
Eunisis Vásquez: «Todos hablamos de principios, pero no todos lo llevamos a los hechos»
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Eunisis Vásquez nació en Nagua, allí se formó de la mano de las Hermanas del Perpetuo Socorro, quienes llegaron al país en 1945 con la misión de dedicarse a la enseñanza y lo hicieron en el Colegio Beler.
Cuando a la magistrada Vásquez Acosta se le escucha hablar de esos primeros años de vida, lo hace con nostalgia por todo lo vivido y aprendido en el colegio y en su hogar, donde recibió la formación necesaria para ser la mujer que hoy es.
Su gran soporte fue su madre, de ella aprendió muchas cosas, pero sobre todo la fe, confiar y orar. Es difícil encontrar en el ámbito público, a una persona que se mantenga firme –conforme pase el tiempo y lleguen nuevas posiciones– en torno a los principios religiosos recibidos en el hogar. Ella pudiéramos decir que es una de las excepciones a la regla.
Es miembro del pleno del Tribunal Constitucional, su ascenso a esta alta corte, ha sido el resultado de años de trabajo y dedicación. «Lo que a otros les costó un año, a nosotros nos ha costado tres», dice la abogada graduada de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y especialista en derecho civil de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Su aprendizaje no se ha limitado sólo al orden judicial, sino que ha mantenido de manera paralela, su amor y devoción por el Señor, y para ello ha realizado diplomados religiosos, en el Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Está centrada en sus funciones como miembro del Tribunal Constitucional que es, aunque confesó que luego de concluido el tiempo contemplado en la ley, no tiene mayores aspiraciones en esta alta corte, como explicó a País Político en esta entrevista en la que abordamos otros temas.
¿Cómo se puede ser jueza y también una cristiana tan comprometida?
Soy una mujer formada en un hogar de fe, de oraciones, mi personalidad está determinada por los servicios de mi madre a la comunidad, siempre la veía orar y me decía esta palabra. «Uni», el único interés que nunca aumenta y siempre es poco es el diezmo. Yo entiendo que generosidad, genera generosidad. Trato de transmitirlo a mis hijos. Es lo que tenemos que hacer, estamos en peligro, todos hablamos de valores y principios, pero no todos, lo llevamos a los hechos. La mejor manera de predicar es con el ejemplo.
¿Como lograr el equilibrio entre ambas cosas?
En mi caso es muy sencillo, no soy una mujer de grandes expectativas sociales ni de gran presencia social, por eso, me da el tiempo, trato de ser una hormiguita tranquila, y dar órdenes de prioridades, a lo que me interesa, primero mi iglesia, luego mi familia y después mi trabajo.
Háblenos de sus inicios.
Me eduqué en el Colegio Belén en Nagua, las monjas son determinante en la educación. Ellas lograron combinar la formación de la casa con la educación de la escuela o el colegio, es determinante. En el colegio te enseñan, o por lo menos antes era así, porque la educación ha venido de capa caída, antes te enseñaban a cocinar, a bordar a leer, lo que era conocido como la economía doméstica. Entonces combinado con una educación férrea del hogar, pero también hay que tener objetivos claros y ser perseverantes.
¿Ha sido una mujer persistente?
Mis compañeras eran jueces de la Corte Civil de la corte del Distrito Nacional, todos ascendieron a las altas cortes, menos yo. Y ellos me decían que si yo no los miraba con envidia ni rencor, y yo decía que no y les preguntaba por qué debía sentir envidia, y por el contrario les respondía que en su momento Dios me dará eso y más. Y sabía que iba a ser así. Yo esperé en el Señor, que es bueno y fiel y más tarde entendí su respuesta.

¿Por qué dice que entendió la respuesta del Señor?
Es que no podía entrar antes a la alta corte, ya que me faltaba vivir el paso más trascendental en mi vida, que ha sido ser embajadora en la Santa Sede. Si yo me iba a una alta corte, no habría tenido esa oportunidad y hoy doy Gracias a Dios.
¿Ha sido difícil llegar al Tribunal Constitucional?
A otros les costó un año o dos, a mí me ha costado tres años, y me sigue costando, pero lo hago con mucha satisfacción, amor y fe. Porque soy hija del Rey de señores. Dios dice, pidan y yo le concederé.
Su preparación en el campo judicial
En el campo propiamente judicial, inició su carrera como suplente de juez de Paz y fue jueza de carrera del Poder Judicial, desde el año 1997 hasta el 2021, donde ocupó diversas posiciones y cargos del escalafón judicial: juez de Paz de la Tercera Circunscripción del Distrito Nacional; Juez de Instrucción de la Séptima Circunscripción del Distrito Nacional; juez de la Cámara Civil y Comercial de la Segunda Circunscripción del Juzgado de Primera Instancia del Distrito; y juez de la Primera Sala de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, siendo su último nombramiento como Juez Presidente de la Segunda Sala de la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Distrito Nacional.
