal digital.
¿Cómo surge la idea de asumir el desafío de producir un programa de televisión?
Gracias a mi carisma, Selina Suriel y Robert William del Orbe me permiten tener un segmento de cinco minutos. Un contenido que gustaba y me abrió el camino para asumir «Transparencia informativa», en el Canal 16 y el 24, que fue un éxito desde que inició.
Pero comienzas a ganar reconocimiento es cuando te inicias en la televisión digital.
Sí. En el 2015, Salvador Holguín me llama, cuando pone en marcha Hilando Fino como canal con transmisión exclusivamente digital. Decido aceptar la propuesta de Salvador y me llevo el programa para allá. La gente ya me conocía, pero es ahí que el mundo me conoce porque era una plataforma totalmente digital, con un mayor alcance.

Antes, jóvenes con vocación de comunicadores, aspiraban en convertirse en los próximos Julito Hazim, César Medina, Julio Martínez Pozo, ¿cuáles eran tus influencias?
Antes de ser periodista, era uno de las promesas del rap en el país porque bailaba breakdance, escuchaba y bailaba música de protesta. A través de esa música, conozco a Malcolm X, Mahatma Gandhi, a Marthin Luther King y a Rosa Parks. Veía que ellos protestaban por la libertad y los derechos civiles de los negros. Eso me marcó. Y lo que hice fue llevar al periodismo el mensaje y el estilo del rap, transmitir mis opiniones, protestas y análisis informativos, con mi propio estilo, al programa digital. Esa forma extrovertida, que siempre me caracterizó desde la escuela, la llevé a mi espacio.
¿Y todo eso sin una producción previamente diseñada?
No tenía un norte. Iniciaba el programa comentando las informaciones del periódico, que el dólar está subiendo, los precios de la comida cara… pero entendí que ese no era mi estilo, me estaba desnaturalizando. Y empecé a comportarme frente a las cámaras como yo soy, en parte, porque a veces uso calificativos y palabras que son parte de eso que transmito por los medios. Pero todo ello por mi lucha a favor de las causas sociales.
Es un estilo que todavía no tiene apertura en la televisión tradicional.
Tú sabes cuál es mi sustento, he mejorado mi vida sustancialmente a mi llegada donde Santiago [Matias], que me ayuda para que hoy pueda residir en Bella Vista, en una torre. Ahí llego solo a dormir, a las doce de la noche. ¿Por qué? Porque no me he despegado del barrio, cuando no estoy en mi escuela de inglés que sigue funcionando, si me llamas, estoy en Villas Agrícola, en Villa María, en Capotillo, en el 27 de Febrero y convivir con la gente del barrio me ayuda a enriquecer el lenguaje de sus residentes y eso lo llevo a la comunicación todos los días. Si me quedara en la burbuja del penthouse, viendo Netflix, no pudiera hacer eso. Déjame decirte, esas figuras de la comunicación que siempre están hablando de los problemas de la gente, no van a los barrios, no sienten en realidad lo que yo puedo experimentar.
¿Cómo cambió tu vida trabajar a las órdenes de Santiago Matías?
Sustancialmente. Te confieso que antes no contestaba el teléfono por todas las deudas que tenía. Mi vehículo se averiaba con frecuencia, tuve momentos difíciles. Durante la pandemia, que es cuando entro en contacto con Santiago –y todavía no existía la plataforma–, le escribí porque tenía problemas. Y me contestó, como a las 2:00 de la madrugada, que pasara por su casa al otro día. Sin nada a cambio, me puso en las manos RD$300 mil.
¿Qué ofrecerás al público con tu nuevo programa, «A la clara»?
Esta es una deuda de Santiago conmigo. Cuando me lleva a hacer radio, le dije que lo mío era la televisión y me prometió que en su momento yo tendría mi propio espacio. El concepto es el mismo que me dio a conocer en «Hilando fino», análisis, denuncias, participación del público, todo sin censura, al mejor estilo de Ramón Tolentino.