Comparte Este Artículo
Los aires de guerra y de violencia están recorriendo el mundo, llenando de preocupación y de una gran incertidumbre a todos. Todavía se sienten los aires de combates bélicos entre Rusia y Ucrania, cuando nuevos aires de guerra empiezan a soplar de forma muy intensa entre Israel y Palestina.
Esas dos naciones vienen enfrentándose de manera permanente desde hace siglos. En el pasado el aspecto religioso jugó un papel de primer orden, pues Israel fue el pueblo elegido por Dios para ser bendición del mundo. Sin embargo, ese Israel de Abraham, Jacob e Isaac del antiguo testamento, no es el mismo que el de hoy. Le falta algo muy esencial: le falta Jesús. El pueblo que fue elegido por Dios para bendecir todos los demás pueblos de la tierra, tiene una gran debilidad y una gran desobediencia a su Creador, pues no cree que Jesús fue el hijo de Dios que vino para morir por nosotros y darnos la vida eterna.
Con Palestina sucede algo igual, pues le falta tener a Jesús como guía. Y tiene sectores radicales que usan la violencia como uno de sus medios para llegar al fin de la salvación. Eso explica la actuación salvaje y violenta del grupo Hamás para enfrentar todas las acciones, también violentas y salvajes, que ha estado desarrollando históricamente Israel en contra del pueblo palestino.
Lo que hoy sucede entre Israel y Palestina es una lucha irracional de ambas partes, donde ninguno quiere reconocer los derechos y la existencia del otro como pueblo y nación. El 29 de noviembre de 1967 la Asamblea General de las Naciones Unidas tomó la resolución 181 la cual creaba dos estados, un Estado judío (Israel), y un Estado árabe (Palestina). Con esa decisión, que es lo mas justo, correcto y conveniente para ambas naciones, ese conflicto ancestral parecía caminar a su solución. Pero el 11 de mayo de 1949, de forma sorprendente la ONU adopta la resolución 273 donde solo reconoce a Israel como miembro de ese organismo, y deja sin reconocer a Palestina. Esto, en parte, estimuló a los los sectores radicales de los dos lados para continuar con el enfrentamiento violento por los territorios que ambos dicen ser dueños.
En esa larga historia de conflictos se han producido muchos hechos complicados y muy dolorosos, los cuales han dejado una gran cantidad de víctimas. La guerra de los seis días en 1967, la guerra de Yon Kipur en 1973, la masacre de Sabra y Chatila en 1982, las intifadas palestinas, entre otros, fueron acontecimientos que ensombrecían la posibilidad de que ambos pueblos llegaron a un acuerdo de reconocerse mutuamente.
Sin embargo, en septiembre de 1993, una luz se vio al final de túnel y, después de un amplio proceso de negociación entre la OLP, con Yasser Arafat a la cabeza, y el Estado de Israel, dirigido por Isaac Rabín, con la mediación del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se lograron los Acuerdos de Oslo, mediante el cual ambos pueblos reconocían el derecho a existir del otro y se comprometían a desarrollar un proceso en cinco años para poner fin a ese enfrentamiento histórico entre ellos.
Cuando todo parecía que ya iba a encontrar una vía de solución entre Israel y Palestina, nuevamente los sectores radicales e irracionales de ambos bandos, cometieron acciones que echaron para atrás todo. Por el lado de Israel, el 4 de noviembre de 1995, el primer ministro Isaac Rabin, en una manifestación por la paz desarrollado en Tel Aviv con una asistencia multitudinaria, llevó un discurso llamando a la paz en el conflicto con Palestina. Cuando finalizó el discurso y bajaba de la tarima fue asesinado de tres disparos realizados por un estudiante de derecho israelí, seguidor de Benjamin Netanyahu, que era un radical en contra del proceso de paz. La muerte de Isaac Rabin fue un duro golpe para el proceso de paz y todo volvió hacia atrás del lado israelí.
Por el parte de los palestinos, la OLP y Yasser Arafat enfrentaron la oposición de grupos radicales arabes, como Hamás y la Yihad Islámlica, quienes cometieron una serie de asesinatos contra civiles y militares israelitas, y expresaron que la salida contra Israel era la guerra. Esos grupos extremistas continuaron haciendo acciones violentas e irracionales, y provocaron que el proceso de paz se abortara.
Después del fracaso de los Acuerdos de Oslo, entre Israel y Palestina solo ha habido constantes enfrentamientos y acciones violentas de un lado y de otro. Tanto los grupos radicales como Hamás, como el ejército de Israel, han sido irracionales en sus enfrentamientos, especialmente en la Franja de Gaza, y han provocado miles de muertes de inocentes de ambos bandos.
Ante el conflicto de estos días, iniciado por Hamás con una acción irracional que le costó la vida a muchos israelistas, y la respuesta desproporcionada de Israel, que ha provocado miles de muertos palestinos, debemos todos llamar a los dirigentes de ambos pueblos a que depongan sus odios y rencores, a que dejen de matar a inocentes, que no atenten contra la paz del medio oriente y del mundo, que no sean irracionales, que se sienten en la mesa de negociaciones y busquen el camino de la paz.
En este momento todos los hombres y mujeres del mundo, y muy especialmente los que nos sentimos seguidores de Cristo, debemos elevar nuestra voz y multiplicar nuestras oraciones para que haya paz entre Israel y Palestina, una paz firme y duradera, porque como muy bien dijo Jesús: «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios».
