Mediocridad de contenido
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La mediocridad ruin es el «nuevo modelo de negocio» en ciertos medios de comunicación donde desaprensivos tienen el acicate perfecto para crear views dirigidos a una audiencia carente de educación.
Asistimos a una debacle de contenido en emisoras de radios, programas de televisión y por supuesto, conceptos diseñados específicamente para la plataforma de vídeos YouTube. Vivimos en un caos mediático, donde cualquiera dice ser lo que obviamente no es, ni se ha preparado para ser.
El auge y desarrollo tecnológico ha sido una herramienta vital para los hacedores de la comunicación, reformó la manera de trabajar de medios de comunicación tradicionales dando al traste con el nacimiento de nuevos medios online, en franca competencia y en el que la inmediatez es urgencia. Esa misma tecnología transformó el periodismo de calle, la manera de cubrir conflictos bélicos, ir a zonas de peligro y brindó a la audiencia la oportunidad de ver y escuchar todo en el mismo momento de la acción.
Esa misma tecnología que es vital para el desempeño de ciertos trabajos periodísticos, de comunicadores fue el trampolín elegido por otros, en muchos casos facinerosos sin formación ni modales, para granjearse un espacio en el espectro de gustos de la audiencia. La tecnología está ahí al alcance de la mano de todos, de usted, de mí, tanto para lo bueno como para la podredumbre.
Y es ahí, donde los medios y contenidos se han cualquierizado. Descubrieron que a través de YouTube podían monetizar su oferta y se lanzaron a la conquista sin importar la calidad de su contenido. No importa saber hablar y expresarse correctamente. Lo que importa es la vulgaridad, mientras más soez usted sea, monetizará y su contenido será visto por miles o millones de ignorantes. Cada view (vídeo visto) es como la dosis o chute de un cocainómano, les llena de vida, de adrenalina. Es su droga para sentirse «personas» y por supuesto, cobrar en dólares a través de la plataforma.
El momento de monetizar cueste lo que cueste llegó y bajo cualquier excusa. A esto debo añadir el uso de las redes sociales de estos personajes donde también dan rienda suelta a su podredumbre, sin miramientos ni control. Por supuesto, también hay programas y contenidos de calidad a través de esta plataforma de videos que valen la pena apoyar, pero lamentablemente son los menos.
En adición a esto, el surgimiento de un nuevo ritmo musical hace ya varios años o, lo que algunos tienen el atrevimiento de llamar «música» al dembow, es lo que sirve de acicate de esos desaprensivos de medios online. Es la materia y fondo de su contenido. Exponentes de un género que no es música, donde no hay lírica ni ritmo, solo ruido, excesiva vulgaridad expuesta por cualquiera enganchado a «artista». La misma situación de enganchados a «comunicadores». Nuevo «modelo de negocio».
Ese es el «arte» que observamos hoy día. Medios de comunicación de respeto, caen en la fácil adulonería y coquetería con estos exponentes que exhiben en portadas y artículos sin el menor rubor. Son entrevistados en diversos programas en el que narran sus miserias, desgracias y sucesos sexuales sin ahorrar detalles antes de su vida pública, y eso lectores da seguidores, views y engancha a una audiencia ávida del morbo más bajo y ruin. Incluso hasta son premiados en ceremonias nacionales e internacionales reconociendo su «aporte». ¿Cuál aporte? Basura.
La mediocridad ruin es en todos los sectores, cultura, medios y de la política. Sí, siempre ha existido de todo, pero ahora hay más ruido, más exposición de la mediocridad como recurso.
Dice el tango Cambalache, de 1934: «Hoy resulta que es lo mismo ser derecho, que traidor. Ignorante, sabio, chorro. Generoso o estafador. ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro, que un gran profesor». Hoy, la situación es peor de la descrita por este tango famoso. Obvio, de usted depende consumir basura o calidad.