Fue la primera mujer embajadora en la Santa Sede, ¿cómo describe esta experiencia?
En mi vida profesional, ha sido la experiencia más trascendental, llegar a la Santa Sede. Me reuní con los estudiantes, allí hay muchos estudiantes de aquí. Reuní el clero, reorganizamos la embajada, la establecimos frente a la Iglesia San Pedro, y ahí comencé la reconstrucción de la embajada. Hicimos una embajada digna para los dominicanos y para la representación de nosotros ante el Vaticano.
¿Ha sido difícil para usted ser mujer y abrirse paso en el poder judicial?
Es difícil para todas las mujeres, porque es una sociedad marcada por el género masculino. Es normal que un hombre en política llegue a las 3 de la mañana, mientras que una mujer política si lo tiene que hacer, no se ve como normal. La mujer antes de salir tiene que determinar muchas cosas en la casa. Nosotras no queremos hacernos las víctimas, no, pero es difícil, hay que pensarlo todo, salón, hijos, familia, sin embargo, soy de las que creo que tenemos que romper todos esos esquemas y eso nos hace más fuertes.
A muchas mujeres les cuesta tanto lograr sus sueños que tiran la toalla ¿pensó usted en algún momento hacerlo?
Nunca he querido tirar la toalla, siempre voy por más. Nunca me he sentido marginada, no conozco esa miseria humana. Hay pruebas de fe, claro que sí, aunque hemos salido victoriosos, he tenido momentos muy difíciles, pero nunca he pensado en tirar la toalla. He tenido personas como Negro Veras, que me dan un apoyo fundamental, mi familia también. Yo soy obediente. En momentos difíciles, he tenido ángeles en la tierra, gente que están a mi lado hombro con hombro. He sido calumniada y mucho más. Le digo a esas mujeres que confíen en Dios, que él es bueno y fiel y nunca permitirá que vivan en vergüenza. Saldremos de esas dificultades, podremos salir de ahí. Todos hemos tenido miedo, hemos pasado momentos desagradables, pero no debemos dejarnos provocar. Porque piensa algo si a tí te muerde un perro, tú no muerdes al perro, porque no somos iguales, tenemos que tener discernimiento. Les confieso que he sufrido y mucho más.

¿Cuál es el siguiente paso, luego del TC?
No tengo mayores aspiraciones en el Tribunal Constitucional.
Más de ella:
Nacida en Nagua, provincia María Trinidad Sánchez. Ha ejercido durante más de treinta y cinco años servicios sociales y caritativos a través de la iglesia católica. En el ámbito familiar, la magistrada es madre de dos hijos: Eduardo Núñez Vásquez y Monserrat Vásquez Hernández; muy entregada a su familia y con acentuada actitud de protección a la misma, que expresan las virtudes humanas bien arraigadas que posee.
En otro ámbito profesional destacado, mediante Decreto núm. 1-20 del 10 de enero de 2020, fue nombrada Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de la República Dominicana ante la Santa Sede, siendo la primera mujer dominicana que desempeñó esa función, razón por la cual solicitó una licencia en el Poder Judicial.
El 26 de enero de 2021 fue designada, por el Consejo Nacional de la Magistratura, como jueza del Tribunal Constitucional; posición que ocupa en la actualidad.
Ha sido reconocida por el Poder Judicial, entre otros, por el presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) y del Consejo del Poder Judicial (CPJ) y por los Embajadores Latinoamericanos y del Caribe (GRULAC) acreditados ante la Santa Sede, se destacó su misión como embajadora de la República Dominicana ante la Santa Sede; el Ayuntamiento de Nagua la distinguió con el mérito “En Honor a María Trinidad Sánchez”.
Ha ejercido como docente, como catedrática de las Maestrías en Derecho Civil y Procedimiento Civil, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), durante el decenio 2009-2019, y ha impartido la asignatura «Práctica jurídica y judicial I», en la Universidad Iberoamericana (UNIBE).
La magistrada Vásquez Acosta, es coautora del libro Derechos y Garantías: Seis aproximaciones al estudio de la cuestión.
Es miembro de la fundación dominicana Dr. Ramón Tallaj, entidad sin fines de lucro, que apoya a jóvenes con talentos comprometidos en sus estudios universitarios, en el área de la medicina, y asesora a diversas instituciones en el área de la salud, así como a otras entidades religiosas.
Condecoración del Papa Francisco
La Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en la República Dominicana y el arzobispo de Santo Domingo Primado de América, monseñor Francisco Ozoria Acosta, entregaron la condecoración “Pro Ecclesia et Pontifice” a la magistrada del Tribunal Constitucional, Eunisis Vásquez Acosta, la más alta distinción que otorga el Papa Francisco. La condecoración fue entregada durante una eucaristía celebrada en la Catedral Primada de América, presidida por el nuncio apostólico, monseñor Piergiorgio Bertoldi, por su servicio a la Iglesia Católica y a la sociedad dominicana.