La «nueva ley de inteligencia» y la aldea de Bakongo
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En el marco de la nueva Ley de Inteligencia en el país surge la figura del director de los servicios de inteligencia, Luis Soto, un joven que una vez vivió en la calle Enriquillo de San Carlos.
Este joven responsable de la inteligencia interna del gobierno de «el cambio» evoca una etapa tras el ajusticiamiento de Trujillo en 1962, cuando se fundó el Departamento Nacional de Investigaciones.
En contraste, durante los 31 años de la tiranía, operaba la sombría organización conocida como el Servicio Nacional de Inteligencia, dirigida por el recordado Jhonny Abbes. Tony Raful sugiere que Abbes, lejos de desaparecer, está activo en el Alto Manhattan de Nueva York, aunque oficialmente se reporta su muerte en un misterioso incendio en Puerto Príncipe.
Abbes, ideólogo de un órgano represivo haitiano, evoca imágenes de sombreros anchos y lentes oscuros en pleno trópico, reminiscentes de los relatos de Rubén Blades.
La reciente promulgación de la Ley 1-24 por el presidente Luis Abinader, regulando las actividades de los servicios de inteligencia, ha desatado un debate apasionante que espera resolverse con la intervención del Tribunal Constitucional.
Mientras un grupo defiende que la ley no viola derechos fundamentales, otros sostienen lo contrario, creando una tensión que el gobernante busca abordar mediante una «cumbre» en busca de consenso.
La sorprendente aprobación de la ley en medio de un proceso electoral, con la tasa del dólar al alza y una oposición sin discurso seductor, genera interrogantes. Además, las denuncias de «piratas cibernéticos» contratados por el gobierno para supuestamente manipular la voluntad popular en las urnas añaden una capa adicional de complejidad. Se informa de ciberataques a equipos del organismo rector del proceso electoral, recordando prácticas pasadas como la «operación palito», donde el conteo final de actas electorales se asociaba con distribuciones cuestionables.
En este contexto, resurge la figura de Juan Estaban Oliveros Félix, delegado electoral y político del partido reformista de Joaquín Balaguer, quien siempre afirmó que «el doctor nunca ganó limpio» en un proceso electoral. La llamada «operación palito», con su distribución peculiar durante el conteo final, se entrelaza con los recuerdos de un sistema político en constante evolución.
Hoy, al recordar la expresión del jefe de la aldea de Bakongo, «eso tiene cocorícamo», se subraya la importancia de cuestionar lo que no parece estar bien en el entramado político actual, donde pasado y presente se entrelazan de manera compleja.
La libertad de expresión y el secreto periodístico son conquistas de la más democrática y profundad Constitución dominicana, aprobada en 2010. La comunidad jurídica y los actores fundamentales de la sociedad deben velar por su inviolabilidad.