
Joseph Cáceres: «Galería se convirtió en un acontecimiento de lectoría»
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Joseph Cáceres es reconocido como uno de los mejores y más sagaces periodistas de espectáculos de la República Dominicana. Joseph estelarizó la época dorada de la farándula en los periódicos locales a través de ser el editor de la Revista Galería que se publicó cada domingo, por más de dos décadas en el periódico El Nacional.
Por la visión crítica y la lucidez de su escritura, más sus vivencias ha devenido en ser denominado «el viejo zorro» y aunque hace décadas que Galería cerró sus páginas, nunca ha dejado de publicar su columna Arte Nacional en el citado vespertino.
Joseph ha sido además presidente de la Asociación de Cronistas de Arte en tres oportunidades y muchos de sus logros profesionales y los institucionales se han servido mutuamente. La directiva que encabeza Emelyn Baldera ha decidido publicar el primer tomo de la compilación de su influyente columna «Arte Nacional», que circulará a partir de este martes 28 de febrero coincidiendo con el Día Nacional del Cronista de Arte y a la vez el aniversario 39 de Acroarte. Este acontecimiento provocó esta entrevista.
Vamos a empezar por el principio, ¿cómo llegas al periodismo de farándula?
Era director de la revista Difusión Tributaria de la Dirección General de Impuesto Sobre la Renta, hoy Impuestos Internos. Pero ya estaba ligado al arte, luego de los estudio de arte dramático en la Escuela de Arte Escénico de Bellas Artes. Hacía teatro, y en un viaje a Colombia, donde participé con el Teatro de la UASD en el Segundo Festival de Teatro Universitario en Manizales, coincidió con Freddy Gatón Arce, director de la Escuela de Comunicación de la universidad, y director del periódico El Nacional. Cuando regresamos al país, le pedí trabajo en el periódico que dirigía. El me admitió, con la condición de que le escribiera de arte popular, que era lo que se necesitaba.
Pasar de ser artista para convertirse en un periodista dedicado a promover y evaluar el trabajo y talento de otros artistas ¿fue fácil o difícil?
Me resultó fácil, pues ya tenía conocimiento sobre los elementos que se necesita articular para la creación artística. El fenómeno de la creación e inspiración para llegar a la expresión. Aprende uno a trabajar desde adentro.
Cuando llegas al periodismo de arte ¿cuál era el panorama? ¿Quiénes estaban compartiendo el oficio?
Llegué a la prensa del espectáculo cuando solo estaban Miguel Hernández en La Noticia, Francisco Álvarez Castellanos en el Listín Diario. Ángela Ovalles en la revista ¡Ahora!, Frank Natera, Mundito Espinal en la radio, al igual que Máximo Polanco Estrella y Natasha López. Eran los cronistas de arte de la época. Los criterios eran muy formales, conforme a los tiempos, pero ya existía el chisme con Adamilka Fabián y Ana María Arias en «De todo un poco».
¿Cómo fue Galería como suplemento artístico y quienes te acompañaban?
Galería fue un suplemento dominical que se convirtió en un verdadero fenómeno de lectoría que impulsó la circulación y venta del periódico El Nacional, donde le dimos cabida a mucha gente de la comunicación. Nos acompañaba Emely Tueni, como también Feliz Vinicio Lora, Juan Cruz Triffolio, Meraldo Ovalles, Bienvenido Olivier, Tony Brito, Roberto Gerónimo, donde también escribía Marivell Contreras y Pablo Mackinney, y otros.
En ese momento había otras revistas y cuál era la relación, ¿había competencia, resquemores?
Se publicaba en Listín Diario la revista Escala, con Miguel Ángel Herrera a la cabeza. Con todo y que éramos competencia, había entre nosotros una relación de amistad y hermandad, que se ponía de relieve cuando teníamos que viajar al extranjero a cubrir eventos y espectáculos. Nos manejamos con mucho respeto y consideración.
¿Cuándo y en qué circunstancias entras a Acroarte?
Participé en la reunión en que se constituyó la asociación, como miembro fundador, como se establece en la documentación de la época. Ese encuentro se celebró en el Restaurant Chantilly de la Máximo Gómez.
¿Qué panorama te tocó en Acroarte y cuales fueron a grandes rasgos tus aportes?
En mi primera gestión me correspondió sacar la oficina de la asociación del Edificio Copello, en la calle El Conde, de donde nos mudamos para la casa del Colegio Dominicano de Periodistas. De igual manera sacamos la premiación Casandra de Bellas Artes y del Teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, y la llevamos al Teatro Nacional. Creamos los jurados para las diferentes categorías. La fiesta navideña de Acroarte, la Alfombra Roja de los premios, e iniciamos la internacionalización cuando invitamos a Don Francisco, Juan Gabriel y a Cristina en un mismo año.
Te tocó la gloria y muerte de los Premios Dorado, el surgimiento y esplendor de las premiaciones de Acroarte, ¿qué aportan estas premiaciones al arte y cultura de un país?
La Asociación de Cronistas de Arte y su premio le han dado el mayor impulso al arte en todas sus manifestaciones que se registra en la historia. A la vez ha contribuido a darle importancia y relevancia al oficio de la crónica de arte. Hay un antes y un después a partir de Acroarte y el premio Casandra, hoy Soberano.
Cuando hiciste la recopilación de tu trabajo, ¿qué pensaste de ti mismo?
La recopilación de las columnas Arte Nacional que se publica en el libro ha sido una selección de la Editorial de Acroarte. Una iniciativa excelente, que contribuye a mantener viva la memoria histórica en el arte. Pienso que con esa iniciativa se cuenta la historia del arte dominicano de los últimos 50 años.
¿Ha valido la pena, Joseph?
Si pudiera nacer de nuevo escogería nuevamente ser cronista de arte. Es una profesión que me ha llenado de orgullo y de gran satisfacción. No creo que en otra profesión hubiera alcanzado tanto reconocimiento y relevancia.