
Jorge Drexler vuelve al Santo Domingo Pop
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Con más de diez Premios Grammy a cuestas y con el primer Oscar a una canción en español (Al otro lado del Río) de la película Diario de una motocicleta y del Premio Goya a mejor canción (Que el soneto nos tome de sorpresa), de Lope, llega al país Jorge Drexler (Montevideo, 1964). Viene nuevamente bajo el esquema de producción del festival «Santo Domingo Pop», para el Teatro Nacional Eduardo Brito.
Fue ganador con más premios –7 estatuillas– de los Latin Grammy 2022, en el mismo año en que Bad Bunny repite como el más escuchado del planeta. Si no es un récord para un cantautor, es una hazaña para destacar.
Drexler fue conquistando –canción a canción y álbum tras álbum–, su espacio y aún con tantos logros sigue rompiendo esquemas en la música. El caso de RD es ejemplo, pues sin una promoción directa se ha ganado el favor del público. De hecho venía por una noche, el próximo 25 de febrero y tras agotarse las boletas en unas pocas horas, Nono Rodríguez la convirtió en dos.
Este artista vive desde 1995 en Madrid, es poeta y contestatario como sus hermanos de patria y palabra: Eduardo Galeano y Mario Benedetti. Allá llegó bendecido por el padrinazgo de Joaquín Sabina, quien le dijo vente para Madrid y una vez allí se encargó de darlo a conocer y ha sido padrino, guía y compañero durante los 27 años transcurridos desde entonces.
Jorge no llegó a España vacío ya que tenía 3 años de carrera como artista, dos producciones (La luz que sabe robar, 1992, Radar, 1994) y un saco de canciones tanto en su maleta y muchas más en el pecho que dieron su primer fruto en suelo español en el maravilloso y mágico disco “Vaivén”, de 1996, el cual fue el primero que escuchamos y con cuyo alto sentido del intimismo, nos conquistó).
En su guitarra se esconden mil sonidos que hacen de Eco un álbum imprescindible. Lleva en el pecho la herencia sonora de la América andina y el candombe de la colonización y la esclavitud. Hay dolor, alegría, magia y misterio hecho de fugaces silencios en sus versos, en su fusión sonora y en su canto.
«La identidad es una obsesión para mí. La mía es una identidad fragmentada, desde su origen -tengo de judío, de polaco, de asturiano y de uruguayo- hasta la actitud, después de venir a vivir a España. Todo eso sale en la música. Me interesa que haya integración más que yuxtaposición», nos dijo hace unos años.
Es partidario, de que un cantautor es muchísimo más que alguien con su palabra, su voz y su guitarra. Por lo que ha pasado a componer y arreglar con una diversidad de géneros musicales que distinguen su arte.
En una de las varias entrevistas que le hemos hecho, a propósito de su gran experimento musical con la electrónica junto al grupo uruguayo Peyote Asesino, nos dijo: «Durante una época pensé que debía haber nacido en Río de Janeiro en 1959, cuando la gente se tomaba el tiempo de escuchar a los cantantes que cantaban con su guitarra. Pero llegó un momento en que me di cuenta de que estaba pasando algo y me lo estaba perdiendo».
Esta idea ha sido reafirmada una y otra vez, en proyectos como Amar la trama, Bailar en la cueva y ahora con Tinta y tiempo, posición que atestiguan sus colaboraciones con Residente, Calle 13, Eduardo Cabra, Kiko Venen, Bomba Stereo y muchos otros consagrados.
«Para mí, un trovador contemporáneo tiene que hacer suyo el momento y la esencia de la persona. Hago esa mezcla no tanto para que encaje con la época, sino con la certeza de que debe haber una compenetración entre los elementos de tu origen y los de tu época», explica.
La habilidad que tiene para adaptar su visión a las tendencias musicales del momento integrando técnica vocal y tecnología en lo musical prima en su multipremiado disco, en el que incluye colaboraciones con C Tangana, rapero y flamenco español (ex de Rosalía) y con la exitosa cantante israelí Noga Erez grabó Algoritmo, en el cual pregunta: ¿Dime qué debo cantar oh algoritmo / se que lo sabes mejor incluso que yo mismo”.
«Por ejemplo esta canción
¿Qué algoritmo la parió?
Me pregunto si fui yo
¿La elegiste o te eligió?».
Pero ahí no queda, también grabó con Rubén Blades el sencillo Plan maestro, una de las canciones de arreglo más complejo que hemos oído. Rara mezcla de música de big band ó de banda de parque, con una carga caribeña que maravilla. Lo formal con lo urbano dentro y a eso se le suma un extraño sonido que te lleva a otro tiempo.
En Tinta y tiempo Jorge es el mismo Jorge que conocimos en Libertad 8, que no entiende que aunque la canción cale el alma, no debe dejar de recalar en la conciencia. Hay un Drexler que mira la sociedad y la describe, como en “El día que estrenaste el mundo”.
«Todo lo fotografiamos
minuciosamente
registramos nuestras vidas
al segundo…».
No deja de formar parte, y a la vez nos pide un alto en los excesos y pregunta en su sencillo en español e inglés Algoritmo: ¿Dime qué debo cantar oh algoritmo / se que lo sabes mejor incluso que yo mismo”.
Piensa que ser cantautor «no significa que no tengas costo y gastos», por eso aconseja a los artistas en Amor al arte:
«Cobra lo que tengas que cobrar
Pero hazlo por amor al arte
Pero no, no confundas precio
con valor, Amor al arte».
La cita es en febrero 25 y 26. Teatro Nacional. ¡Allá nos vemos!